Poetas

Poesía de Guatemala

Poemas de Otto-Raúl González

Otto-Raúl González Coronado, nacido en Guatemala el 1 de enero de 1921 y fallecido en la Ciudad de México el 23 de junio de 2007, se destacó como un poeta y escritor guatemalteco-mexicano cuya influencia en la literatura latinoamericana sigue resonando hoy en día. Con una prolífica carrera literaria que abarca más de 60 libros, González se convirtió en un referente de la Generación del 40 y dejó una huella indeleble en la poesía, el ensayo, la novela y el cuento.

La vida de Otto-Raúl González estuvo marcada por su compromiso político y su lucha contra la dictadura de Jorge Ubico y Castañeda en Guatemala. Su activismo estudiantil lo llevó a huir de su país natal en 1944, encontrando refugio en México. Antes de su exilio, ya había demostrado su habilidad literaria al liderar el Grupo Acento y dirigir su revista, con la publicación de «Con Voz y Voto del Geranio» en 1943, un poemario que exaltaba la vocación libertaria de su pueblo. Este trabajo lo catapultó como una de las voces poéticas más prominentes de su generación, que más tarde sería conocida como la Generación del 40.

Durante su estancia en México, González desempeñó un papel diplomático en representación de Guatemala y se involucró en los esfuerzos del gobierno de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz Guzmán. Fue director de la prestigiosa Revista de Guatemala, contribuyendo al florecimiento cultural y político de su país de origen. Sin embargo, con el golpe de Estado y la intervención de la CIA en Guatemala, González se vio obligado a refugiarse definitivamente en México, donde desarrollaría la mayoría de su obra literaria.

Su obra literaria, traducida a múltiples idiomas, abarca una amplia gama de temas y géneros. Desde la poesía hasta la novela y el ensayo, González exploró la naturaleza humana, la política, el amor, la naturaleza y la identidad indígena en sus escritos. Su estilo literario se caracteriza por su riqueza lingüística, su musicalidad y su capacidad para conmover y provocar al lector. Su poesía va desde la ternura hasta la diatriba, pasando por el sarcasmo y la indignación, lo que le permite abordar una amplia variedad de temas con maestría.

Otto-Raúl González, además de su destreza literaria, también se destacó por su compromiso social y su preocupación por la realidad socioeconómica de los pueblos subdesarrollados. Graduado en Derecho y Letras Hispánicas, combinó su pasión por las letras con su interés por las cuestiones políticas y sociales, convirtiéndose en una voz influyente en ambos campos.

En resumen, Otto-Raúl González Coronado fue un poeta y escritor versátil cuyo legado literario trasciende fronteras y generaciones. Su obra, que aborda temas profundos y variados, sigue siendo una fuente de inspiración y reflexión, recordándonos el poder de la palabra escrita para dar forma a la conciencia y la identidad de una nación y su gente.

Anadrio

Quien primero vio una nube de color anadrio
era un joven pastor de diecisiete abriles
que más tarde fue monarca de su reino
y hombre feliz hasta decir ya no,
porque el anadrio es el color de la alegría
y de la buena suerte.

¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!

En mil quinientos veinte
un español porquerizo de Castilla
vino a América y cuando se internó en la selva
vio un árbol de color anadrio
ese mismo soldado de fortuna
más tarde comió con Carlos V
y fue virrey;
porque el anadrio es el color de la alegría
y de la buena suerte.

¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!

En la época moderna otras personas
han visto objetos de color anadrio
y su suerte ha cambiado en forma radical.

Un pescador vio una sirena cuya cola
era anadria y desde entonces
pescó y pescó y pescó y pescó y ahora
es dueño de una flota ballenera;
porque el anadrio es el color de la alegría
y de la buena suerte.

¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!
¡Y de la buena suerte!

