Cuentos

La noche

Hanoy González Mesa

Ya terminaron de jugar a los escondidos y comienzan a hablar de lo que siempre hablan los niños cuando se encuentran exhaustos físicamente y las condiciones ambientales lo propician: historias de miedo...

Ladrón de sábado

Gabriel García Márquez

Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor, y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años...
Colinas

Colinas como elefantes blancos

Ernest Hemingway

Del otro lado del valle del Ebro, las colinas eran largas y blancas. De este lado no había sombra ni árboles y la estación se alzaba al rayo del sol, entre dos líneas de rieles. Junto a la pared de la estación caía la sombra tibia del edificio y una cortina de cuentas de bambú colgaba en el vano de la puerta del bar, para que no entraran las moscas...
Cráneos

La carne y los huesos

Rubem Fonseca

Mi avión no partiría sino hasta el día siguiente. Por primera vez lamenté no tener un retrato de mi madre conmigo, pero siempre me pareció idiota andar con retratos de la familia en el bolsillo, más aun el de mi madre...
Osos

Campamento indio

Ernest Hemingway

Habían preparado otro bote en la orilla del lago y dos indios esperaban a su lado. Nick y su padre se colocaron en la popa y los indios pusieron la embarcación en marcha. Uno de ellos remaba. Tío Jorge se sentó en la popa del bote del campamento. El indio joven lo alejó un poco de la orilla y después montó para remar...
Chica

Amargura para tres sonámbulos

Gabriel García Márquez

Ahora la teníamos allí, abandonada en un rincón de la casa. Alguien nos dijo, antes de que trajéramos sus cosas —su ropa olorosa a madera reciente, sus zapatos sin peso para el barro— que no podía acostumbrarse a aquella vida lenta, sin sabores dulces, sin otro atractivo que esa dura soledad de cal y canto, siempre apretada a sus espaldas...
Mujer con flores blancas

Joana

Rubem Fonseca

Solamente me gustaban las mujeres bonitas, de cara y cuerpo. Podían ser ignorantes, idiotas, pero si eran bonitas me gustaban...
Siesta

La siesta del martes

Gabriel García Márquez

El tren salió del trepidante corredor de rocas bermejas, penetró en las plantaciones de banano, simétricas e interminables, y el aire se hizo húmedo y no se volvió a sentir la brisa del mar. Una humareda sofocante entró por la ventanilla del vagón.
Jean-Simon Berthélemy

El secreto de la tumba vacía

Manuel Quintero Pérez

“¡Córtalo con la espada, campeón!” El Macedonio ladeó el torcido cuello y levantó la rubia cabeza intentando descubrir al autor del alarido…
Paseos dominicales. foto por Matthew Bennett en Unsplash

Abandonado

Guy de Maupassant

Es preciso estar loca para salir al campo a estas horas con un calor insufrible. De dos meses a esta parte, se te ocurren ideas muy extrañas. A la fuerza me haces venir a la orilla del mar, cuando en cuarenta y cinco años que llevamos de matrimonio jamás tuviste semejante fantasía...
Cielo estrellado. Foto por Greg Rakozy en Unsplash

La noche

Guy de Maupassant

Amo la noche con pasión. La amo, como uno ama a su país o a su amante, con un amor instintivo, profundo, invencible. La amo con todos mis sentidos, con mis ojos que la ven, con mi olfato que la respira, con mis oídos, que escuchan su silencio, con toda mi carne que las tinieblas acarician...
Salomé con la cabeza de San Juan Bautista

Esclavos no solo de Dios

Lis Monsibáez

A Juan el Bautista lo decapitaron. Dice la Biblia que en una fiesta de cumpleaños del rey Herodes, la hija de la esposa bailó para él. Todos en la fiesta quedaron maravillados, por lo que Herodes le dice que pida lo que quiera…
Tú no sabes, Fermín, qué duro es esto

Tú no sabes, Fermín, qué duro es esto

Elizabeth Lunar

Y puede que sean los malos ojos o la mala lengua de Candelaria, pero lo peor es este lugar. Está maldito y no podemos hacer nada para arreglarlo. Si en algún lugar el diablo dio las tres voces y nadie lo oyó es en Pico Blanco…
Canta hasta que mueras - Jorge G. Silverio Tejera

Canta hasta que mueras

Jorge G. Silverio Tejera

Claro, esa era la solución, mataría a la vieja. Espantado de su pensamiento lanzó el libro al suelo. ¿Cómo podía haber considerado tal cosa?...
Ilustración por José Luis Lorenzo Díaz

Cosas de mujeres

Reynaldo Cañizares

Quien haya vivido en la ciudad de Santa Clara tiene que haber oído al menos mentar al Fide Stevenson, el que ahora es despachador de guaguas de la terminal de ómnibus intermunicipal…
Antología del grupo literario Ariete

Hasta 296

Daniel Burguet

Con este relato, el autor se dio a conocer como representante de la más nueva generación de narradores cubanos, reunida en el grupo literario Ariete…
Imagen por José Luis Lorenzo Díaz

El vikingo, la rubia y el ladrón

Jorge G. Silverio Tejera

Ese había sido mi desayuno al llegar a la Unidad: un extranjero quería denunciar un robo en su casa. El Oficial de Guardia se lo había sacado de encima mandándolo conmigo…
Autor: José Luis Lorenzo Díaz

Lengua

Manuel Navea

Estaba hastiado, el teniente. Y ahora esto. Indira lo miraba como compadeciéndose. Eso lo molestaba. Aún a su edad no soportaba que fueran condescendientes con él…
Un hombre toca a la puerta bajo la lluvia

Dioses y orishas

Rodolfo Pérez Valero

Este cuento, ganador del Concurso Internacional de Relatos Policiacos de la Semana Negra de Gijón en 2009, pertenece al volumen Un hombre toca a la puerta bajo la lluvia, publicado por Random House México en 2010…
La santa. Foto por Escael Marrero

La santa

Gabriel García Márquez

Veintidós años después volví a ver a Margarito Duarte. Apareció de pronto en una de las callecitas secretas del Trastévere, y me costó trabajo reconocerlo a primera vista por su castellano difícil y su buen talante de romano antiguo...