Policial

Te deseo

Denis Álvarez Betancourt

Era un hombre de unos treinta años, de tamaño mediano y un poco robusto, sin llegar a ser obeso. Casado y con una familia preciosa de dos niños. Aparentemente normal, como son todos los asesinos en serie antes de ser descubiertos.

Historia sin ventanas

Yonnier Torres

«Empujé la puerta del baño. Puse las manos sobre la pared. Me miré al espejo. Quise descifrar la expresión de mi rostro. Siempre he sido malo para establecer definiciones: Si me circunscribiera a los ojos podría haberme decidido por la tristeza.»

Un caso de Rodríguez

Eduardo del Llano

Vinieron a buscarlo al tercer día. Una señora del CDR lo había visto entrar y avisó a las autoridades. No lo denunció antes porque primero tenía que resolver unos trámites en la Embajada de España.

Juana la Loca

Reynaldo Cañizares

«Quiroga, como todos, me dice Hemingway porque escribo en su bar y porque no diferencia entre poetas y narradores; pero ni él mismo sabe que lo que hace a este lugar tan especial es que junto a las mesas se mueven solo para mí las hembras más hembras de la historia.»

Es muy fácil

Lorenzo Lunar Cardedo

«Es muy fácil; uno en cada orilla del camino real. Escondidos detrás de un par de matas frondosas aguantando, cada uno, una punta de la soga. La soga disimulada por el polvo y la oscuridad. Luego basta un tirón cuando viene el ciclista. Él mismo se enreda y cae al piso.»

Cambio de temperatura

Yonnier Torres

«La puta perdió el entusiasmo, se acodó en la barra y le dijo al barman que estaba a punto de irse.

—¿Por qué no vas a la plaza? —preguntó el barman.

—Siempre me descubren. Me echan. La plaza es un sitio serio, para personas de clase, personas que nacen con letras doradas. Esto no se puede ocultar —y mostró el código de barras en el antebrazo y la palabra PUTA en letras rojas.»

Este cuento mereció el Tercer Accésit en el XX Concurso de Relatos Semana Negra de Gijón, 2007

Hay un bebé que llora

Yamilet García Zamora

«Sábado en la tarde. La ciudad sin límites se inunda de paseantes. Vamos, bebé, vamos a hacer el súper, tú y yo, tu papá está de viaje hoy. A ver, véngase con su mami, gordito lindo, te pongo en el carrito. Ríete, bebé, estás con tu mami. El carrito, entre miles.»

Mientras recuerdo al secretario del Partido

María Matienzo Puerto

«El ostracismo nos ha llevado a la nada. A la Estación no llegan muchos casos. Alguna riña tumultuaria durante las fiestas que nos permite el gobierno, un marido celoso que da caza a un amante, una mujer suicida que huye de la familia, un niño extraviado por descuido. A eso nos acostumbramos. Por eso la cara de horror del oficial de guardia. Podría tener mi colección de rostros horrorizados.»

Diario de un asesino en el Jurásico

Jorge Enrique Lage

«Muy desnuda y muy pálida, una muñeca gótica estilo Amy Lee. Nada te costaba imaginarla con un martillo neumático en las manos, destrozando el suelo bajo tus pies sin alterarse el maquillaje.»

Padre

Isbel González González

«La desnudez de los dioses, vírgenes y ángeles siempre me ha intrigado. No es que dude de su inocencia, solo que nunca he confiado en la moral de los hombres. Acaso no es apetecible una virgen desnuda —con el perdón de Dios—, acaso no es una tentación al celibato.»

Río de agua mansa

Ángel Santiesteban Prats

«Unirse al grupo de los ninjas, como los apodaba la Policía, le había costado varios meses de profundos razonamientos, despojarse de una formación diferente, conceptos y ambiciones adquiridos durante toda su existencia.»

El reino y el avellano

Orlando Andrade

«Di órdenes de ser conducido al barrio de las putas. Saqué una botella de vino de la trampa del asiento. La descorché. El aroma de la bebida me puso a pensar tan rápidamente como quería. El rostro que no conocen los hombres lo conocen las almas descarriadas. Yo era amiguito de una matrona feroz, una vieja con montañas de colorete entre ceja y ceja, una coleccionista de camafeos.»

Sexo, best seller y falsas entrevistas

Luis Alfredo Vaillant Rebollar

«Llegué a la puerta del cuarto y me di cuenta de la escena, el cuarto regado, una botella de ron, cristales, latas de cerveza, ropas por el piso en señal de que hubo una gran orgía, un gran desenfreno sexual, un gran relajo, una gran gozadera; lo único que no encajaba en aquella escena era la sangre y el cuerpo de él, desnudo, en la cama, muerto.»

Atrapados

Carlos Santos Montero

«El calor me llevó al agua y braceé un rato antes de regresar a la orilla. Ninguno de los bañistas, agrupados como cucarachas a la sombra de las uvas caletas, me prestó atención y me tendí en la arena, hasta sentir una extraña sombra, como si me cubrieran del sol. Me incorporé, preocupado, para quedar frente a un cuerpo más hermoso que la sonrisa de su rostro.»

Itanam de las barcas

Nelton Pérez

—Lleva tres días sin dormir, rezándole a la Virgen del Cobre, solo ha querido tomar café y no hay quien la levante de la cama. ¡Y oyendo la radio! Con la emisora esa, esa misma, puesta día y noche. Fíjate que de la debilidad ya ni se le oyen los rezos y las ojeras la tienen sin rostro… de seguir así se muere. ¿José, tú diste el último?

El anfitrión

Ernesto Peña González

«“Mire qué apretadas carnes, don Diego. Todavía están calientes”. Se trataba de los cadáveres de una pelirroja y una negra bellísimas. El vendedor, sin dejar de sonreír, oprimía con sus manazas los muslos de las mercancías yacentes sobre el mostrador del tenducho.»

Música de Fondo I

Daneris Fernández Fonseca

«Quiso tocarse la cadena, sentía un cordón opresivo y ardiente alrededor del cuello. No podía moverse. Era un dolor helado, paralizante, como si le hubieran metido el cuchillo entre las nalgas y todavía lo tuviera allí, tieso y frío. Desde el suelo vio a Marlon bajo el foco de la esquina, un mulato bajito y gordo lo tenía agarrado por las muñecas y le balanceaba los brazos, como si jugaran.»

Aquella noche en Moscú

Ariel Sánchez

«Vasilio se aproxima al cuerpo, se acuclilla y con la sutileza de una bailarina descubre sus piernas. El parecido con un cuerpo humano le resulta difícil de creer. Una sangre ennegrecida colma casi todo el sitio. Su rostro pudiera ser el de cualquier chica de la gran ciudad. Alguien se burla de nosotros.»

Disparos

Lázaro Alfonso Díaz Cala

«No miente. Casi nunca ha mentido; quizás sólo de niño, cuando le encargaban una compra y no devolvía parte del cambio para comprar confituras. En verdad sintió miedo; miedo a los regaños de la madre, a mirar de frente a los padres de Abel y Alicia. ¡Alicia! ¿Qué pensará?»

Café Cubita

Blanca Blanche

«Se mató o la mataron. No sé bien. La cuestión es que está muerta. ¿Lo sabes, te lo dijeron, te enteraste ya? Se iban a ir juntos, sí… él recogió todo y me lo gritó en mi mismísima cara cuando lo vi de nuevo en la puerta.»