Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Luis María Sobrón

Luis María Sobrón es un poeta y ensayista argentino. Integra diversas antologías nacionales y extranjeras. Nació en Nogoyá, provincia de Entre Ríos. Falleció en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires el 24 de junio de 2010. Fue nombrado Socio Honorario de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE); también fue destacado Miembro de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía.

YO CAMINERO

Los pájaros del tiempo
miden mi universo.

*

La dialéctica del viento
lleva en sus voces ocultas
idiomas de pájaros.

*

El mundo late
en el corazón de un pájaro
que escapa de tu sonrisa
late sin tiempos y sin voces
y descubro en los ojos de la noche
la pureza fugaz
de las cosas que te nombran.
El mundo late
en el corazón de un pájaro
que llena tus manos.

*

Muchacha voladora
que llevas itinerarios misteriosos
por cielos de ciudades medioevales
y vives la estación del recuerdo
como la barca de sueños marítimos
de las viejas cartas de viaje
edifica mi mundo
con la sonrisa de tu meridiano celeste
y encontrarás en el secreto de los pájaros
la edad del amor
que fecundiza con manos abiertas.

*

En ese tiempo
ámbito dorado del hombre
las cosas nos dieron su tiempo
tiempo de germinaciones celestes
y de besos prolongados al amor
nos dieron idiomas de pájaros
en un mundo de extraños contornos
y de heredades ocultas
nos dieron un mundo
de frases fantasmas
y de guerrilleros verbos
nos dieron su eternidad
que nos crece sabiamente.

POEMAS DE LA VIDA Y LA PALABRA

I

Hay espejos
en la torre
del pensamiento.

II

Levantaste mi torre
en madrigal secreto.
Los espejos del río
nos llevaron.
Mírame en el junco
de tu orilla.
Con tus manos abro
las puertas del océano.

III

Detrás de la montaña
en la bahía de cristal
un águila solitaria
arranca los ojos del espacio.

Un vientre inaugurado
madura en su sangre
el esperado fruto.

La luz de un prisma
deslumbra el ámbito.

Intuyen do el latido final
tus venas descreídas
liberan al pájaro azul
de mi torre iluminada.

SALMO DE CENIZAS

Necesito deshojar el viento
para que el leve silbido
en el pecho de la rosa
convierta en música frutal
al pensamiento.

*

Desnuda avidez de la gaviota
rompe el blanco mediodía
en parapetos de piedra áspera.

Cosmogonía del hombre.
Estratagema del zodíaco.

Asombro de la ostra
que baja sus párpados
a la agreste razón del sentimiento.

*

Identidad ritual de caballo alado
en arenas de crines blancas.

Ruptura acero de ojales opalinos
en lejano enjambre de muelles y de algas.

Besos furtivos del viento a palmeras murales
de albatros y de zarzas.

Silencio del corazón centauro
en el ojo imaginario.

MÁSCARAS SIN ROSTRO

Deseo escalando pirámides desiertas.
Osa Mayor de la galaxia.

Alegoría del gesto.

Escamoteo sin fin
de los últimos vestigios.

La Palabra.

*

Llanura de pasos giratorios
en la celeste aguja del espacio.

Beso del rayo que muere
en el lago sin memoria.

Itinerante hiedra.
Girasoles de cielo.
Relojes.

*

El mar.
Siempre el mar.

Por la sonda que registra
la sístole y la diástole
de su pecho enardecido.

Cómo águila que disputa
su propiedad al universo.

Irisado por manos de sol
en su torso de invisibles clepsidras,
de antiguos rugidos,
de milagrosas alquimias.

Ante mis ojos lo tengo.
No puedo seducirlo.

Cautivo de horizonte
abre su vientre de ballena.

Solamente Dios es su competencia.

La ciénaga de cristal

Abrazar al pensamiento en cautiverio.

Custodiarlo.

Inocular el elixir de dioses
extrayendo veneno
del atalaya de su máscara.

Rescatar la lealtad doblegada
con la estocada del otro.

Descubrir la libertad
en la confesión cómplice.

*

Órficos espejos
dicen adiós
a tu cuerpo.

Desocultan
códigos salvajes
del dolor sin gesto.

Confidencia
del paraíso a su fruto
donde conviven
el laurel y la crisálida
con la ballesta
del arquero.

*

El eje del sol
enceguece islas sagradas
heridas por sierpes de mareas.

Llegan pájaros blancos
y mariposas de huellas invisibles.

En oratorio de océanos,
la luna urbana vaticina el celaje
de la ciudad cautiva.

Amante audaz el desvelo,
penetra la piel de la morada
en intimidad concupiscente.

El alma en el espejo

Todos los días moría
en cristales y cenizas del alba,
descubrió la tregua
del humilde barro.

Enmudecieron sus huesos
miradas aviesas;
predestinó la ceremonia
en candelabros de astros.

Sus manos silenciaron
sagrarios de alfarero,
ausentes de exorcismos,
sin vientos de pájaros.

*

El ojo
bucea impredecibles zonas,
debate lo efímero del yo
en el espasmo.

Penetra el cenit del pensamiento,
introduce su aguja de relámpago
abriendo el pecho
a nómades quimeras.

Habita la morada
bermellón del mediodía,
conspira con la mácula del gesto
cerradura sin ventanas.

El ojo, imaginario abismo
del pathos con la vida,
emprende el desafío
ante la fragilidad de la certeza.

*

El ojo
descubre caminos del Olimpo
hasta el abismal bestiario.

Abre puertas de montañas milenarias
a musgos de sueños al acecho.

Paraliza la provocación de genes
en el mundo o el abismo,
aquelarre sin temor
que redimirá el olvido.

Sin códigos expresos,
sin códigos furtivos,
el ojo embriagará a Lucifer
con diademas de laurel y muérdago
hasta diabolizar su ironía.