Vendía periódicos un niño,
rapaz sin desayuno, de pobreza trajeado,
un día en su camino vio una piedra
que era, por supuesto, de color anadrio.
Ese niño actualmente es accionista
de una inmensa cadena de periódicos;
porque el anadrio es el color de la alegría
y de la buena suerte.

Pinte usted
las paredes de su casa
de color anadrio
y le irá bien.

Oigo el rumor de los cipreses en las noches de luna

y pienso en las mil y una lunas adorables
que todos hemos tenido alguna vez en nuestras vidas,
distingo las voces quedas de la melancolía
y los murmullos con que la nostalgia me frecuenta.
Voces palpables, voces inefables, voces adorables
de la añoranza por lo que se fue o no fue y sigue siendo;
los murmullos que en mi oído suspiran vivencias agotadas
vasos donde conservo risas y sonrisas, ternuras y ademanes.
Oigo los forcejeos del viento con las viejas cortezas
de los árboles donde grabé los nombres de mis novias
enlazados al mío en medio de ígneos corazones,
vano intento de ciclones que terminan por arrancar de cuajo
aquellos esbeltos y altivos troncos de mi adolescencia.
Oigo el rumor de las olas de ya lejanas playas
y en mi mente aparecen manos que junto con las mías
tratan de atrapar al crepúsculo para ungir con sus aceites
la piel de nuestros cuerpos jadeantes y lascivos.
Cipreses y murmullos, cortezas y crepúsculos
(no es por nada) pero a mí me hacen siempre los mandados.

Amé su cuerpo…

Amé su cuerpo entonces y su alma.

Su piel fue para mí la tierra firme;
la soñé como un sexto continente
no registrado en mapas todavía.

Soñé con la bahía de su boca.

Su pelo era una selva virgen
que abría su misterio mineral y oscuro.
Soñé con las ciudades de sus pechos.

Los ríos de las venas que afloran en su piel
eran rutas abiertas
a la navegación y al gozo.

Se podía viajar en su mirada.

En las blancas llanuras de sus manos
yo cultivé el maíz y buenas relaciones.

Después no pude estar sino en su cercanía.

Dunia

Dunias son las sonrisas que intercambian,
bobalicones, los enamorados,
dunia es la flor que no se mira nunca,
y es dunia también la primera sonrisa
de un recién nacido.

Dunia es el color de todo lo inmaterial,
es el color de la ausencia,
el color de los adioses
y el color con que la música y la poesía
se presentan cuando echan la casa por la ventana.

La piel de un potrillo o de un becerro
de tres días es de un dunia intenso,
lo mismo que las perlas en embrión,
las estrellas que no se ven desde la tierra,
los pétalos no abiertos de las flores
y los ojos de los niños que duermen
en el claustro materno.

Lo no tocado todavía es dunia,
como la atmósfera de los espejismos
y las plumas de los pájaros
que oímos cantar, pero no vemos.

Los lagos y los ríos que nadie ha descubierto
en estas selvas vírgenes de América
agitan aguas dunias
que dejarán de serlo en cuanto sean vistas.
Dunia… Dunia… Dunia…

