Poetas

Poesía de Chile

Poemas de María Monvel

María Monvel (Iquique, 1899 – Santiago, 25 de septiembre de 1936), fue una poetisa chilena, considerada uno de los talentos literarios de América Latina a comienzos del siglo XX.

Sus primeros poemas aparecieron en revistas y folletines de provincia y en 1917 fue antologada con su nombre real en la famosa recopilación de poesía chilena Selva Lírica.

En Santiago, adonde se mudó después de su adolescencia, dirigió la revista Para Todos, publicada por la Editorial Zig-Zag y contrajo matrimonio con el crítico literario y periodista Armando Donoso, con quien tuvo un hijo del mismo nombre.

Tradujo a Goethe y los sonetos de Shakespeare: 16 de ellos fueron incluidos en Últimos poemas (1937). Sobre este libro póstumo publicado por su esposo, Eduardo Barrios escribiría: «Estaba ya enferma cuando escribió estos versos, seguramente. Hay en todos ellos un mirarse y revisarse […] Luego en todo se confirma el crepúsculo del alma disponiéndose a marchar. En las formas, hay una vuelta a lo clásico, al deseo de perdurar en sencillez, en melodía de significado y vehículo puros. La poetisa se entregó también a los grandes permanentes, a Shakespeare y Goethe: los traduce en la línea eterna, que ahora le interesa por sobre todas las cosas».

Gabriela Mistral, refiriéndose a ella y a su obra, dijo: «La mejor poetisa de Chile, pero más que eso: una de las grandes poetisas de América, próxima a Alfonsina Storni por la riqueza del temperamento, a Juana de Ibarbourou por su espontaneidad».

Viajó por Europa y América. Falleció a los 37 años de edad después de una larga enfermedad.

Versos de Amor

1

Dentro de todo es dulce
vivir como yo vivo
pendiente de tu amor
como un globo cautivo.

Corre el mundo a mis pies,
pero yo no lo siento:
sólo tu amor me agita
como un ligero viento.

Tú de lejos sostienes
tus hilos temblorosos,
yo de lejos te envío
sonrisas y sollozos…

2

Tienes la maldad fría y sutil del veneno,
sabes la muerte lenta que dan los infiernos,
y sabes además que por eso te quiero!.

Amargas el brebaje que tienes con los,
echas sal en mi pan y en mi goce echas miedo
y sazonas el filtro del amor porque muero!.

Aprendiste a hacer deseables el infierno,
sabes hacer amable la caricia del fuego
y sabes el secreto de hacer mi amor eterno!.

Conoces la manera de ceder al deseo
para que sus raíces no perezcan sin riesgo
y eternizar el río sediento de mis besos !.

3

Tu letra es como tú, firme, ruda, sincera;
tu letra es cruel y mala.
Te amas más en tu letra que no ha temblado nunca
que en la vanidad fría de tu carta.

Te amo, y aborrezco tus cartas y tu letra,
la letra con que escribes tan hondo amor de mi alma.

4

Copa de cristal pulido
bebo, bebo y no me embriago,
con sabor a corazón
y sabor divino a labios.

Bacante soy de una orgía
deliciosa y no me exalto.
Ruedan abiertas las rosas
sobre mi corpiño intacto
y yo bebo y bebo más
el licor que sabe a labios.

Maravilloso licor
del que ya he bebido tanto
sin que se alteren mis venas,
sin que en mi mente haga estragos.

centellea, como dos
ojos negros en mi vaso,
prende infinitas antorchas
en mi corazón helado
y arrastra mi pensamiento
hacia caminos fantásticos.

Bebo, y no estoy ebria no,
Muerdo el cristal de mi vaso
y hago trizas los espejos
que miran y estoy mirando

Me sumerjo en mi licor
como en olas de cobalto
y aunque bebo, no me estalla
roto el cerebro en pedazos …

Disuelvo mi pensamiento,
licor con sabor a labios
y en tus olas de emoción
toda la voluntad deshago.

Centellar de ojos ardientes,
aunque muero, no me embriago,
y aunque he disuelto mi vida
en la copa de tu labios!.

5

Junto a mi vera un camino,
y aquí tranquilos mis pies
y no me llevan consigo!.

Me incita a mi lado el mar
y un barco a la vela presto
y no me voy a viajar.

