Poetas

Poesía de Cuba

Poemas de Rito Ramón Aroche

Rito Ramón Aroche es un poeta y crítico literario cubano nacido el 22 de mayo de 1961 en La Habana. Es uno de los representantes de la Generación de los Ochenta, caracterizada por su poesía experimental, innovadora y diversa. Aroche publicó sus primeros poemas en la antología «En las puertas de la ciudad» de Ediciones Extramuros en 1993 y desde entonces ha sido galardonado con varios premios literarios, como el premio Abril de Poesía en 1991, el premio de Poesía «La ciudad de las columnas» en 1994, el premio de Poesía «Luis Rogelio Nogueras» en 1993 y el Premio de Poesía de La Gaceta de Cuba en 2006.

Entre sus obras más destacadas se encuentran «Material Entrañable», publicado por la Editora Abril de La Habana en 1994; «Puerta Siguiente», publicado por Editorial Extramuros de La Habana en 1993; «Cuasi», publicado por la Colección Pinos Nuevos de Editorial Letras Cubanas en 1998 y por Editorial Unión de La Habana en 2002; «Del río que durando se destruye», publicado por Editorial Letras Cubanas de La Habana en 2005; «El libro de los colegios reales», publicado por Editorial Extramuros de La Habana en 2005; «Andamios», publicado por Editorial Unión de La Habana en 2007 y «Límites de alcanía», publicado por Bokeh Press en Leiden en 2016.

La obra poética de Aroche se ha destacado por su búsqueda constante de nuevas formas de expresión y su reflexión sobre el lenguaje y la realidad. Según el crítico literario Enrique Saínz, «Rito Ramón Aroche hace poesía experimental con una peculiar percepción del espacio y de las cosas, y al mismo tiempo con las lecturas que han contribuido a edificar su yo, lecturas formadoras en lo que tienen de experiencia de lenguaje y en lo que tienen de reveladoras en el orden distinto del universo que nos entregan pensadores y poetas diversos de estos años posmodernos».

Además de su labor como poeta, Aroche también ha cultivado la crítica literaria y ha participado en importantes eventos literarios en Cuba y a nivel internacional. Algunos de ellos son las Romerías de mayo en Holguín, la Jornada Nacional de la Poesía Cubana en Sancti Spíritus, el Festival del Caribe en Santiago de Cuba, el Evento Internacional «La poesía del lenguaje» en La Habana, el Festival de Poesía en Nassjo en Suecia, el Festival Internacional de Poesía de Medellín en Colombia y el Festival Internacional de Poesía en Pernambuco en Brasil.

Actualmente, reside en La Habana y trabaja como promotor cultural en la Dirección de Literatura del Instituto Cubano del Libro.

Lejos — de yo apuntar con esas (mis) dos mil palabras, de tono y trazo sentenciosos… «tendenciosos», según esa manera tuya de contradecirme y, de expresarte el-otro-día tumbada en la sala de bain y-al-otro-día con ese paño que tú o alguien llama (llamaba según tú, y entonces) «un paño koljosiano» tumbada aviesamente aviesa sobre esas (mis) dos mil palabras, se habría notado, afuera, seguramente un viento muy terroso, un poco antes, de caediza el agua, la oscuridad del agua, el cielo, un poco antes, caedizo.

***

Nos acercamos a un agua de colores.
Si así nos dejan.
Así un verano. Sin fechas. Así unos nombres.
Gí—
rando. Girando dicen. Así pasaban.
Oye, oye, eres mi segunda salvación dicen.
Un fruto salva. O nos pierde. Un fruto hay días gí—
rando.
O nos pierde.
Nos acercamos a un agua de colores.
Si así nos dejan.

***

¿Otro remedio no nos queda ya más que percibir? Haz una prueba. Del lado oeste, la tarde te va en ello, el lunes. Del ventarrón oscuro. Hay un aumento… Más bien una llegada húmeda y flotante (tú dices: «un aumento») de esporas. Sería en Rilke: «erzähls, daß wir solches vermochden». ¿Sería en Rilke? «Proclámalo, di que fuimos capaces de estas cosas». Y no lo hubiéramos creído (ondeaban, en la fronda los paños más livianos) si afuera, la luz que parpadea…

***

«¿La tarde me va en ello?», pensabas. Mientras, buscaras definir (en la llovizna) los muros de La Fortaleza: «erzähls / proclámalo».

***

Un pájaro se ovilla en una sombra.
Un pájaro de alcohol. Un fuego salta.
En su gusto de fruta un fuego dora. En su gusto de sal.
Y en las cornisas.
Un pájaro de alcohol en una tarde. O
un pájaro, y un sol, y en una hora.
En la orilla y el árbol sol pendiente. En la orilla y el sol
árbol. Pendiente.
Y la holgura y la fruta, me alejaba.
En el árbol de junio y me alejaba. Y la fronda te dora. ¿Haces un giro?
En el fuego de junio el árbol. La pendiente. En el fuego y ciudad, y noche y
suerte.

***

Qué varía encontrar por entre la hierba un abrecartas plateado
como no sea omitir todo sobre aquel libro leído tarde aquella
quizás — sobre un lugar en el puente o bajo el arco
no había forma de hacerlo — forma ni lugar dónde
qué daría por tener que mostrar ese tunante y sobre el patio
piezas cada una traída del Puerto de las Estanterías.
Aquel libro, de abrirlo, nos vuelve a deslindar, Dios, precede al sueño.

***

Presionaba un dolor fuerte en la boca del estómago.
Te dice: Los beneficios a mí vienen del noni. Pausa.
Si no lo otro es arcilla.
Arcilla —te dice—evitando a su edad decir mierda.
Y lo que dejan sus manos sobre tierra, mantos.
Dejan, a todo lo largo de la acera (en el parterre) mientras habla.
Malangas invadiendo el espacio de crotos. El caisimón
entre crotos invadidos y malangas invasoras. Agua (mucha)
a todo lo largo de la acera. Hierbas, en el parterre. Sin
poder detenerse ya ante ideas
obsesivas. Ideas, que lo signan. El viejo, en el parterre.

***

Y si aparece aun, dinos, delimitábase.
Donde se deposita.
Dónde.
Delimitábanse, fechas, las descripciones, dinos
entre qué sombras.
¿Más cercana una tibia (y dúctil) escaramuza?
Frías, frías las manos. Tensión lo de ese algo
en qué piel si ya no esperas
lo de ese algo dúctil, en qué piel, dinos, se deposita.