Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Omar Lara

Omar Lara fue un poeta, traductor y editor chileno nacido el 9 de junio de 1941 en Nohualhue, Teodoro Schmidt, aunque creció en Nueva Imperial, donde fue registrado y donde su abuelo tuvo una gran influencia en él. Comenzó a escribir poesía desde temprana edad, influenciado por el campo y los espacios semirrurales del sur de Chile. En 1963 ingresó a la Universidad Austral de Valdivia para estudiar pedagogía en castellano, donde en 1964 fundó el grupo y la revista de poesía Trilce, de la cual fue director.

En 1971 obtuvo su último trabajo en Chile antes del exilio en la Universidad Austral en el departamento de Extensión Cultural. Después del golpe de Estado de 1973, fue detenido y permaneció cuatro meses encarcelado. Se exilió en Perú y luego en Rumania, donde se graduó en filología en la Universidad de Bucarest y se dedicó principalmente a la traducción. En 1981 se instaló en Madrid, donde refundó Trilce y fundó Ediciones LAR y la revista del mismo nombre, que a diferencia de Trilce, que era de poesía, pretendía ser más amplia.

En 2006 fue nombrado profesor adjunto de su alma mater en Valdivia. Su obra ha sido galardonada nacional e internacionalmente y ha sido traducida a varios idiomas. Falleció el 2 de julio de 2021 en Concepción.

SÁBADO EN PORTOCALIU

A Sola Sierra

La historia se detuvo en la puerta
De las ciudades de miseria
Bocas quemadas por el silencio
Cuerpos sitiados en el vacío
Polvo de huesos en el aire.

Hace frío en Portocaliu
Un frío de sábado solo
Los jóvenes desesperados
Bailan solos y desesperados
Una música desesperada.
Hace frío en Portocaliu.

Después de la lluvia las calles
Caminan al bosque sagrado
Adiós ángeles y milagros
Adiós relojes detenidos…

En los relojes detenidos
Están los signos de otros sueños
Las sombras irrecuperables.

La historia no deja pasar
El suave pelaje de los sueños
Los sueños no tienen destino
Son como un sábado en el aire.

La historia es todavía ajena
No sabe muertes ni abandonos
No sabe de lúgubres casas
Llenas de noches y quejidos.

Son muy extrañas esas cosas
Que a veces tomamos por ciertas
Y hay verdades aborrecibles
En el pozo de la memoria.

Son como vidrios empañados.

Pero alguien limpia los vidrios
Del mirador que da a tus ojos
Y atisbamos o quisiéramos.

Y la noche se mira en nosotros
Desvergonzadamente desnuda.

EN EL FUTURO, MADRE

En el futuro, madre,
yo estaré en el medio de la mar
como si me esperaran
todos los peces invisibles y mudos
por debajo de olas y corrientes.

Yo nadaré desnudo una vez más
con tu rostro marcándome las brazas
con tus menores gestos y demás.

Yo estoy
madre
mirándome en ti misma.

Este nadar en ti ya lo sabía
pero repito tanto y tanto gesto
en las más submarinas y espasmódicas
tormentas del venir y del viniendo.

Yo tiro de esta soga y tú
la guardas
en tu mano más suave de palmera
de colihue
de sauce
de junquillo.

Nado
Madre
en la nada
nado
y nada.

ACOSO

Debo acostumbrarme a tu nombre
en todas partes
escucharlo en las conversaciones
encontrarlo en libros y revistas
en anuncios publicitarios
en títulos de tiendas y florerías.
Es curioso cómo se extiende tu poder en el mundo
a través de las descaradas letras de tu nombre
y si no estoy en tu influencia
me hace llorar otra vez como antes.
Aunque tenga un amor (una mujer que amo)
aunque tenga un amor (una mujer que ama).
No me engaño
no te engaño
ya ves
no te engaño sombra fatua
que haces nido en mi memoria
con un gesto posesivo y cansado.

Con la tristeza sin fin te di.

ANDEN

La figura que te despide
se confunde
en los últimos destellos de la luz neón.
Velozmente animados, postes, hilos
eléctricos, bancos deshabitados
se precipitan entre aquella figura
y la imagen de ti.
Todo lo cual ves como si fuera un film
y tú
un cómodo espectador y sumiso.

LAS HORAS DEL LOBO

Difusos habitantes escudriñan
Nada

mueven los labios en un idioma que casi olvidé
aunque sé que estás aquí
al alcance de mi voz
a menos de un millón de kilómetros de distancia
debajo de tu blusa de lana
debajo de tu blusa de luna
caliente y hermosa.
Si todas las mujeres tiemblan bajo una blusa de lana
tibias en sus porosidades
si todas tiemblan
feas y lindas
qué puedo decir de ti
que eres mía y te amo
aunque no existas.
He vivido tantos años lejos de ti
rodeado de tu ausencia como una
isla

en las viejas casas de madera
en la tierra que no pisamos juntos
en la hierba en que no nos tendimos a mirar
las estrellas
he vivido tantos años lejos de ti.
Pero qué habría hecho sin tu ausencia todos estos años
qué habría sido de mí
hubiera podido incluso ser feliz.

Debo apresurarme,
se me hinchan las piernas
tú sabes
y en el cuerpo me aparecen unas fantásticas
placas aureoladas.

Me pregunto si llegaré a tiempo a tu cuerpo
tu cuerpo que se contrae con mi jugo de limón
debo apresurarme.
Debo apresurarme a pensar que debo apresurarme.

