Poetas

Poesía de Cuba

Poemas de María Elena Blanco

María Elena Blanco. Poeta, ensayista y traductora cubana, titulada en lengua y literatura francesas, y literatura española y latinoamericana.

Quimera

No se habló nunca más de la ciudad
el padre la enterró viva lustros antes de que desfallecieran
todas su casas al unísono
y un polvillo de cal y de pigmentos acres entró por el ojo taladrado
haciendo estragos en la imagen
añicos las palabras

alguna vez de pronto resurgía trocando sus volúmenes
en la aricia pendular de un barco o una senda entre dunas
por la que se buscaba a alguien
a una abuela extraviada por ejemplo
o en cuartos de penumbra con persianas es ascuas
y puertas invisibles

(afuera la canícula imitaba las granadas maduras)

y el nuevo hogar/hotel de solitarios/ un nido de pieles
de cebolla
transparencia de ópalo que éramos
expuestos y encerrados en el cáliz de sangre:
cada cual a beber el zumo destilado del sueño
cada cual a sortear su novatada en el foro
cada cual a estrenar sus fieras nupcias con la noche

o bien la divisaba agónica flotando a la deriva
zurcida por tenue hilo de luz a otros fragmentos de isla
y en cierto ocaso me fulminó de lejos cual circe envejecida
cuando aspiraba al alba el aire tropical en lo alto
de una terraza de aeropuerto

(desde entonces he tenido y perdido muchas casas)

la he vuelto a ver de cerca
la he mirado a los ojos
pero al girar la espalda hasta una nueva cita
indeleble su memoria en mi cuerpo
no quedó ni una huella de mí sobre su suelo
no se grabó mi nombre
nadie aguarda mi voz.

Habaneras (II)

el sillón, el luto eterno, la risa,
las uñas metidas en la tierra
o el fango
señora de traspatio y gallinas,
señora del jardín,
o en la alquimia de una gastronomía
acuosa (sopa de arroz, sopa de pescado)
pastosa (tamal en cazuela, harina de maíz)
untuosa (buñuelos, torrejas, quimbombó)
grasosa (frituritas de todo: bacalao o yuca)
o crujiente (merengues, mariquitas, chicharrones de viento)
o, pulcra, entre madejas e hilos
obra de tejido o bordado, canastilla o crochet,
y antes entre cuadernos
dedos aún deformes jugando con las letras
en el alba distante del siglo,
de unas vidas (Dominica, Ernestina y cuántas otras
cuyo nombre ya olvido),
de esta propia vida,
conformando las sílabas ajenas,
estas sílabas
que por siempre habrán nacido de ella
u otras, las del arrullo, las de la adivinanza,
las del canto a la antigua con voz de gallo:
Martí no debió de morir
entona una maestra joven que cabalga
las diez leguas a Alquízar por una guardarraya
a la luz de la aurora-
ubérrima Urania,
mariposa silvestre
cubana.

La noche

The summer demands and takes away too much,
But night, the reserved, the reticent, gives
more tran it takes.

John Ashbery

La noche habanera huele a nupcias, a líquenes.
La tierra húmeda se chupa los tacones
y hace chirriar las suelas.
Copa de índigo, el mar
invade el aire con sabor a semen,
arde en el sigilo de la brisa insular.

En la rampa la noche es la radiografía del deseo.
Viste a la mujer de transparencias,
enciende las pupilas de los hombres.
Echa candela por cada bocacalle
la noche serpentina
de El Vedado.

Por la noche La Víbora es de un negror tupido,
ese que sobrecoge de un portal a otro, el que propicia
las sorpresas,
los encuentros furtivos:
noche de cachumbambé
obnubilada por algún neón.

Cerca de la Muralla se escurre entre las grietas
ebria y sola, sobre la piedra gris y el claroscuro
de farol y penumbra,
la noche insomne de los marineros.
Deambula desde el puerto y vomita
un vaho de sal que sube por los muelles.

La noche alba de Regla difumina las casas, la lanchita.
Dos perroz hechizados copulan en la línea del tren.
Se oye un tambor. Las almas
de unos estibadores cuidan Los Aparatos
y por Patilarga vuelven
con los ojos en blanco.

De Guanabo es la noche verde de las ranas.
Esconde sus tesoros entre la hierba, en el escalofrío
de la arena, en los bares
extraños. Las cigarras, los grillos,
los mosquitos tampoco dejan dormir.
Noche azorada de la playa.
Costa ilimitada de la noche.

Casas de agua 1

la certeza del mar a sus espaldas
diseñó su perfil

la niña solitaria tiende un cerco obsesivo
a cada esquina

la acosa desde el parque o la grama

olvida alada el miedo y la hora
hasta que la despierta el aire de la tarde

veloz como si la espantara un hado
pedalea hacia el mar

Casas de agua 3

en esos climas los baños de azulejos
son un témpano verde
una pesadilla gótica

la loca fantasía tirita
entre el pudor
y el champú en los ojos

por la ventana alta
la flor del flamboyán
seduce a los insectos que vienen a morir
entre los dedos de mis pies
bajo la ducha

y reaparecen por la noche
en un grito