Poetas

Poesía de Cuba

Poemas de Severo Sarduy

Severo Sarduy (1937-1993), el visionario poeta, narrador, periodista y crítico literario cubano, se destacó como una figura crucial en la escena literaria del siglo XX. Nacido en Camagüey, Cuba, Sarduy emprendió un viaje literario que lo llevó desde su tierra natal hasta París, donde forjó un legado literario inolvidable.

Tras completar sus estudios de bachillerato en La Habana en 1958, Sarduy se involucró en el periodismo colaborando en publicaciones como «Diario libre» y «Lunes de revolución». Sin embargo, fue en París, en 1960, donde decidió establecerse para estudiar historia del arte. Este paso marcaría un punto de inflexión en su carrera literaria, ya que nunca regresaría a su país de origen.

Durante su tiempo en París, Sarduy se relacionó con el influyente círculo de pensadores y escritores que dieron vida a la revista «Tel Quel». Además, desempeñó un papel esencial como lector en «Editions du Seuil» y como redactor en la Radiotelevisión francesa. Su obra literaria se caracteriza por su experimentalismo y la incorporación de temas tan diversos como la cultura cubana, la homosexualidad y el travestismo.

Uno de los logros más destacados de Sarduy fue su novela «Cobra» (1972), que le valió el prestigioso Premio Médicis Extranjero. En esta obra, el argumento se desintegra constantemente, y los personajes transmutan en una danza metaficcional que desafía las convenciones literarias. Su estilo, repleto de neobarroquismos y una subversión constante del lenguaje, estableció a Sarduy como uno de los exponentes más importantes del neobarroco latinoamericano.

A lo largo de su carrera, Sarduy también incursionó en la poesía con obras como «Flamenco» (1970) y «Mood Indigo» (1971). Sus poemas eran igualmente experimentales y audaces, explorando temas profundos y provocativos.

El carácter vanguardista y experimental de la obra de Sarduy ha sido objeto de estudio y admiración por parte de generaciones posteriores de escritores y críticos. Su influencia se extiende más allá de las fronteras de la literatura cubana, conectando con movimientos literarios como el grupo «Tel Quel» de París. Su legado perdura como una fuente de inspiración para aquellos que buscan desafiar las limitaciones del lenguaje y la narrativa convencional.

Severo Sarduy, un pionero del barroco literario y un visionario de la narrativa experimental, continúa siendo una figura esencial en la exploración de las posibilidades del lenguaje y la expresión artística en el siglo XX. Su contribución a la literatura sigue siendo relevante y su influencia se siente en cada esfuerzo creativo que desafía las normas establecidas.

Que se quede el infinito sin estrellas

Que se quede el infinito sin estrellas,
Que la curva del tiempo se enderece.
Y pierda su fulgor, cuando se mece
Un planeta en su abismo y en las huellas

Del estallido primordial. Aquellas
noticias recibidas del comienzo
de las galaxias, del vacío inmenso,
hoy son luz fósil. Paradojas bellas

que anuncian por venir lo transcurrido
y postulan pasado lo futuro.
Universo del pensamiento puro:

un espacio que fluye como un río
y un tiempo sin presente, opaco y frío.
El tiempo de la espera y del olvido.

La cuarta noche

Oye, qué acordeones falsos.
La lucidez, el muro blanco,

(la voz gangosa del disco)
rayado, un leopardo arisco
preso entre los hilos rojos.
(las agujas de sus ojos

me miran). La hoja en blanco,
la mano que escribe temblando.

Páginas en blanco

La raya negra y el battello,
el monte siamo tutti,
el barco blanco sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros sobre la Salute.
Pase,
il fait beau del otro lado
del otro lado, digo,
del río.
Estamos todos.

Qué se hicieron los cantantes

¿Qué se hicieron los cantantes?

¿Qué se hicieron los cantantes,
los reyes, los Matamoros
de dril nevado y los oros
de las barajas de antes?
¿Quién las tardes del Cervantes
recuerda, y aquel grabado
del Diario, desdibujado,
y los bailables de Sagua?

(Las guitarras llenas de agua
están, y el tambor rajado.)

Sexteto habanero (IV)

¿Los dioses
se fueron, se quedaron,
murieron con Beny Moré
ellos que con él alucinaban,
o habitan aún las orquestas habaneras,
las trompetas como dos lluvias de flechas,
los cascabeles roncos,
y las tardes de músicos y monos?