Me consumo deseando,
y tu boca guarnecida
de besos, aquí a mi lado!…

Pero entre mi alma y tu alma
hay una pared muy alta …
Tú sabes como se llama!

6

Ya nada más. Miro borrosos
los negros días del pasado.
De tu semblante tan amado
no queda un rasgo tembloroso.

Tu nombre no turba el reposo
de mi corazón fatigado
de haberte tanto y tanto amando
con amor hondo y silencioso.

Libre de fiebre al fin me siento
Mi corazón libre camina
endeble, pero indiferente,
y es la vida espejo pulido
donde contemplo consumido
mi rostro convaleciente.

7

Mi corazón acoge al amor sin reserva.
Le acaricia los rizos con blandura inefable
porque le sabe niño, porque le sabe amable
y porque aquella cruel juventud le recuerda …

Mi corazón le acoge con pausa dulce y fría.
Besa sus labios dulces sin temblar, y le deja
jugar con el carcaj y la saeta vieja
apuntando en el blanco de mi alma vacía.

Pobre amor!, pobre niño! . Mi rencor no te alcanza,
pero no hace surgir la más leve esperanza
el murmullo que siempre derramas en el oído.

Mi corazón repudia tus besos inocentes,
y aunque mis manos buenas te acaricien clementes,
ya no eres para mí sino un sueño perdido.

8

Te odio. Lo digo con la unción enorme
con que te dije te amo.
Pasaste de un extremo al otro extremo,
sin transición , de un salto.
Ayer no más te amé y hoy te aborrezco
y apenas he cambiado.
Siempre sueño contigo por las noches
con hondo sobresalto.
Siempre y sin darme cuenta, me detengo
muda, ante tu retrato.
Siempre que miro un árbol en las tardes
es que te estoy mirando,
Siempre que no respondo a una pregunta
es que en ti me distraigo,
y siempre que se nubla en mi vida
y que quiero morir, estoy pensando
en aquel roce silencioso y último
de tu mano y mi mano …
Todo es igual, pero antes amor era
y ahora es odio en cambio.

9

Tienes la frialdad horrible de una estatua,
de una estatua de piedra en un jardín dormido.
En vano echo a tu cuello las dos serpientes blancas
de mis dos brazos blancos; nada puedo contigo!.

Me tienta el espejismo de tus ojos de acero
y me doblo ante el frío rayo de su mirada.
Si levanto la voz, en sus focos de oro
como un collar de vidrio se quiebran mis palabras.

Pecho de hierro donde se golpean mis puños
hasta sangrar … Te amo, y me muero de anhelo.
Yo no soy sino el hilo de un deseo que asciende
de un amor a tus pies como nudo deshecho!.

10

En tus ojos profundos
está todo mi mundo.

Allí está mi secreto
en tus ojos sujeto …

Busca en ti y no en mí y hallarás
el por qué nunca hallé, dicha, paz.

11

Porque me quieres me torturas
y ya eras dueño de mis días
y siempre habrán mis alegrías
de entremezclarse de amarguras.

Porque me quieres, no venturas,
sino dolor, melancolías.
Porque me quieres, nunca mías
la tarde azul, las muchas puras …

Porque me quieres me atormentas.
Porque me quieres, con violentas
y crueles manos, hieres, hieres.

Porque me quieres, va muriendo
presa de vértigo tremendo
mi corazón, porque me quieres!.

12

Cuando es muy dura para mi la vida,
te miro entras por esa puerta abierta
y es la visión tan nítida y tan cierta
que hago mía otra vez la dicha ida.

Tiembla mi mano de la tuya asida,
se alza de nuevo mi esperanza yerta
y revive en tu amor mi vida muerta
a todos los halagos de la vida…

Otra vez vivo y otra vez me muero
cuando mi boca estrechas con tu cabo
en cruel y pasajera fantasía
para desvanecerte tan ligero,
que despierta otra vez, mi mano toca
la puerta a que no llegas todavía !.

13

Amor que te niegas, espera aun, espera,
soy joven todavía.
No cruces a mi lado sin detener el paso,
soy joven todavía!.