Juegos palindrómicos

En el mundo de la palindromia, Etna es un ser fabuloso. Ella da generosamente todo lo que se le pide. Y además estimula el optimismo de quien la invoca:
ETNA LE DA ORO, ADELANTE.
ETNA LE DA RADAR, ADELANTE.
ETNA LE DA OJO ROJO, ADELANTE.
ETNA LE DA LUZ AZUL, ADELANTE.
ETNA LE DA SOPAS Y SAPOS, ADELANTE.
ETNA LE DA OÍDOS Y SODIO, ADELANTE.
ETNA LE DA ODIO Y OÍDO, ADELANTE.
ETNA LE DA ARROZ A LA ZORRA, ADELANTE.
ETNA LE DA ALLÍ RAMA AMARILLA, ADELANTE.
Todos somos poetas. Claro que hay diferencias. Hay los poetas que se embriagan más y los que se embriagan menos…con el mismo licor de la poesía.
SONETO DÓTENOS
¿ASÍ VERSOS REVISA?
EMIR, AME O POEMA RIME
ARRIMA, ARTE, LETRA A MIRRA.
ROMA LE DA TÉ O PAN A POETA DEL AMOR.
¿ASÍ TE OPACA VACA POETISA?
ESE MIRÓN ATEO POETA, NO RÍMESE.
¿LEO SU POESÍA? CAÍ. SE OPUSO ÉL.
NI A CAÍN O POESÍA CAÍ. SE OPONÍA CAÍN.
SÍ ES SU POÉTICA. YA CITÉ OPUS SEIS.
SI SÍ. RON GANA A ANAGNÓRISIS.
Elaborar es preparar con detenimiento y paciencia un producto. Es así como se trabajan los palíndromos. Como los que siguen:
ELABORAD AJO HOJA DA. RÓBALE.
ELABORADOS A LA SODA RÓBALE.
ELABORADO TODA RÓBALE.
ELABORADO BODA RÓBÁLE.
ELABORADO MODA RÓBALE.
ELABORADO JODA RÓBALE.
ELABORADA NADA RÓBALE.
ELABORAD OJO BOBO. RÓBALE.
Si leemos el verbo notar al revés veremos un ratón. Y así como los gatos juegan con los ratones, los palindromistas no se quedan atrás.
SÉ NOTAR SOLOS RATONES.
SÉ NOTAR SOLA A LOS RATONES.
ATONAL RADAR APAÑA PARA DAR LA NOTA.
A LA MATONA LA NOTA MALA.
NOTAR ÁBRETE SÉSAMO, NO MÁS ES ÉTER BARATÓN.
ÁTONA, ELSA BARRAGÁN, AGARRÁBASLE LA NOTA.

Voz y voto del geranio

1. Razón

ABIERTA la ventana
al nuevo día que despacio viene,
puros olores que del campo trae
saltan alegres, bailando llegan;

columpia la mañana
trinos y ramas
y sobre el aire claro
espónjanse los pájaros;

muy más que el sol que la ventana inunda
el tiesto de geranios me ilumina.

2. Residencia

Pues la tierra es de todos y de nadie
el geranio se propaga por la tierra;
pues la luz es de todos y de nadie
el geranio mora en la luz;
pues el agua es de todos y de nadie
el geranio vive en el agua;
pues el aire es de todos y de nadie
el geranio se desplaza por el aire;
el geranio está en la tierra
y en el aire
y en la luz
y en el agua;

el geranio reside en todas partes.
3. Suma de la corola

CONSTRUIDO está el geranio
con los jugos más densos de la tierra;
con lágrimas que mojan su gemido,
con hambre de madera,
con júbilo de témpano y mejilla,
largos desvelos de cartón y piedra
y la sangre que cae gota a gota
de la profunda herida
abierta ayer, abierta hoy,

¿mañana abierta?

4. Pálpito de la corola

PALPITA en su corola
helado pulso de animal herido
y viento que se enrola
al fin de su gemido:
triste llanto de pueblo irredimido.

Palpita en su corola
la fuerza primitiva de la tierra
y la escondida aureola
que a su raíz aterra
con el callado fuego que ella encierra.

Palpita en su corola
sordo rumor de cólera profunda
que surge como una ola
que desborda, que inunda
de protestas el aire en que se funda.

5. Latitud

BAJO qué lluvia, geranio, lloras tu dolor antiguo,
bajo qué espada guerrera gime tu corola párvula,
bajo qué rojo crepúsculo erígese tu imperio,
bajo qué signo se mueve tu corola enlucerada.

En el punto equidistante de la sed y el agua fresca,
entre el hambre y el pan blanco, entre el hombre y su
deseo
se sitúan los geranios como signos que expresaran
la anchurosa, la fecunda, la creciente fe del pueblo.

