Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Osvaldo Lamborghini

Osvaldo Lamborghini, una figura enigmática y provocadora en la literatura argentina, nació el 12 de abril de 1940 en Buenos Aires. Hijo de un ingeniero vinculado al gobierno de Juan Domingo Perón, Lamborghini se vio influenciado por el peronismo en su juventud y se convirtió en un protagonista activo dentro de esta corriente política. Este trasfondo político sería una constante en su vida, aunque con el tiempo tomaría direcciones inesperadas.

El legado literario de Lamborghini es, en muchos aspectos, tan escaso como es impactante. A lo largo de su vida, solo publicó tres libros: «El Fiord» en 1969, «Sebregondi retrocede» en 1973 y «Poemas» en 1980. No obstante, su influencia en la literatura argentina es innegable. Su obra es caracterizada por la violencia de sus imágenes, el uso de la jerga política y el lunfardo, la parodia y las imágenes pornográficas.

A pesar de su breve obra literaria, Osvaldo Lamborghini también incursionó en el mundo de la historieta, colaborando en la serie paródica ¡Marc! en la revista Top Maxi Historietas en 1972. Sus alegorías políticas lo llevaron a distanciarse del peronismo tras la publicación de «El Fiord» en 1973, y con el golpe de Estado en Argentina en 1976, se exilió en España, donde residiría hasta su fallecimiento en 1985 a causa de un infarto, a la temprana edad de 45 años.

A pesar de su partida prematura, el impacto de Lamborghini en la literatura argentina perdura y su obra ha sido reeditada y revalorada gracias a escritores como César Aira, Rodolfo Fogwill, Néstor Perlongher y Ricardo Strafacce. Su estilo transgresor y su capacidad para desafiar las convenciones literarias continúan siendo objeto de estudio y debate en el ámbito literario, consolidando a Osvaldo Lamborghini como una figura «maldita» e inolvidable en la historia de la literatura.

Unas bolitas de mercurio

a Susana Cerdá

Cuando la pasión se hace fuerte, pero muy fuerte,
El cielo monta su gatillo
Y entonces estamos perdidos
Mi muy querida
Más, tal vez, nos valdría…
¡Oh, no, nada nos valdría!
(Salvo este gustito de perecer en el intento)
Porque la cuestión es nuestro galimatías adrede.
Claro: no hay cuestión.
Aunque (jamás escribir aunque)
¿Por qué no hay cuestión?
No me preguntes, querida
Ya estoy un poco harto de tus preguntas
¡Aunque!
Igual te amo al calor del diálogo
Y, y no nos entendemos
Prefiero tus pies de monja sobre la boca
“Del que no sabe pensar”
Yo
Electrizantes pies de monja
Cada uno de tus hermosos pensamientos
Los tiraré a la basura
¡Aunque!
Porque siempre estaré a tu lado
Millones de lados
Una sola mujer
¿Dónde estás, paradisíaca?

***

Ligeras ganas de introducir pasmado
el remanido pene en la pátina vagina
y adorar luego la bóveda celeste.
Venían los griegos, esos niños inocentes de la peste.
Encendían el fuego y escupían las espinas,
no en un cuarto de hotel, no en éste,
que a manzana huele y a pornoshow deshabitado
por la más linda, por ella,
por la más bella,
por la más trina,
por la joya:
Helena, Helena de Troya,
Madre de Dios y bailarina.

El éxtasis y la dosis y la rima
y una clase de zorrino ensimismado
que igual tendré que dar mañana a pesar del pico.
Me gustaría ser judío
y mañero y transexual como el Espíritu,
y no este zorzal, este aeda marcado,
que huele a horror aunque se disfrace de Cupido.

***

Envuelto en una paz apocalíptica
el tipo miraba la cocina,
las hornallas, el fuego encendido:
la cocina, empapelada ciertamente
con hojas o páginas
de diarios y revistas.
Él no había merecido la estrella de la mañana,
eso es claro, y no era (ni siquiera)
el primogénito de la muerte.
La vida pasaba como un lago.
Las orillas tensas, el centro mudo.
Agua ciega, pobre y cercada.

Aquel que ayer nomás decía
tomaba ahora mate eternamente
y leía novelas de vampiros.
Televisión y fármacos: la perfección
quedó en anhelo.
Renacerá el amor con la próxima guerra.
Y en un entonces sin entonces,
con un Dios pifio que siempre tarda,
entonces se apoyará en sus muletas
y abrirá el pico como una gaviota
y derribará las puertas del paraíso,
antesala del infierno.

***

El gayo Fané
en la madrugada:
visto en la madrugada
por la fiera del tiempo que
lo chifla.
La fiera del tiempo
chifla al gayo Fané
y la hace ver:
la Belleza cascajo. Teñida.
la Belleza chueca. la Belleza
dos cuartas. picoteada.
cachivache.
La Belleza percha. des-
cangayada. la Belleza
nuez: bajo. deshecha.
El gayo Fané
en la madrugada
chiflado por la
fiera del tiempo
se ve:
un mendigo
un desplumado
un ruin
un de rodillas.
El chiflido
de la fiera del tiempo
en la madrugada. el chiflido
que hace ver. que chifla.
El suicidio
del gayo Fané:
chiflado.

OTRA

Otra, tal vez, otra rima:
Dala a la pérdida por perdida.
Un ladrido al que no hay
perro que lo exprima.
En la boca chula de Adonai
así se llamaba la vida:
—“Mal que no se halla contra”—
No le tengas, gas, grima
a la gloria roja
del homicida:
de su matriz se la despoja
más la crin (lacrima) de una potra.
La grima íntima intimida
y sin música sonroja.