Poesía de España
Poemas de Leopoldo María Panero
Leopoldo María Panero Blanc (1948-2014) se erige como una figura destacada en la poesía contemporánea española. Miembro del grupo de los “Novísimos“, su legado literario es un testimonio poderoso del malditismo cultivado y a la vez repudiado. A pesar de los desafíos que enfrentó, Panero se convirtió en el primer miembro de su generación en ser reconocido como un clásico por la prestigiosa editorial Cátedra. Su rica genealogía literaria se entrelaza con los nombres prominentes de la poesía española, siendo hijo del reconocido poeta Leopoldo Panero y perteneciendo a una familia donde la literatura era un legado palpable.
Desde sus años de juventud, Panero se vio atraído por la izquierda radical y se involucró en la militancia antifranquista, lo que lo llevó a su primera experiencia en prisión. Su formación abarcó Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid y Filología francesa en la Universidad de Barcelona. Estos años también marcaron sus primeros encuentros con las drogas, una temática que resonaría fuertemente en su poesía. Viajero incansable, exploró el mundo del hippismo y se sumergió en culturas exóticas como la india y el norte de África.
La obra de Panero es un testimonio vivo de su lucha interna y su enfrentamiento con la esquizofrenia, que lo llevó a repetidas reclusiones en instituciones psiquiátricas. A pesar de estos desafíos, su producción literaria fue extensa y abarcadora, incluyendo poesía, traducciones, ensayos y narrativa. Su estilo poético se caracteriza por una autocontemplación intensa y una exploración de la (auto)destrucción, dando voz a la adolescencia como una fuerza emocional triunfante.
El reconocimiento tardío de su obra por parte de la crítica le otorgó la libertad de residir en la unidad psiquiátrica de Las Palmas de Gran Canaria, donde encontró un refugio y una comunidad acogedora. A lo largo de su vida, Panero mantuvo una relación cercana con la editora Charo Fierro, cuya dedicación y amistad se reflejan en su poesía.
Leopoldo María Panero dejó un legado poético único, donde la belleza y el horror convergen en una danza poética que desafía los límites de la conciencia. Su obra es una invitación a explorar los rincones más oscuros y luminosos del alma humana, un testimonio de la inquebrantable fuerza del arte en medio de la adversidad.
A mi madre
(reivindicación de una hermosura)
Escucha en las noches cómo se rasga la seda
y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
y llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)
Ars Magna
Qué es la magia, preguntas
en una habitación a oscuras.
Qué es la nada, preguntas,
saliendo de la habitación.
Y qué es un hombre saliendo de la nada
y volviendo solo a la habitación.
Dedicatoria
Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.
Canción para una discoteca
No tenemos fe
al otro lado de esta vida
sólo espera el rock and roll
lo dice la calavera que hay entre mis manos
baila, baila el rock and roll
para el rock el tiempo y la vida son una miseria
el alcohol y el haschisch no dicen nada de la vida
sexo, drogas y rock and roll
el sol no brilla por el hombre,
lo mismo que el sexo y las drogas;
la muerte es la cuna del rock and roll.
Baila hasta que la muerte te llame
y diga suavemente entra
entra en el reino del rock and roll.
El circo
Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma.
Mi hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.
El noi del sucre
Tengo un idiota dentro de mí, que llora,
que llora y que no sabe, y mira
sólo la luz, la luz que no sabe.
Tengo al niño, al niño bobo, como parado
en Dios, en un dios que no sabe
sino amar y llorar, llorar por las noches
por los niños, por los niños de falo
dulce, y suave de tocar, como la noche.
Tengo a un idiota de pie sobre una plaza
mirando y dejándose mirar, dejándose
violar por el alud de las miradas de otros, y
llorando, llorando frágilmente por la luz.
Tengo a un niño solo entre muchos, as
a beaten dog beneath the hail, bajo la lluvia, bajo
el terror de la lluvia que llora, y llora,
hoy por todos, mientras
el sol se oculta para dejar matar, y viene
a la noche de todos el niño asesino
a llorar de no se sabe por qué, de no saber hacerlo
de no saber sino tan sólo ahora
por qué y cómo matar, bajo la lluvia entera,
con el rostro perdido y el cabello demente
hambrientos, llenos de sed, de ganas
de aire, de soplar globos como antes era, fue
la vida un día antes
de que allí en la alcoba de
los padres perdiéramos la luz.
Hembra
Hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura.
El enmascarado
Oh, dónde estás Hombre Enmascarado
en qué galaxia tu nombre ha encallado
lucha, lucha contra el mal
porque la felicidad del hombre es la guerra
Hombre Enmascarado qué amenaza
se cierne sobre tus espaldas
mientras los hombres ríen de ti
oh, pobre Enmascarado de ti se ríen los hombres
qué culpa tiene el pigmeo, el elefante y el tigre
de que Occidente sea cruel
y sobre la cruz disparen
en la selva.
- Henri Cazalis
- Gloria Díez
- Ramón de Campoamor
- Ariel Badano
- Augusto Tamayo Vargas
- Jacinto Benavente
- Tomás de Iriarte
- Antoine-Vincent Arnault
- Raquel Jodorowsky
- Vicente Riva Palacio
- Antonio Fernández Lera
- Roberto Peregrino Salcedo
- Carlos Martín
- Arthur Rimbaud
- Carlos Patiño Millán
- Julio Huasi
- Felipe Novoa
- Atilio Milanta
- Cherríe Moraga
- Roberto Bolaño