Poetas

Poesía de Estados Unidos

Poemas de Randall Jarrell

Randall Jarrell (Nashville Tennessee, Estados Unidos, 6 de mayo de 1914 – Chapel Hill Carolina del Norte, Estados Unidos, 14 de octubre de 1965) fue un escritor y crítico literario estadounidense.

Pérdidas

No fue el morir: todos mueren.
No fue el morir: ya habíamos muerto antes
en los accidentes rutinarios—y nuestros comandantes
llamaron a la prensa, escribieron a nuestras casas,
y aumentó la estadística, todo por causa de nosotros.
Morimos en una página de almanaque que no era la nuestra.
Desparramados sobre montañas a cincuenta millas de distancia.
Cayendo de cabeza en un pajar, peleando con un amigo,
nos encendimos en las líneas que nunca vimos.
Morimos como hormigas o perritos extranjeros.
(Cuando salimos de la escuela nada había muerto que nos hiciera comprender que podíamos morir así.)
En nuestros aviones, con nuevas tripulaciones, bombardeamos
los blancos del desierto o de la costa,
disparamos sobre los objetivos remolcados, esperamos a ver qué tantos
nos apuntamos, y pasamos a ser relevos y despertamos
una mañana, sobre Inglaterra, en operaciones.
No fue diferente: pero si morimos
no fue por accidente sino por error
(por un error muy fácil de cometer).
Leíamos nuestras cartas y contábamos nuestros vuelos—
En bombarderos con nombres de muchachas, incendiábamos
las ciudades que aprendimos en la escuela—
Hasta que se nos acabó la vida. Nuestros cuerpos quedaron
con los de la gente que matamos sin conocerla.
Cuando durábamos lo suficiente, nos daban medallas;
Cuando moríamos, decían, “Nuestras bajas fueron pocas”.
Dijeron “Aquí están los mapas”; quemamos las ciudades.
No fue el morir, no, no el tener que morir;
pero la noche que morí, soñé que estaba muerto,
y las ciudades me dijeron “¿Por qué estás muriendo?
Estamos conformes, si tú lo estás”. Pero ¿por qué morí yo?

EL CISNE NEGRO

Cuando los cisnes conviertan a mi hermana en un cisne
Desde la ordeñadora, iré por la noche hasta el lago.
El sol observará a través de las cañas como un cisne
El rojo pico del cisne y el pico estará abierto
Y las estrellas y la luna ahí dentro, donde hubo oscuridad.
Afuera, en el lago, una chica reirá.
“Hermana, aquí está tu guiso.”
Llamaré y las cañas susurraran
“Vete a dormir, vete a dormir pequeño cisne.”
Mis piernas estarán todas duras y con membranas y los sedosos
Cabellos de mis alas sumergidos como estrellas a lo lejos
En los murmullos que corren hacia dentro y fuera de las cañas.
Escucharé a través del susurro y el silbo del agua,
Algunos “Hermana, hermana” lejos en la costa
Y entonces abriré mi pico para responder.
Escuchare mi risa áspera yendo hacia la costa
Y dirá – dirá al fin, nadando desde el pequeño
Terraplén del lago, piedra blanca de los cisnes,
El blanco nombre de los cisnes… “Todo esto es un sueño,”
Suspiraré y me extenderé desde debajo de la camilla
Hasta el susurro del agua y el silbido del piso.
“Duerme hermanita” cantaran todos los cisnes
Desde la luna y las estrellas y los sapos del suelo.
Pero el cisne de mi hermana pronunciará: “Duerme al fin, hermanita,”
Y con un ala negra de mis alas, la acariciaré toda la noche.