Ni una arruga me cruza la frente melancólica
sin tu caricia fría.
Entre mis manos frágiles tu angustia y tu deseo
cabrían, sí , cabrían.
y si acaso las mueves, mi mano aguda y pálida
se que se prestaría
a la caricia tímida o a la caricia cruel
que tú le enseñarías.
Mientras los animaste, en mis pupilas jóvenes
la dicha sonreía.
No supe de otros goces ni de otro dolor supe
que el que de ti venía.

Sólo de amor lloré, sólo de amor sufrí,
sólo de amor reía.
Tú que mi vida fuiste, nunca pensé, oh ingrato,
que me abandonarías!.
Invéntame torturas, pruébame en mil fatigas,
todo lo sufriría
porque de nuevo amor, se abrase en tu calor
esta mi vida fría…

Amor que te me niegas, espera aun, espera,
espera todavía!.

Berceuse

Duerme. Tus juguetes se durmieron ya.
Si la niña duerme, dormirá mamá.
Y, ¡pobre mamá! bien lo necesita!.
¡Se doblan los brazos de la mamaíta!
y aunque eres en mi alma un montón de luna,
te mezo, te mezo tierna y fatigada…
¡Duerme ,mientras llenas de luna mi almohada
y vuelves contigo de plata la cuna!.

Duerme, que después, ¿Dormirás tan quieta
como duermes entre mis brazos sujeta?.
¿Dormirás tan dulce, tan hondo dormida
como ahora duermes al seno prendida?
¡Duerme mientras puedas!. Más tarde, bien mío,
te dará el amor vivo calofrío,
te desvelará con sus inquietudes
y terrible guerra dará a tus virtudes.
El deseo en llamas quemará tu lengua
y la desazón te infringirá mengua
y del desengaño la desilusión
hará nido muelle de tu corazón.

¡Duerme mientras puedas!. Arrorró, mi vida!
¡Qué dicha mirarte, dormida , dormida!.
Más tarde, después, arruga primero darás desazón a ala mi hechicera.
La primera cana te dará tortura
y te oprimirá como soga dura
y el sueño, arrorró, no vendrá jamás …
Duerme, que después ya no dormirás.

Duerme, que más tarde tus bracitos breves,
serán cuna de otros fardos así leves,
y cuando tus ojos se cierren cansados
has de abrirlos luego, grandes y asustados
porque tu bebé te despertará
como tú despiertas ahora a mamá.

Duerme, que también yo quiero dormir.
¡Mis brazos son frágiles para resistir!.
y te dejaré caer, pobrecita,
en aquel rincón con la muñequita,
entre tus juguetes, gatos y corderos,
¡gloria la de tus amores primeros!
Y desde un rincón el toro vendrá
y en castigo, fuerte , fuerte, mugirá!
Comerá muñeca, comerá niñita,
llorará solita, ¡pobre mamaíta!….

Se durmió. La acuesto. Su cuerpo en la cuna,
fulge leve, como si fuera luna.

Berceuse (2)

Me estoy durmiendo poco a poco,
me estoy durmiendo sobre el mar.
Un hierro sólo me separa
de su viscosa inmensidad
y yo me duermo poco a poco
con blando y dulce cabecear.
¿vendrá el naufragio si me duermo?.
¿ Me tragará dormida el mar?.
¿Morderé perlas, algas, conchas
en un futuro despertar?.
¿Conversaré con las sirenas?.
¿Algún tritón me abrazará?.
¿Iré a las fiestas de Neptuno
en un carruaje de coral?….

En la litera pequeñita
mi corazón dormido está.
No más que un hierro me separa
de su viscosa inmensidad.

Madrigal de Mujer

La fortuna te dió un escaso privilegio.
Van sus cadenas áureas a tus manos prendidas
tornándote más bello su extraño sortilegio…
¡Y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!.

Los honores doblaron en reverencia grave
su multitud de frentes a tu valer rendidas.
Besó tus pies la gloria con su gran beso suave,
¡y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!.

En tus venas elásticas, la sangre azul circula.
Ni una gota bastarda haló en ellas cabida.
Tu escudo en el campo azur el de un infante emula
¡y tu ambición recela que es poco aún, mi vida!.

Alabardas ha puesto a tus cuarenta años
la juventud, para salvaguardar erguida
tu frente, donde no hay surcos de desengaños
¡y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!

