Poetas

Poesía de Cuba

Poemas de Zoé Valdés

Zoé Valdés (La Habana, Cuba, 2 de mayo de 1959). Escritora de narrativa y poesía, guionista y directora de cine, reside en París desde 1995 y nacionalizada española en 1996. Estudia los primeros cursos de Filología en la Universidad de La Habana. Se traslada a París, estudiando en la Alianza Francesa, donde trabaja como documentalista en la Delegación de Cuba ante la Unesco y en la Oficina Cultural de la Misión de Cuba en París. En 1988 vuelve a Cuba, participa en el movimiento pictórico del país, trabaja en la revista Cine cubano y colabora como guionista en el Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficos. Autora de varios blogs, como Zoé en el metro, y su blog personal Zoevaldes.net, colabora en la prensa española y francesa como Revista ARS, Le Monde, Libération, Le Nouvel Observateur, Beaux Arts, Les Inrockuptibles, Elle, Vogue, Qué Leer, en los diarios El País y El Mundo, El Semanal Digital y El economista, entre otras publicaciones. Participa en congresos, festivales de cine, de literatura, entre otros temas, y está comprometida con la causa del exilio cubano en favor de los Derechos Humanos. En el ámbito cinematográfico, es guionista de Vidas paralelas de Pastor Vega, Amorosa de Pilar Távora, y los inéditos Desequilibrio y Profecía. Ha codirigido Caricias de Oshún con Ricardo Vega, entre otros documentales. Su obra se define por ser una visión crítica y nostálgica de la vida en Cuba. Ha sido traducida a inglés, francés, alemán, flamenco, polaco, portugués, italiano, serbio, checo, eslovaco, entre otras lenguas.

Breve beso de la espera

Su nombre ya no me es más familiar
El camino ya no es aquel
El de la ausencia
La muerte perdió su sutilidad
de virgen serena
Me arrancó de un piñazo
el vendaje de los ojos
Mis pestañas abiertas
al recuerdo del exquisito
Esclava de un agujero de eternidad

Vagón para fumadores

fragmento

Una carta escrita en papel rosado
y deslizada por debajo de la puerta
puede desbaratar un destino
de eso de ser diosa ni me acuerdo
a ratos besaba el perfume de la otra
en los labios de juramentos tenues
entonces se me descosía el dobladillo
y rezongaba como una búfala recalcitrante …

Castidad, castidad…

Castidad, castidad, qué de crímenes
se cometen en tu nombre.

-Jaime Gil de biedma.

Yo nunca fuí casta
regodearnos con el sexo es una hipocresía riquísima
no lo niego
pero yo nunca pude ser hipócrita yo voy al grano
directa y sin límites
sólo las sosas se las dan de interesantes
yo soy inteligente
por eso cuando quiero un hombre no lo pido con melindres
le voy p’arriba y lo asalto y me le aferro
pero por eso también he tenido poca suerte
porque ellos se cansan rápido de las puticas ladillosas
Yo nunca fuí casta
en cuanto cumplí la edad de la pubertad
cuidé mi cutis restregándome con los machos
ni un granito me salió por exceso de masturbaciones
yo a decir verdad no andaba creyendo en virginidades
yo me crié en la calle al garete
y mi sexo iba conmigo
Yo nunca fuí casta zorra sí
nadie me enseñó la malicia yo nací con ella
muy temprano empecé a latir y no masacré mi ritmo
Yo nunca fuí casta ¿para qué sirve ser castos?
Si aunque sea con terror temblando de precauciones
amarnos es lo único que nos queda.

Poemas de la Habana

fragmento

Ella no regresará jamás.
Un día, tu reconocerás su mundo inhabitable,
verás cuadros oscuros pintados por un amigo sin nombre,
el mismo que te dará libros y fotos.
Luego aprenderás a leer
o a aprenderte las palabras de memoria
que es como leen los niños al principio …

El pecador

Escribí en papel de cartucho tu nombre y tus apellidos
lo enrollé y lo amarré con pelos de mi pubis
luego lo molí y lo mezclé con mieles y sudores
no olvidé el buche de café que dejaste en la taza
debí haber agregado un poco de tu semen
de esas gotas que aparecen al otro día
en mis nalgas o en mis encías.
Unté de toda esa crema a mis pezones y a mi clítoris
hice un pase de magia y recé toda la vida.
Pero tú no has vuelto
y menos
tú en mí no te has derramado.

Los espacios imaginarios

Nos nombra
y asistimos al escondite,
al inexistente elemento.

Nos piensa indiferente,
jugamos con su insinuación,
exorcizados.

Nos escucha,
nos pide el cuerpo,
nos devuelve nuestra sombra en mármol.

Ya somos las estatuas del aire.