Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Luis Alberto Ambroggio

Luis Alberto Ambroggio (Río Tercero, Córdoba, Argentina, 11 de noviembre de 1945) es uno de los poetas más representativos de la escritura hispana en los Estados Unidos. Es además Presidente de la Delegación de Washington de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Por sus veinticinco libros escritos y por su trayectoria en pro de las letras hispanas ha recibido múltiples premios y reconocimientos. Sus poemas están parcialmente traducidos al inglés, francés, rumano, turco, chino, catalán, coreano, hebreo e italiano.

ALELUYA

«Mujer, ¿porqué lloras, a quien buscas?»
«Maria» (Jesús)

Juan 1.

«¿Mujer, porqué lloras?»
la piedra que tapaba el amor muerto,
el sudario de dolores del hijo agonizante,
el sepulcro del silencio negro
están vacíos, iluminados,
tienen olores a día nuevo.

Mujer, por qué lloras
las ataduras de los cuerpos
y buscas vanamente al que vive
al espíritu del amanecer y al canto de los felices
entre la triste pérdida de los muertos.

Mujer, tócate bella y presagia
a la tierra, a los ladrones, a los vientos
que tu amado, tu hijo, tu hermano,
o tú misma hecha universo,
más allá de las noches pasajeras,
no has muerto.

¡Pobres los resucitados que no quieren vivir!
¡Pobres los que viven muertos!
¡Pobre Dios que muere a cada rato
en el suplicio del desamor frecuente!
¡Pobre el que no sea un aleluya en su rostro,
un corazón de paz, un grito lleno
para todos los crucificados,
y para ti, la aparición purísima de un beso!

¿Magdalena, por qué lloras?

MI PRIMER VUELO

Hoy me entregué al viento
con alas grises de alivio
en la libertad del cielo.
Miré el azul de cerca
y el horizonte no era sólo poesía
sino también referencia.
Fui yo, no me llevaron
un poco como pájaro,
niño mimado del aire
titubeante en los primeros pasos.
Volar es la fascinación del alma.
La tierra me espera
con brazos de madre.
Con mi sonrisa feliz
le traigo algo del sol triunfante.

EL PESO DE LOS CUERPOS

Al fondo de las tumbas
Al fondo de los mares
Al fondo de murmullo de los vientos.

-Vicente Huidobro

La sentencia de un cuerpo
vence la apatía de los dioses.
Cuerpos dóciles ante la furia de las ondas.
Cuerpos aferrados al morir y resucitar
y ser luego luminosos.
Cuerpos que son árboles, que son mares,
que son tierra humedecida
que son clamor y ausencia,
que avanzan en el viento
y lloran y reclaman millones de veces
el camino de vuelta
porque nunca pierden la memoria.
Cuerpos-espíritus que se elevan
desafiando a la muerte
como una lumbre sin tregua.

Nosotros les damos a los cuerpos sus alas.

DOS RETRATOS DE UN OFICIO

El Director

Cada nota encendía una herida de amores
Juan Ramón Jiménez

Este y el otro sonido le rozan el alma.
Implora a la melodía con sus ojos
Mientras trazan los dedos el dibujo.

Los violines tienden una cama de seda.
Encanta el aire de su rostro ido
El obóe meloso de otro planeta
La viola que vagabundea los recuerdos.
Conjura la flauta, el contrabajo, los vientos,
El rayo, una tormenta armoniosa
Que lastima mágicamente su cara.

Sus brazos navegan las olas de un lago
Con cisnes de un triste misterio.
Hay árboles lejos en la partitura
Que revive en el huracán musical de su cabeza,
Bosques susurran la lucha verde
De furiosos amantes,
El tímpano destila gotas de plata,
Más tarde recoge sonriente el paisaje dormido,
Y finalmente la calma.

¡Bravo! Lo aplaude el pueblo
Con mis manos sin guantes.

LOS HABITANTES DEL POETA

La Afrodita sin brazo izquierdo
del Museo Británico
irradia sueños empolvados
y lo acompaña.

Espíritus, musas, hechos con dirección desconocida,
ídolos húmedos,
sombras con tatuaje de calendario,
sombras que miran con agujas de olvido
jamás se van de la fiesta.
Protagonizan soledad y derrota
un mundo de héroes conquistados.

El poeta no está solo.
Reza el Diario de Ana Frank
y resucita muertos.
Un lugar, al otro lado del mundo,
le quita el sueño.
El silencio lo deja exhausto y grita muertes premeditadas
en un amor dos caen sepultados
durante noches sin limites.

Con la sociedad que el poeta crea,
escucha las dulces flautas de Tesalia.
La belleza lo tortura en el banco del juicio.
Asume la topografía sabia del cuervo
y enciende con símbolos una danza transparente.
Cosecha amantes en la blancura de las olas,
en el tiempo redondo de la luna,
muere antes de morir
en el cementerio inconcluso de los recuerdos.

En su fuga imposible
Nunca está solo el poeta,
lo poseen voces
inasibles y punzantes,
lo consume el aroma fatal de su amada,
la palabra,
esa divinidad salvaje
que copula con espejos indisolubles.

OLAS DE FUEGO

Mis besos suenan
como gotas de agua
abriendo al caer
tu mansión de agua y de seda.
Tus besos no suenan
forman agua con mi agua
naufragio divino
de varias profundidades

No sé si llegaremos a ser un mar
de ritos evaporados.

PATERNIDAD

Hoy escuché
una expresión extraña
entre los pasillos
de la burocracia.
En el trabajo
un intercambio corriente de palabras:
«Esta es mi creación»
alguien decía
mientras con orgullo de padre
una carpeta de formularios cargaba.
De creación hablaba
con orgullo de padre.
Creí haber escuchado algo
y no haber sentido nada
sobre los papeles muertos
de la burocracia.

LEYENDA DE DRYOPE

Dicen que cada árbol es una diosa escondida
y que gotas de sangre brotan cuando le arrancan
sus flores.

Dicen que cada árbol es una ninfa que sufre,
con el capricho de un desgajo, heridas de amor.

Dicen que cada árbol es una madre con pies de raices
para el niño que juega bajo su sombra triste.

Dicen que estas diosas, madres que el niño abraza
en su gozo,
se enternecen con los llantos y crecen.

Dicen que la muerte se ha quedado sin árboles;
que las lágrimas no son fértiles;
que las mitologías han sido quemadas;
que las madres no son diosas
y que los niños ya sueñan sin bosques.

LA DUDA

Dudar es caminar en el mundo de las ideas
al mover una pieza en un juego de ajedrez;
es preguntarse siempre el porqué de lo que sea
dejando abierto el interrogante cada vez.

Dudar es andar esta vida cruel y humana
en el paso ebrio de su rígida estrechez
y saber lo que se sabe, poco y nada
sin encontrar casi nunca razón a lo que es.

Dudar es ir viviendo la muerte poco a poco
como en un encierro sofocante de vejez
enfocar las cosas y no obtener el foco
que las capture todas con perfecta nitidez.

Dudar es un buscar sabio sin encuentro
del pensar mismo en su insaciable avidez,
es el hombre en sí definido muy por dentro
en carne y alma con su incógnita a través.