Poetas

Poesía de España

Poemas de Rosa Lentini

Rosa Lentini, poeta española nacida en Barcelona en 1957, es editora y traductora. Miembro fundador de las revistas Asimetría (1986-88) y Hora de Poesía (1979-95), desaparecida esta última fundó en 1997 Ediciones Igitur con el escritor colombiano Ricardo Cano Gaviria. En Hora de Poesía tradujo a numerosos autores, entre los que destacan Pierre Reverdy, Guillaume Apollinaire, Max Jacob. Poemas suyos han sido incluidos en numerosas antologías y traducidos al inglés, italiano, francés, catalán, rumano y portugués.

Desnudos, asomados

Desnudos, asomados
a un pasaje colmado de pinturas,
donde, vueltos de espaldas,
las figuras parecen mirar
hacia el interior de cada cuadro
las nubes, un tronco, unas piedras.
Olvidadas de sí, sus miradas
habitan el cuerpo del retrato:
una piedra, esa desvencijada puerta,
aquel sendero que llega,
pasos en la página que elude guarecerlas,
donde la palabra quizás escucha
un viento brusco en las horas
y de golpe el silencio:
solos sus ojos
al mirar de soslayo
un pájaro aleteando,
deseo de percepción;
el frío, su figura en lo azul,
nuestra sola cosecha.

Lo que dice la arena

Miradas al trasluz tus manos hojas,
sombra enlazada a sombras,
puro hechizo de voces deslizadas.
Lanzaderas, lanzaderas,
edades que van y vienen en sus conchas.
Tu cuerpo fue rama o voz,
resina flexible que unía
la tela del agua a un fondo
leve de desmemoria.

Todo se dio en el pulso

Todo se dio en el pulso,
en un forcejeo celoso,
medianoche de agujeros de odio
que ahogan tus dedos de alga,
niños compitiendo como faros;
sin embargo hubiera sido fácil
en esta insaciabilidad
el verano de la risa,
la red tendida ante la ruina,
ceñida tela para exorcizar
la locura, el dopaje,
Todo se dio a medianoche.

Si yo fuera Alejandra la fugaz

Si yo fuera Alejandra la fugaz,
de bellos ojos enquistados en la fiebre,
ojos que dibujan su forma,
cansados de leer palabras
que nombran y hacen
sombras sin carne,
sabiendo que se trata de eso,
de hacer la ausencia;
si yo fuera su fiebre,
su fruto mordido, su único
pájaro en el viento
o sus brazos, follaje mortecino,
transparencias a la luz del cielo,
amorosos restos de una biografía.
Al cruzar este mundo,
desde la otra orilla,
a través de su retina,
desde la barandilla de la barca
de la laguna Estigia,
toda la noche, diría:
escucho con mis ojos a los muertos.

El daño

Del cordón umbilical de las preguntas
sólo tira hacia afuera lo que quema,
una apuesta sostenida,
un color remoto y dócil que se fue.
Perdimos incluso el rastro de la rabia
en mundos insomnes.
La noche y la humedad
llenaron de polvo tu canto,
y ahora acoges el pálido silencio
que acerca el eco a lo sagrado.
Más allá las palabras se cosen a la voz,
las lenguas se visten con alientos
que se desvanecen en espejos,
pues la imagen del mundo
espera aún en la zarza,
con un nuevo asombro y un tiempo vacío.

Ahora que la noche me susurra

Ahora que la noche me susurra que la noche me susurra que ella y el agua son una misma
presencia, ahora que la voz del agua vuelve y nos invade, ahora que en esa religión del agua
he olvidado hablarte y hablarme y por tanto nombrar al mundo y sus gestos, tú deberías
insistir, para que recuerde decir «tus manos» por ejemplo, o «mi lengua», para que no olvide
que es con los labios, la lengua y los dientes del origen con los que velamos sobre nuestros nombres, más allá de esa boca asustada, dormida y por todos olvidada, acaso por el recuerdo
de esa saliva y de esos dientes en tu boca, que lamen con ansiedad tu lengua, para que ella me diga, para que ella descanse conmigo en el agua sin fluido, y no recuerde que el agua y la
noche son dos ausencias que crecen sobre un mismo nombre.

Voces

Primero te vi al final del túnel, a ti, a quien el polvo rebasa. Con lenguas de fuego
lames nuestros deseos, eres el alimento que palpita sobre un tronco hueco y sin nidos,
la llamada que en amplios pasillos de nuestra voz persigue palabras largamente acunadas.-
En manos que anuncian la lluvia nace el final del polvo. Te veo al empezar la ola.
Navegas en sombras y luces sobre la arena, aras el mundo de tierra absorta, y cuando la hierba
se espiga y madura, te diriges a otro lugar, corazón desterrado.-