Poetas

Poesía de Chile

Poemas de María Cristina Menares

María Cristina Menares (La Serena, 1914 – 2012) poeta y música chilena. Se relacionó también con la cultura musical de diversos países y fue merecedora de varios premios literarios. Se desempeñó como Agregada Cultural del gobierno de Chile en diversos países. Su poesía sencilla y musical refleja el amor y los procesos del mundo interior.

Con respecto a su poesía, el autor Carlos Órdenes Pincheira, ha hecho notar: «Con su acento característico, esto es, en buena poesía, la autora posee la facultad de interpretar al hombre embriagado, azotado por una vida injusta que lo ha marginado de la gracia de tener un camino en el que no falten el pan, la música, la tibieza y el canto…».

VIGILIA DE AMOR EN HANGA ROA

Sólo en sueños puedo amarte,
hombre de piedra.

Hombre
tallado en la cantera
del volcán Rano Raraku;
vigilante milenario,
dios altivo.

Yo presiento
que en las noches en que suelta
su aromático aliento
el eucaliptus,
me escudriñas con tu estática mirada.

Otras veces
es tu voz la que me alcanza
a través dela distancia,
con clamor petrificado.

No me busques,
no me nombres
ni me implores
desde nubes de una atmósfera intangible
de sombras y reflejos.

Entiende que la llama del amor
no resplandece
de gélidas caricia escarchadas.
y por eso, no me ruegues,
ni me invites a besar tus labios fríos,
ateridos
por la nieve endurecida de lo siglos.

Porque yo
sólo en sueños puedo amarte,
Moai Maea:
¡cuando el cielo se ilumina
con la luz de las estrellas,
y la noche con sus sábanas sombrías
cubre el justo letargo de la tierra!

INDOAMÉRICA LIBRE

Hermano,
sometido hermano indoamericano,
nacido entre raíces
de la selva boliviana:
déjame escuchar las quejas de tu quena
cuando el frío altiplánoco detiene
el ritmo entumecido
de tus sienes.

Déjame sentir tu desfallecido aliento
cuando el látigo del amo
te esclaviza
por un trozo de pan como salario
y una manta para el sueño de tus huesos.

Déjame calmar ahora
la angustia macilenta de tu rostro
cuando curva la fatiga tu espaldas
y la Muerte, desde lejos,
con su mano descarnada te señala.

¡Despierta ya!
Despierta, hermano indígena del sur,
que una era venturosa se aproxima
si elevas tu mirada hacia la luz.

La piña tropical
y la guayaba
ya endulzan la boca de tus hijos.
Por el cielo americano te saludan
las alas del cóndor y el quetzal.

¡Rebélate por fin!
Arroja para siempre tus cadenas
y empuña decidido tu fusil:
es hora de los pueblos liberados,
como antaño con fe lo refrendaran
las banderas promisorias de Bolívar
y altruistas postulados de Martí.

DÉJAME QUE TE QUIERA

Déjame que te quiera
así, calladamente,
Sin ansias, sin palabras,
sin inquietud.
como humo que muere
en el azul.
Como una melodía
que se olvida.
Sin risas estridentes
de alegría,
sin llanto quejumbroso
en el dolor.

Quieta, ahogadamente,
sin voz.
Que sea mi ternura
como el eco
de dos alas que vuelan
a lo lejos.
Como sombra perdida
en el confín.
Déjame que te quiera
silenciosamente.
Sin ansias, sin palabras,
¡así