Poetas

Poesía de Estados Unidos

Poemas de Viggo Mortensen

Viggo Peter Mortensen (Nueva York, 20 de octubre de 1958) es un actor de cine estadounidense de ascendencia danesa. Por sus interpretaciones ha sido nominado en tres ocasiones a los Premios Óscar, en cuatro a los Premios Globo de Oro y una vez a los premios Goya. También ejerce como poeta, músico, fotógrafo y pintor.

TE VEO

Te veo como si aún estuvieras sentada a mi lado
te oiré hasta que olvide por qué no te quise más
este invierno
guardo el peine que dejaste
la miel que curó tu herida
y la perla negra de mi duda.

UN BESO DE ESOS

Y te acordarás de noches
ya entrando en invierno
cuando volvíamos solos
vos y yo con las estrellas
y la luna, hablando poco,
sin horizontes, quietos
con ojos en las mansas
curvas de la carretera
desierta, manos y caras
tan cerca, sin saber
pero sabiendo a lo mejor
algo, cómodos juntos,
disfrutando el viaje
por ese nuevo mundo,
esa vida, esos minutos,
esas horas sin contar.
Sin prisa, sin dudas,
sin más que la sencilla
alegría de conocernos.

La verdad, aunque moleste,
es contagiosa. Encuentro
árboles que se agachan
dondequiera que vaya,
contándome sus secretos.
Me empapa la lluvia roja
y azul, de tantos colores.
Sos la isla que imagino.
Oigo arranques inciertos
de un antiguo piano ruso
que se ahoga, deslizando
pobres preludios, callando
hacía un mejor silencio.
Noto cambios en tu piel,
ruidos salen de tus dedos.
Tu mirada es de buho, fija
y luminosa, guiándome
para que siga tu soñar.
Estoy de acuerdo con todo
lo que me enviás. Tu voz
parte la niebla, mis labios
beben golpes de tu tambor,
preciosa jaula de costillas
que vibra con gritos acabados.
Duele la fuerza del bienestar,
de nuestra limpia conexión.

Doy gracias a la misteriosa
clemencia de todo lo santo
que te puso en mi camino.
Podríamos rastrear juntos
si queremos ver lo que hay
adelante, avanzar mano
en mano, boca a boca,
unidos por las tripas,
la memoria, brindando
por el futuro regalado.
Agradezco inundación
del Sí. No cabe miedo
en el repentino paraíso
que alimenta la ternura.
Te quiero lavar, peinar,
y no te secaré. Quiero
que te acostés sobre mí,
que me moje, me derrita
y me hunda la pureza
de tu deseo. Me enfermo,
lo acepto. Llamás, contesto.
No supe hasta que te fuiste,
ni sé ahora que no estás,
cuanto habías querido ver,
cuanto quedó por decir.

Cuando anoche me frenó
tu sabio reconocimiento
del despegue que intenté
negar me preguntaste
si me faltaba algo. Vos,
dije. Te busco bajo
este cielo de invierno,
despierto, pronunciando
nuestro frágil idioma,
lengua propia, palabras
hundidas en los huesos,
sal que me tiñe la boca
con huellas de tu ausencia.
Volé de noche y me asustó
no hallarte. Extraño tu luz,
tu aire que salva y cura.
Tengo barba, te aviso.
Me llena saber de vos
y quiero que lo sepas.
Respiro con vos. Guardo
las caricias que me diste
y te las voy a devolver
cuando llegue la ocasión.

No sé de donde vino
esa calima, esa cara
de ojo por ojo, ese labio
superior. Sigo sin idea
de otra música, añorando
la sombra de tu parpadeo.
Aún te huelo. Cierro cortinas
para ver lo que dejaste.
Ahorco preguntas, respuestas.
En vano intento curar dudas
fingiendo que no importan.
Tu cuerpo es mi mundo,
todo lo que veo. Tu sol
quiero ser, y ponerme
en tus hombros, sentirte
cerrar los ojos en el nido
de nuestro descanso. Adoro
la marcha de tu corazón,
esa corriente de sangre
que marca el compás
de mi averiado andar. Quedan
brasas del inesperado
desvelo. Recuerdo sin falta,
sin pena, sin fin la hermosura
de la sorpresa, la luna apenas
completándose, rodillas frías,
maleta sin hacer, las fotos
y frases colgadas en el espejo,
el despertador mudo, nariz
contra sábana. Tu cuerpo es
mi mundo. Acabáme la vida
con un beso de esos.

Otoño catalán

Pasión fugaz
tarde nublada
brisa suave
granitos de olvido
en tus pestañas
te llamo
pienso que hablo
en voz alta
me traga el tráfico
me alegro
voy medio mojado
casi limpio
no pido ni tengo
que dar perdón.