Se clavó la belleza como un sol en tus ojos.
Dió la luna a tus dientes es luz desvaída
y ha agonizado el día en tus cabellos rojos…
¡y tu ambición recela que es poco aun , mi vida!.

Mi corazón estruja tu mano despiadada
y me es dulzura y miel esta mortal herida,
Mujer, como una niña me muero enamorada
y tu ambición recela que es poco aun , mi vida!.

Más bello que el sol del Paraíso

Copa de cristal pulido,
bebo, bebo y no me embriago,
con sabor a corazón
y sabor divino a labios.
Bacante soy de una orgía
deliciosa y no me exalto.
Ruedan abiertas las rosas
sobre mi corpiño intacto,
y yo bebo y bebo más
el licor que sabe a labios.
Maravilloso licor
del que yo he bebido tanto,
sin que se alteren mis venas,
sin que en mi mente haga estragos.
Centellea como dos
ojos negros en mi vaso,
prende infinitas antorchas
en mi corazón helado,
y arrastra mi pensamiento
hacia caminos fantásticos.
Bebo, y no estoy ebria, no;
muerdo el cristal de mi vaso
y hago trizas los espejos
que miran y estoy mirando.
Me sumerjo en mi licor
como en olas de cobalto
y aunque bebo, no me estalla
roto el cerebro en pedazos.
Disuelvo mi pensamiento,
licor con sabor a labios,
y en tus alas de emoción
toda voluntad deshago.
¡Centellear de ojos ardientes,
aunque muero, no me embriago,
y aunque he disuelto mi vida
en la copa de tus labios!

Me pesaba su nombre

Me pesaba su nombre como un grillo de hierro,
me pesaba su nombre como férrea cadena,
me pesaba su nombre como un fardo en los hombros,
como atada a mi cuello me pesara una piedra.

Ya no está junto al mío la injuria de su nombre, y… me pesa!

Me pesaba su amor ambicioso y mezquino,
me pesaba su amor de deseo y de queja,
me pesaba su amor que más que amor fue odio,
su dignidad abrupta que más era soberbia.

Ya no tengo su amor, su dignidad, su odio,
y… me pesa!

Me pesaba su celos pendientes de mis gestos,
me pesaban sus celos candentes de tragedia,
me pesaban sus celos adustos, implacables,
envolviendo mi cuerpo con obscura sospecha…

Ya no tengo sus celos, su sospecha, su injuria,
y ¡Dios mío! me pesa…

Palabras de un Amante

a Luisa Ackermann

Como yo del amor me entrego a la corriente
y sumerjo, en las aguas a que me he abandonado,
mi corazón, y estrecho contra mí , locamente,
un ser idolatrado.

Yo sé que sólo estrecho como una quebradiza
forma, que puede helarse de pronto, sombra vana,
y que ese corazón de llama y ceniza
será polvo mañana.

Y que no saldrá nada. Ni una chispa siquiera
que se huya a esa mansión romántica imposible…
Polvo no más, y acaso una piedra ligera
con la muerte impasible.

Y han de venir serenos en la postrera hora
cuando la carne del espíritu se evade,
ante aquellos despojos donde el alma no ora
¡a hablar de eternidades!.

¡La eternidad! Extraña y tremenda amenaza
al amante que gime destrozado en su duelo;
lanzarle aquella frase que enloquece y abrasa:
¡ la eternidad, el cielo!

¡El cielo aún ! detrás de aquel hoyo profundo
¿ se abriría al objeto de mi pasión celosa?
No quiero, entre ella y yo, los abismos de un mundo,
basta con una fosa.

Se me replica en vano para calmar mi llanto
el ser del cual la muerte sin piedad te separa.
¿Qué dirías si el cielo que tú maldices tanto,
por fin, te lo entregara?.

Entregármelo ¡oh Dios!. mas, distinto, cambiado,
con otros pensamientos y otro amor diferente,
sin que quedara en él nada del ser amado
¡y amado locamente!

¡Ah, no ! ¡ Qué todo muera con ella! Lo prefiero
y no encontrarla nunca, no verla nunca más;
que el dolor que en sus garras me destroza prefiero
¡al consuelo que das!

Y ahora, cuando siento bajo leve caricia
mi corazón que vivo palpita apresurado,
mientras sobre hondo caos, en olas de delicia
le mantengo estrujado.