Tú que eres razonablemente feliz
¿has pensado en lo que nos espera?
Hay lugares que son sólo nombres
y otros
son sólo recuerdos
y nosotros buitres de los recuerdos.
He ahí esos despojos
un gesto
una sonrisa
el paso del tren frente al suave lomaje
un furtivo paseo por el pueblo natal después de tantos
años.
Algo queda.
No es un festín
los huesos están roídos
casi pulverizados
pero puedes buscar bajo las piedras
o lamer el polvillo.

Mas hay amor mío
lugares y destinos que parecieran estar
al otro lado del mapa
invisibles pero ciertos
con tranquilos crepúsculos
y en la distancia
cuerpos que se deshacen en dirección al sol
mientras salan sus piernas en la espuma.

Habremos envejecido junto a un cenicero repleto de
colillas
mirando algún retrato ya sin rostro
amarillo
y algún otro tesoro rescatado del tiempo.
Tú que podrías haber sido razonablemente
Feliz.

VALLEJO

Tienes hambre en París animalejo melancólico;
los aires de Trujillo te hicieron mal,
París, qué hace París con el poeta bajado de los Andes,
instalado de pronto en la rue Molière
desde donde cavilas y te enamoras.
Disputas diariamente con la vida que no te gusta
y sin embargo te gusta, herido como estás
de tantas cosas,
de Perú que te duele en pleno pecho,
de Santiago de Chuco revolcado,
de tu pulmón tan pequeñito cada día más.
Herido como estás de tu dolor tan cariñoso.

DIARIO DE VIAJE

Yo vivía en un barco
En el rincón más dulce de ese barco
En cubierta crujían las sogas y los fierros
En el cuarto más dulce yo escuchaba
Escuchaba a cubierto de lluvias y de vientos
Adorando como un naúfrago a la dueña del viaje
A la que doy
Temblando
Mi precario bagaje.

Ella es mi salvadora
Por lo tanto
Mi dueña.
Me pregunto si sabe que es mi dueña
Si sabe
Que hay un naúfrago entre el vino
Y el viento
Si se da cuenta
Que en cada beso le doy mi última humedad
Casi mi vida.
Es una frase grande
Reconozco
Pero un náufrago
Se puede permitir ciertas licencias
Y además
¿quién podría decir que no es verdad?

Amo a ese barco.
Amo el susurro de los árboles
Lejos
Amo el sonido de sus pies sobre el suelo
Desnudo
Sobre todo
Cuando viene hacia mí
Amo su gesto
De hacer el pan
De encender el fuego
De mirar en la noche. Amo
Su piel amada
Su cintura en mis labios
Amo sus ojos
En el éxtasis
La dulzura final
El milagro sagrado.
Hasta amo
Sin quererlo
Sus silencios.

Yo vivía en un barco
De hecho
Sigo ahí
Para siempre. Y si mi cuerpo se hunde
Pienso que algo insistirá
Insistirá
Insistirá
Y alguna vez
Tal como en esas viejas casas de madera
Un aire loco
Enloquecido
Susurrará esa palabra que sólo ella conoce
Que sólo yo conozco
Y quedará
Por un momento

GRAN HIMALAYA

Es un hecho que no subiré jamás a las cumbres
del Gran Himalaya;
está escrito que los hombres allí se vuelven
dioses
y el poder temible de la naturaleza disminuye a
los seres: sus pasiones,
a una blanda indolencia.
Pero yo no subiré al Gran Himalaya,
tropezaré con las piedras del camino,
me embriagaré con deleznables licores,
seguiré maldiciéndome con ternura.

LA CASA

Esta es mi casa
Yo me voy
Es tu casa
Seré feliz sabiéndote en
Mi casa
Lo que soy y seré queda contigo
En un rincón hay un bicho adorable
Amarrado a una sombra
Yo digo que es mi amor
O el amor… en general
El amor… el amor
Como si fuera una palabra fácil
Como si fuera un bicho amable
Se fue… se fue
Por la escalera azul
Y algo queda de mí
Como un bicho que aúlla
En un rincón

DÍA DE MUERTOS

Bebe el vinillo triste de Imperial
Con mi madre que amadra sin descanso
Aquello que no sabe y no sabiéndolo
Lo vuelca de un sentido sin sentido.
Una muerta en la boca me deslumbra,
Una sombra
Un sonámbulo tributo
El despertar confuso de otra sombra
Que difunde mi aliento en la penumbra.
Una muerta que viene con el río.
Una sombra que finge de estar viva.

Nos vamos y llegamos en un círculo
Que al fin encontrará su punto cero
Y no habrá verso
Vino
Ni suspiro.

Como será sin lluvia y sin abrazo…
Será como esa piedra o esa hierba
O será como el viento que fatiga
La calle solitaria de noviembre.

GASTADAS Y ESTROPEADAS

Cuando posas tu mano
en mis cabellos
y palpas mi transpiración bajo el pelo
durísimo
yo te doy las gracias en silencio
por tu dulce ferocidad.
Cuando entierro mis dientes en la realidad
y los saco sucios de barro y veneno
cuando me empujan hacia la sola
temible oscuridad
cuando desconozco a mis hijos
y debo recorrerlos uno a uno
ciego
tú me lanzas tu mano como un relámpago
o un salvavidas
y a ella me aferro
y la fiebre declina
y duermo al fin
y vuelven a ordenarse las figurillas
gastadas y estropeadas.

DECIRES

La noche dice: el sol
Es un sueño por soñar
El hombre el portador del sueño
A un pasado
A su vez
En otros sol.

Dice el camino: el sol
No es sino el mismo camino
El hombre el espejo de algún sueño
En el que mutuamente ambos se ven.