Sobre frías bayonetas con la sangre coagulada;
sobre blancos cementerios de cipreses rumorosos,
sobre heridos anfiteatros con antiguas pobredumbres
se sitúan los geranios ya crecidos de presagios.

6. Dominio

GERANIOS y geranios y geranios;
que tus ojos no miren
más que geranios;
que tus dedos no toquen
más que geranios;
que tu lengua no diga
más que geranios.

Llanuras y llanuras de geranios,
bahías y bahías de geranios,
cascadas y cascadas de geranios;
la tierra toda plena de geranios.

La música crecida de geranios,
estatuarias construidas de geranios,
arquitecturas hechas de geranios:
el alma toda plena de geranios.

7. Amor del geranio

AMO, geranio, tu corola roja
y la raíz que te sostiene oscura,
tu tierno tallo de jovial cintura
y el amarillo vértigo de tu hoja.

Amor de cuerpo entero y de congoja
éste que siento por tu gracia pura,
amor de largo beso y mordedura
éste que ahora duéleme y aherroja.

Porque me das la luz que desaloja
la espesa sombra que mi ser tortura
mi ser ante tu ser su amor deshoja.

Porque eres la razón de esta locura
de estar amando sin razón, se antoja
alto tu ser que entrégame a su altura.

8. Sangre en el cáliz

FRÍOS geranios
que crecen a la orilla
de míseros tablones,
agradecidos;

claros geranios,
en patios que bostezan,
de vigas con carcoma,
cuelgan sus flores;

rojos geranios
que invaden las ventanas
ruinosas de los barrios,
tan bulliciosos;

vivos geranios
que entre la cal y el humo;
y entre las piedras muertas;
riegan su sangre;

rojos geranios
que empujan por el tallo
y aprietan en su cáliz
sangre del pueblo.

9. Limpieza de la voz

TÓRNASE tu terráquea voz sonora
para decir sin brumas la palabra
que no se dijo clara todavía,
rojo geranio.

Lengua la tuya de ciclón y trueno
para decir la verdadera cosa
con sencillez tan clara, tan exacta;
cálida lengua.

Cólera sorda tu palabra lleva,
llanto terrible tu palabra moja,
odio fecundo tu palabra tiene;
cólera sorda.

Voz que derrama los cordiales vinos;
voz que fecunda los parajes yermos,
voz que proviene de la tierra misma;
voz que redime.

Sobre los grises ámbitos del suelo
yérguese, redivivo, tu lenguaje
por todos los humildes de la tierra
hoy comprendido.

10. Fuego

ES su fuego tan puro,
es su brasa tan cálida,
es su llama tan viva
que abrasa al corazón en su fogata.
11. Constitución del cáliz a)

Nocturnos barrenderos sin idioma
que arrastran por las calles
tristes gemidos
lúgubres gestos;

obreros que trabajan horas extras
por ínfimo salario
manos que sangran,
lívidos rostros;

gendarmes que bostezan en la esquina
un sueño agujereado,
trenes que aúllan,
ojos que velan;
prostitutas que cantan en la noche,
gramófonos que chillan,
pálidas voces,
gritos helados;

todo ese oscuro légamo del pueblo
se acumula en tu cáliz y palpita.

12. Constitución del cáliz b)

LOS explotados jóvenes que nunca
leyeron de corrido:
mudos pilares
de las empresas;

repiqueteo de martillos, voces
sonoras de los yunques;
brazos robustos,
son de la almádana;

el pánico de escuálidas mujeres
que arrastran resignadas
niños de pecho,
tísicas toses;
viejos trabajadores despedidos
que alargan en los parques
manos vacías;
voces de hambre;

todo ese limo sórdido del pueblo
se cumula en tu cáliz y palpita.

13. Futuro del sueño

BAJO la luz radiante de esta tarde
que parece de junio y es de enero
un lento fuego en tus corolas arde.