Sin pesares inútiles y sin amargas quejas
me dejo así mecer por la cruel realidad.
No quiero, ¡oh,Dios! que , loca quimera, por mí tejas
tu absurda eternidad.

¿Qué haría yo de aquel más allá insoportable
yo, que no soy sino ternura y vehemencia?
Mi cielo está aquí abajo, horrible o adorable.
¡No quiero tu clemencia!

Durar no es nada, al fin, madre naturaleza,
y si el amor se enciende bajos tus hondos ritos
que importa el ser fugaces, si habemos la certeza
¡que somos infinitos!.

Voluptuosidad es sublime heroísmo
lanzar en el vacío la mirada perdida.
Se ama más hondo cuando se ama sobre un abismo.
donde oscila la vida.

Cuando venga la muerte y este lazo invisible
se deshaga de pronto que nos sujeta ahora
y sienta yo en el alma la agonía terrible
de su postrera hora,
tendré valor. Mi propio dolor me dará brío
ante lo que nos va por siempre a separar.
Y habrá bastante amor este corazón mío
¡para nada esperar!

Pensamientos de otoño

I

Inquietud de Otoño,
soledad de los parques,
tristeza de las cosas,
languidez de los árboles,

cielos de esmaltes grises…
Otoño, oro y blancura,
¡tu sol es blanco y frío
como la luna!…

Nacen en ti los vientos,
hijos son del Ogro,
y roban a los parques
sus tapices de oro.

Otoño pensativo
Otoño de la tierra,
¡para mí has sido , Otoño,
la primavera!.

II

De jugar cansadita
a la madre te acercas,
juntando a mis mejillas
tus mejillas de seda.

Mi inquieto amor te atrae,
mi inquieto amor te besa…
¿Eres mi primer hijo
o mi última muñeca?

¿No tienes frío, dime?
El Otoño comienza …
¡Que te importa el Otoño
si soy tu primavera!.

¿Que te importa que el viento
silbe iracundo afuera?
¡Otoño es de los niños
que tienen madre muerta!

Renovación

Amor único mío,
de mi vida, amor bueno,
que haces de nuevo cándida mi alma,
mi cuerpo virgen y mis labios nuevos.

Maravillosa esponja
de mis dolientes desengaños, fueron,
buen amor, el dulzor de tus palabras,
piadoso amor, la esencia de tus besos.

Milagro de milagros.
que logras el renuevo
en el cristal obscuro de mis ojos
y en los claros cristales de mi pecho.

Fanal que alumbraste
el perdido sendero
cuando más extraviada mi amargura
huía del dolor y hallaba el tedio.

Busqué con afán tanto,
que encontré al fin mi premio,
mi buen amor, que transformaste en soles
las taciturnas sombras de mis duelos…

De mi vida, amor último
de mi alma, amor primero,
me apego a tu dulzura,
en tus brazos me estrecho,
y así no tengo miedo de la vida,
así no tengo miedo!.

In memoriam

¡Muerta!, dicen los suyos, muerta dice la gente,
y muerta digo yo cuando la siento helada.
Y el sol alumbra como no pasara nada
y sigue el corazón marchitando indiferente.

No sé por qué no muero cuando beso su frente,
junto al mutismo trágico de su boca cerrada.
No sé por qué no muero si su cara adorada
no es ya más que la cáscara de su espíritu ausente.

Por no matarme, no entra loa certeza en mi pecho.
Es verdad que está muerta sobre su blanco lecho,
pero desde otro lado nos mira sonriendo.
Y en ‘aquel otro lado’ quiero creer ansiosa,
mientras junto a sus labios una trémula rosa
que, de saberla muerta, también se está muriendo.

Quién de los dos la amó con un amor más cierto:
no fuiste tú sin duda que al fin la conseguiste.
Pues si tu amor creció, fué porque tú la hubiste,
que sin su amor tu amor de fijo habría muerto.

Yo no tuve esa dicha. Para mi amor despierto
no hubo nunca el alivio, porque el amor subsiste.
Y la amé, sin embargo, pobre corazón triste,
de esperanza y amor y alegría desierto.

Y me dices: ‘Arriba nos vemos’. Es mía
para el eterno amor y la eterna alegría.
Y yo, herida, suspiro y suspirando callo.