REFUGIADOS

En el gastado tren no hay asiento vacante.
Los niños dentro de la mascara rasgada
Tendidos imperturbables en el desierto
Del destrozado compartimiento ¿Es la calma de ellos extravagante?
Tienen caras y vidas como vos¿ Qué es lo que los poseyó
Para que tuvieran voluntad para unirse por esto?
La seca sangre centellea a lo largo de la mascara
Que ayer poseía
Un país más agradable que éste.
¿Lo tuvo? Toda la noche en el interior del gastado
Tren que se mueve silenciosamente, los rostros están vacíos.
¿Alguno de ellos habrá encontrado el costo extravagante?
¿Cómo pudieron? Dieron lo que poseían
Aquí todas las bolsas de dinero están vacantes.
¿Y, además, qué podrá satisfacer estas extravagantes
Lagrimas y deseos del Niño?
¿Es obligatorio aceptar la anulación de su terrible mascara
En los días y rostros y en las vidas que ellos derrochan?
Qué otra cosa es sus vidas excepto un viaje a la vacía
Satisfacción de la muerte? Y la máscara
Que ellos vistan esta noche continuara sus derrochados
Ensayos de Muertes. Es realmente extravagante
Leer en sus caras ¿Qué los poseyó
Para que no fueran involuntarios a unirse para esto?

LLAMADA DE CORREO

Las cartas siempre se evaden de las manos
Unas patinan como un destello dentro de una piedra, caen como pájaros.
Seguramente el pasado desde los cuales las cartas se levantan
Está esperando en el futuro ¿transcurrirá en las tumbas?
Todos los soldados han sido visitados por los fantasmas de sus vidas.
Ellos demandan desde su calidad pagada en papel
Que establece, como el olor, una presencia.
En cartas y en sueños ellos ven el mundo.
Esperan: y el convenio de los años
En una mano vacía, en un sonido indecible-
El soldado simplemente anhela su nombre

ARTILLERO

¿Me enviaron lejos de mi gato y de mi esposa
A un doctor que contó mis dientes y me empujó
Hacia una línea en el llano hacia una cocina de hierro en una tienda?
¿Les cabecee a las moscas de las escuelas?
¿Y los luchadores se enrollaron dentro del rastro como conejos—
La sangre congelada sobre mí entablillado como una costra
Ronqué, todo quieto y gris en la torreta
Hasta que las palmeras fuera del mar se volvieron rosa con mi muerte?
¿Y los finales del mundo aquí, en la arena de una tumba
Con todas mis guerras encima? ¡ Cuán fácil ha sido morir!
¿Tiene mi esposa una pensión para tantos ratones?
¿Las medallas hicieron regresar mi gato a casa?

Campamento de prisioneros en un bosque prusiano

Camino al lado de los prisioneros hasta la carretera.
Peso sobre sofocado peso,
sus cuerpos, apilados como madera mojada,
yacen confinados o llagados con sangre

cerca del calcinado almacén. Nadie viene hoy
como antes
a palpar las orificaciones de sus dientes;
la oscura, ahusada, común guirnalda

es doblada para sus tumbas-especie de dolor.
La hoja viva
se aferra al plantado provechoso
pino si es capaz;

las ramas suspiran, hito en el verde, calmo,
respirante hito,
de esta muerta fila
que los planificadores disponían para ellos…
Un año enviaron aquí un millón:

aquí los hombres eran bebidos como agua,
quemados como madera.
El sebo del bien
y del mal, la estrella de esperanza del pecho
convertidos en jabón.

Pinto la estrella que corté de un pino amarillo-
y la planto
en suelo que ahora no rehúsa
a sus cotidianos judíos
su primer asilo. Pero la blanca, diminuta estrella-
esta muerta estrella blanca-
nada esconde, nada paga; el humo
la ensucia, un amarillo juego,

las agujas de la guirnalda se tiznan de ceniza,
una capa de escombro
cubre los negros bosques con la muerte
de los hombres; y un último respiro

se encrespa en la monstruosa chimenea…
Rió fuerte una y otra vez;
la estrella ríe desde su podrido sudario
de carne. ¡Oh, estrella de los hombres!

La muerte del artillero de la cúpula blindada

Desde el sueño de mi madre caí en el Estado,
y me encorvé en su vientre
hasta que mi mojada piel se heló.
A seis millas de tierra, separado
de su sueño de vida,
me desperté ante una negra barrera antiaérea
y la pesadilla de los caza.
Cuando morí me lavaron de la torreta
con una manguera.