El sueño que consume tu brasero,
que sueño de huracán para temido,
de huracán insurrecto y altanero.

El sueño en tus corolas consumido
mañana surgirá con nuevo aliento
como surge un recuerdo de un olvido.

El fuego de tu cáliz arde el viento
gozoso que contigo comunica
y no es ceniza, no, pero lamento.

El sueño que tu planta fortifica
y por las venas de tu tallo corre
lleva el fuego lustral que purifica.

Y pronto se erguirá como una torre.

14. Sonidos del Color

GERANIOS blancos
para que borden
muchachas pobres
su delantal;

geranios rosa
para que palpen
todos los hombres
la realidad;

rojos geranios
para que alumbren
los proletarios
su oscuridad.

En los patios humildes de la tierra
los geranios de amor hablando están.

15. Signo del Geranio a)

Pasó triste y callado el buhonero
bajo la lluvia que borraba
sus rasgos en la noche;
y llevaba un geranio entre su pecho.

Pasó el obrero cabizbajo y solo,
sudoroso,
el alma y los zapatos rotos;
y llevaba un geranio entre los ojos.

Pasó la nave azul de las vocales,
la maestrita de la escuela;
y llevaba un geranio entre sus trenzas.

16. Signo del geranio b)

PASÓ la ágil muchacha,
la góndola de todas las dulzuras,
la muchacha más guapa de mi barrio;
la que estuvo sirviendo en casa grande;
y llevaba un geranio entre su vientre.

Pasó el más explotado;
ese pequeño voceador descalzo
que grita las noticias por la calle,
que a veces va a la escuela
y siempre tiene ardidas las pupilas
de frío, hambre y sueño,
y llevaba un geranio en las mejillas.

Todos llevaban su geranio
y todos ensayaban
no el signo de la cruz, sí el del geranio.

17. Fecundidad

LOS pródigos geranios que invaden mi ventana
resumen en su cáliz la luz de la mañana;
el viento suave mece sus detenidas ondas
y gozoso les canta cancioncillas redondas.

En la ciudad estrecha, vulgar, indiferente;
ellos crecen y crecen al norte y al oriente,
en una casa y otra del mísero suburbio
sus lámparas se encienden en el espacio turbio.

En todas parte pega su vástago o retoño
así sude verano o se desangre otoño;
fecundos como el vientre de las mujeres pobres
procrían y procrían en páramos salobres.

Por el callado fuego del pétalo fecundo
mañana serán ellos las lámparas del mundo.

18. Voces que se unen a su voz

EN las húmedas noches rozadas por el ala
de acero y miel de arcángeles rebeldes
vagan frías, desnudas,
las voces que se suman a su voz.

De sangre,
de llanto,
de sudor empapadas,
por altos ventanales,
por negras chimeneas,
salen, llegan y se unen a su voz.

De piezas alquiladas
donde el agua es medida lo mismo que la luz
y, sin embargo, débiles mujeres
en sombras, dan a luz,
salen, llegan y se unen a su voz.

19. Muerte y resurrección

SI ya muerto de sed en la sequía
el agua para el riego te faltara
y ni una gota te ofreciera el día
en dulce lluvia refrescante y clara
y muerto de verdad por la ardentía
fino polvo tu cáliz sepultura
su fértil llanto el pueblo te ofreciera
resucitando en ti la primavera.

20. Voz y profecía

OIGO tu clara voz, tu voz rotunda,
vivo geranio, martillando el viento,
oigo tu fresco, varonil acento
que los espacios como el sol inunda.

En la niebla compacta, que difunda
tu voz la claridad con nuevo aliento,
la renovada luz sobre el lamento
que parte nuestra sombra gemebunda.

Mientras más en la dura tierra se hunda
tu raíz para sólido cimiento
es más clara tu voz y más fecunda

y, percibida por el irredento,
vierte en la oscuridad que nos circunda
la profecía de un resurgimiento.