‘En el cielo no hay sexos’. Y quizás lograría
que me quisiera tanto como yo la quería.
¡Y este es el triste y único consuelo que no hallo!

Yo creía adorarla. Pero no hubo bastante
amor en mí para su corazón divino.
La zahirió mil veces mi gesto interrogante
y mi torpeza nunca vislumbró en su destino.

La anestesia del dolor
me rinde el cuerpo, velándola.
¡Quién se quedará dormida
sobre aquellas mismas sábanas!.

Quién se quedará dormida
junto a su cara pálida,
de sus ojeras azules
y de su boca apretada.

El sueño cierra mis párpados.
Quiero un lugar en su cama
y bien pegada a su pecho
dormir en las mismas sábanas.

Amanece y con el día
su último lecho la aguarda:
como a un niño en la cuna
la sumergen en la caja.

La caja de fino cedro
para su cuerpo es tan ancha
que si me dejan también
me habría ido con ella.
Sobre la almohada de encajes
su palidez es más blanca.

Tuve sus dos manos perdidas de nuevo,
encontré el torrente de sus ojos claros,
escuché otra vez su palabra única,
mi corazón frío calentó en sus brazos.

Mi esperanza, como destrozado espejo,
zurció en un instante pedazo a pedazo …
A su beso agudo pajes en acecho
vistieron de púrpura mis pálidos labios.

Trocó en rosa el ocre de las bambalinas.
Se llenó de súbita música argentina
el corazón muerto y desvencijado.
Vino luna nueva, audaz vengadora,
y cegó de un golpe de su hoz brilladora
la cabeza hirsuta de mi mal pasado.

¡Calla! Me acuerdo de nuevo
de esa voz que ya olvidé.
No deshagas el esfuerzo
heroico que derroché.

No me nombres si quiera.
No curé bien todavía.
¡Ciega! La venda es ligera,
si la rozas sangraría…

¿Mi frialdad? Es orgullo.
¿Sabes lo que puede en mi?
Canto como puede el suyo.
Por orgullo no morí.

¡Qué larga convalecencia!
No sano aún. Calla, pues.
Sangra mi herida otra vez
si presiente su presencia.

Expansiones

¡Ah! ¡Mi vida! Te amo, te amo ¿has entendido?.
Estoy loco por ti, loco de mil locuras,
y aun digo palabras que son siempre las mismas,
te amo, como se ama sólo una vez, sólo una …
¡Te amo ! ¿ Me comprendes? ¿Te ríes? ¿Soy estúpido?
pero ¿ que quieres que haga para que al fin me entiendas,
para que al fin lo sientas? Lo que se dice es vano
y vacío, y yo busco lo que nunca se encuentra …
lo que los propios besos no expresan nunca, nunca,
lo que ahoga aquí como enorme sollozo,
aquello que siento ansias de traducir , inútil,
¡y que decir no alcanzo y que expresar no logro!.
Y pensar que se vive a través de palabras,
de las cuales me siento con sed y que analizo.
Es preciso que sepas y es preciso que diga
que diga justamente lo que nunca te he dicho.
Para hablarte quisiera ser un hondo poeta
que te dijera …. pero, ¡ respóndeme alma mía!
¿ qué sientes, cuando así te tengo entre mis brazos
toda tú: tu cabeza pequeña y tu sonrisa?…
¡y cuando cien mil veces, sin saber lo que digo,
y queriendo decir lo que procuro en vano,
te repito otra vez esa frase vacía
que te dice tan poco: ¡estoy loco y te amo!…

Siempre

Porque te llevo bien metida en mis entrañas
y porque con mis ojos y con mi luz te alumbras,
porque pende tu vida de un hilo entre mis dedos
!no te olvidaré nunca!.

Porque el pan que te comes es mi amor quien lo amasa,
porque tengo la llave de tu llanto escondida,
porque guardo en mis manos tu copia sonrisa
¡te amaré por la vida!

porque mi corazón es tu techo y tu amparo,
porque si te recuerdo siempre temo olvidarte;
porque corre en tus venas tu sangre si te miro,
porque si no te miro se detiene tu sangre.

Porque a veces te amo y aveces te abandono,
porque puedo matarte cuando no sé quererte,
porque con mis abrazos te convierto en cenizas
¡Te amaré para siempre!