Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Pedro Humire

Pedro Pablo Humire Loredo, nacido el 30 de junio de 1935 en Socoroma, Región de Arica y Parinacota, Chile, fue un poeta, folclorista, docente y activista aimara reconocido por su valiosa aportación al legado cultural indígena de Chile.

Desde temprana edad, Humire mostró interés por la música y la poesía, influenciado por su padre, quien solía interpretar canciones acompañado de su guitarra mientras pastoreaba el ganado. A los cinco años, Humire ya daba sus primeros pasos en la música y comenzó a recitar poesía en Sierra Pampa de Calatambo Albarracín en la década de 1960. Posteriormente, en 1965, grabó para la Universidad de Chile doce piezas musicales andinas inéditas acompañado por su padre.

A lo largo de su carrera, Humire realizó una intensa labor de difusión de la cultura y tradiciones aimaras, y se destacó por su compromiso con la enseñanza. Fue maestro rural en diferentes lugares de Chile, entre ellos Chañaral Alto y Monte Patria, donde trabajó por perpetuar la cultura indígena y recuperar la historia y tradiciones aimaras. Además de su faceta como docente, también se desempeñó como escritor de cuentos, poesía y canciones destinadas al público infantil.

En su obra literaria, Humire exploró temas como la naturaleza, la vida rural, la identidad y el orgullo aimara. Entre sus trabajos más destacados se encuentran «Parinagotan Socoromanpi Piñalulina Arunti», publicado en la década de 1990, y «El Ojo del Cóndor», una recopilación de poemas y canciones que reflejan su profundo amor por la tierra y la cultura andina. Además de su labor como escritor y músico, Humire también participó activamente en la recuperación del patrimonio cultural indígena y visitó las comunas mapuches de Tirúa y Puerto Saavedra en su afán de promover el diálogo y el intercambio cultural entre diferentes pueblos originarios.

Pedro Humire falleció en Coronel, Chile, el 13 de agosto de 2020 a los 85 años de edad, dejando un importante legado en la preservación y difusión de la cultura aimara en Chile. Su obra literaria y musical continúa siendo reconocida y valorada como un testimonio vital del patrimonio cultural indígena de su país.

MONTE PATRIA AMADA

un cantar quiero para mi monte patria

con el amor de un campesino
que a la patria, la pachamama
cada mañana saluda
cuando la claridad asoma por el cerro guayaquil,
por el cerro san Juan,
por el cerro de la antena,
que al mirarlos se van de mi las penas
por el rió grande se van mis sufrimientos
cada vez que miro sus aguas al atardecer,
como si en los arreboles de las laderas
y las olas del paloma hacia abajo
estuviese el amor de los indios
que su inmenso corazón nos dejaron
y no nos damos cuenta que aquí vivieron,
dicen que desaparecieron
¡nooooo
Aún existen y ellos le dan la fuerza a nuestro canto
¡canta indio o mestizo monte patrino
aún que la vida te presente los escollos mas difíciles
y las pruebas mas dolorosas del destino
¡ canta al amanecer y en todo momento
canta cuando tu corazón mas flaquee
y asi podamos abrir las melgas
para los sombríos de nuestros hijos
que nos Irán siguiendo en el camino
¡canta monte patrino
hasta que te escuche
la voz de los indios que aquí primero sembraron
y te escuchen los corazones de nuestros hijos
que sembraran mañana y siempre
las semillas eternas de monte patria

HERMANA MAMÁ

hermana mamá, mamá hermana
a dónde quiera que fueras
yo a tu encuentro
iría.

si al cielo vas
allá yo voy.

si al inmenso desierto te vas,
allá yo iré.

si a aquella helada puna fueras
yo a tu encuentro
iría.

si al mank’asaya (1) fueras,
allá yo iré.
si al araxsaya(2) fueras,
allá yo iré.

si al otro lado de la cordillera
a la gran selva,
te vas
yo a encontrarte
iría.

QUENA

Mi tío Bartolomé tocaba quena de metal inca,
cuando todas las casas estaban ya cubiertas
de sombra. Sí,así era,
Sentado en la base de piedra de la puerta de su casa
hacía sonar su quena de bronce aymara.
Tocaba extrañamente lejano en el tiempo.
Mi padre se paraba en el zaguán(l) a oírlo
y luego en la cocina nos decía:
» Tu tío toca bien el único»
Nosotros no entendíamos su forma de tocar
Tocaba extrañamente lejano en el tiempo.
¿Qué forma de tocar sería aquella?
Nosotros, lluq’alias (2) o waynas (3)que habíamos
vivido mirando y midiendo cañas, quebrada
arriba y quebrada abajo Cañas de canutos(4)
argos y sonoros para hacernos una quena.
nosotros que éramos su semilla,
nosotros que veníamos en su mismo río
No podíamos entender el mensaje milenario
de aquel anciano.
¡ Aaah mi pueblo aymara !

(1)Zaguán = Ancha puerta colonial que da al patio interior.
(2) Lluqallas= Chiquillos, muchachos en aymara.
(3) Waynas= Jovencitos en aymara.
(4) Canutos= El largo entre nudo y nudo de cada caña.

Cómo estás en mí

Me partes a mí
y al tiempo,
Parinacota de los pedregales,
lugar primero, madrugada del universo,
iniciación de los sentimientos,
donde piensa el viento grande
y se encuentran las edades.

Cuando nos conocimos
me envolviste con tu grito
y tuve la sensación de hundirme

en tu perennidad,
Parinacota, residencia de mi espíritu.

Dejé marcada en tus adobes
mi locura,
y se partió la blanca pared de las casas
cuando te conté aquello,
Parinacota de mi recuerdo.

Los dos llorábamos,
el ave bajó al arbusto
a sepultar su plumaje;
mas hará navegar su canto
hoy y siempre
en mi profundidad
y en los reflejos de tu laguna.

Tristemente vimos a las vicuñas
doblegar su salvaje trote frente a la muerte,
pero desde aquel tiempo
siento correr la dulce sensibilidad de ellos
entre mi sangre,
Parinacota, mi necesario hallazgo.

¡Cómo estás en mi!
que cuando te sueño
me responde tu ventarrón,
ese de tus tardes,
de tu lluvia,
de tus confidencias en esa blancura
del tiempo de invierno,
de esos días en que buscas
y corres riendo sobre tus penas
o llorando frente a tu encuentro.

Nuestra dulce desgracia, Parinacota,
los dos la guardaremos,
no habrá más quien la sepa.
Yo te entregué mi locura
y tú me confiaste el frío de tu tristeza
en el lenguaje perenne de América…
Todo multiplicará entre tú y yo solamente.
Parinacota, maternal huella encontrada.