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Poesía de España

Poemas de Rosa Romojaro Montero

Rosa Romojaro Montero, la poeta que emana luz desde Algeciras, Cádiz, y encuentra su hogar literario en Málaga. Su vida se entreteje entre versos y sabiduría, como una danza única de pluma y erudición. Desde su cálida cuna, ha cultivado una biografía donde la creación, investigación y docencia convergen.

Catedrática de Enseñanza Media, su viaje académico alcanza su cenit en 1984 con una tesis sobre la lírica de Lope de Vega y el mito clásico. Este fue solo el comienzo de una carrera dedicada a la excelencia, marcada por una docencia vibrante y un compromiso con la investigación en diversas universidades nacionales y europeas.

Los estudios teóricos de Romojaro sobre mito y literatura son faros que guían a través del Siglo de Oro. Obras como «Lope de Vega y el mito clásico» y «Funciones del mito clásico en el Siglo de Oro» establecen una sistematización pionera del mito en la poesía, resonando en revistas especializadas y catálogos de alto impacto.

Su labor como investigadora se despliega en proyectos de prestigio como RETCULT y DETTLI, evidenciando un compromiso profundo con la exploración literaria. Desde la recuperación del patrimonio andaluz hasta la teoría y estudios literarios, Romojaro ha dejado una huella inconfundible en el ámbito académico.

En el terreno ensayístico, «Rodear la tarde» es un compendio de artículos que revelan su mirada literaria, cultural y actual, publicados en el diario Sur de Málaga y otros medios de renombre nacional. La prosa de Romojaro es una invitación a explorar la riqueza de la tarde rodeada por sus reflexiones.

La creatividad de Romojaro trasciende géneros. Como narradora, «Páginas amarillas» y «No me gustan las mujeres que lloran y otros relatos» dan cuenta de su destreza en la novela y el relato, mientras que «Puntos de fuga (Cuaderno de Alemania)» se erige como una obra inclasificable, finalista del Premio Andalucía de la Crítica 2022.

La poesía de Romojaro, espacio esencial de su escritura, se revela en poemarios como «Secreta escala» y «Agua de luna«. Reconocida con premios como el Ciudad de Salamanca y el Internacional Antonio Machado, sus versos han trascendido fronteras, siendo traducidos al italiano, francés, alemán, inglés, árabe y chino.

Reconocimientos como el Galardón Día de Andalucía de las Letras en 2006 y la Insignia de la Ciudad de Algeciras en 2016 testimonian su impacto en la comunidad. En 2023, el Premio de Las Letras Andaluzas Elio Antonio de Nebrija corona una trayectoria que la sitúa en las alturas de la literatura.

Rosa Romojaro Montero, la mujer que ha tejido con letras su legado, forma parte de la Real Academia de Doctores de España, la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, la Real Academia de Nobles Artes de Antequera y la Comisión Asesora del Centro Andaluz de las Letras, entre otras distinciones. Su pluma, una brújula en el vasto océano de la literatura, sigue guiando a generaciones hacia la belleza de las palabras.

Ratas en el jardín

Allí estaba entre ramas. Sigilosa.
Oscura sobre el blanco de la cal.
Luego, corriendo en la cornisa. Luego,
el cerco de su ojo, amarillo en la sombra,
saliendo del macizo. Y allí, otra vez, los dos,
con las manos cogidas, sabiendo que una rata
sola no hace septiembre, mirándonos perplejos.

Reina

Mostradme qué ha ocurrido. Cómo una aguja débil
pudo ser tan mortal. Se dice en los anales
que el hombre del presente fue otro en el pasado:
una línea de sombra separa el nuevo día

del que va hacia el declive: la vida de la muerte.
Este efecto furtivo de desahucio,
este vagar vacío por ciudades ajenas:

extrañeza del cuerpo: casa deshabitada.
Dónde el amor. Ningún amante hubo más dulce
y sin embargo. Capitula

la piel en el exilio. ¿La podéis ver ahora
en la orilla sentada?: el agua corre
a través de sus dedos. Mirad su imagen quieta.

Zona de varada

El color del cansancio es gris y tiene
la textura del plomo. Pesa el día
como el ancla en la arena. La atonía
hace indócil la mano cuando viene

sin matices la noche y se desea
estar ante otro mar, en otra playa.
Con la mirada fija tras la raya
fugaz del horizonte, es la marea

la que trae los ecos de esa vida
que se dejó morir en el olvido:
de nada vale ya, no se ha pedido
otra cosa al destino que la huida,

y ésta está aquí, envuelta en el celaje
opaco de la bruma: ciego viaje.

Recuerda

Esas copas que brillan como llama
y que laten al tacto de metales
ligeros -tantas copas-; esa trama
que, sobre cal, dibujan, verticales,

las hileras de libros en tapices
de olvido -tantos libros-; todos esos
atajos y caminos de matices
parejos que descubre la luz, presos

entre los montes -tantos-. Tantas cosas
iguales y cercanas, ordenadas
y juntas son, más aún que las rosas,
más aún que el reloj o las azadas,

recados de la muerte: faltará
tiempo para vivirlas todas ya.

Tahúr

La conciencia de haber gastado todo
en un juego de azar. ¿La habéis sentido?
Es como andar desnudo con pudor de doncella.

Se cubre la palabra bajo un velo de nieve.
La luz , desconocida, se manifiesta entonces
sin amistad alguna. Acuchilla los ojos

que sangran en la hoja. Contornos incendiados.
Qué distante la nube a las señales ciega.
Día extranjero. Mar. Ángulos de la puerta

clausurada a la calle. Esquivo fue el vivir
como un joven hermoso. La muerte será esquiva.

Dánae

Chispean los minutos como lluvia
de oro en el espejo azul de la consola.
Mediodía de un jueves soleado
en soleante seducción del blanco cuerpo
retenido en la cámara.
La bella
se desteje limosa en los sueños del lino
y, mecida, no sabe si la mano es un pez
bajo liviana ola, o medusa riente
en un brazo de mar.
El cobre del cabello
se derrama cubriendo el cabezal de ascuas
encendidas.
En el cenit el sol arde la fronda.
Y la bella despierta al fervoroso tacto
de la líquida fibra,
y en el espejo mírase,
despeja la espesura
y, sabiamente, ámase.