Narrativa

El último komsomol, Svetlana, y los Comemierdas Anónimos

Rafael Grillo

Me descuarejingué de la risa cuando leía Haciendo las cosas mal. Como que hago resañas y no reseñas, puedo hablar así. Y puesto que no me empeño en pasar por crítico serio, por uno de esos que, de entrada, me sancionarían la errata porque el Real Diccionario solo reconoce descuajeringar o descuajaringar…

Entrevista con Alejandro Cernuda

En la sombra están los peligros

Ian Rodríguez Pérez

Mi entrevistado ha traído a Cienfuegos dos de los más importantes lauros que pueda ahora mismo estar “jociqueando” un escritor de cualquier latitud de nuestro país: el Fundación de la Ciudad de Santa Clara y el Oriente.

Una placa de ionómero

Raúl Flores Iriarte

Palabras halladas como hallazgo arqueológico dentro de una novela de Rodrigo Fresán: “El cut-up como nuevo lenguaje donde todo aparece fragmentado, donde las historias empiezan por donde terminan y no respetan el orden cronológico de los acontecimientos, lo importante es poner todo por escrito, rápido, antes de que desaparezca o se olvide...

A propósito de la publicación de Esquirlas

Recapturar la inocencia

Jorge Sariol

Esquirlas es un libro amargo. Está compuesto por doce relatos que debieron ser una novela; o quizás —lo sigo pensando por más vueltas que le doy— es una novela que finalmente se fragmentó cuando el autor descubrió que no podía impedirlo

La lista del cubo

Ahmel Echevarría

Agradecí haber escuchado la bendita alarma del despertador. La había programado para que tuviera una melodía grata y al menos fuera dulce mi despertar...

En menudos pedazos

Jorge Ángel Pérez

Cuando Ramón queda conforme con el cierre de un negocio aprieta bien los ojos, respira fuerte y levanta su brazo derecho, sonríe mirando los dedos tan abiertos, los que forman, como dice, cuatro uves de Victoria. Ramón sonríe y se persigna...

Elementos comunes

Yonnier Torres

El agua mancha la ciudad. La gente cruza la calle con bolsas de nylon atadas a la cabeza…

El martillo y la hoz

Emerio Medina

Comunistón, le dijo Fello. Por lo del martillo y la hoz colgados en la pared de la sala, cruzados como en la bandera, en simetría perfecta sobre el fondo azul opaco. Y a él no le importó que le dijeran comunista. Que se rieran, si querían, pero no iba a renunciar al placer de contemplarlos, no le importaba que le dijeran ruso, o comemierda, que para Fello era lo mismo, y para los otros también, los amigos de siempre...