Policía

Dos narices en la casa de los Z

Danny Echerri Garcés

"Mi casa la conoce todo el mundo porque entra mucha gente; unos abrazan a mamá, otros a Zoila, muy pocos a Zenaida que se levanta todas las mañanas y hace el café para los hombres. “Dígase hombre y se han dicho todos los derechos”. Entran en mi cuarto, estrujan mi cama. Mamá siempre sale colorada y le enseña el cuello a Zenaida..."

Cambio de temperatura

Yonnier Torres

"La puta perdió el entusiasmo, se acodó en la barra y le dijo al barman que estaba a punto de irse. —¿Por qué no vas a la plaza? —preguntó el barman. —Siempre me descubren. Me echan. La plaza es un sitio serio, para personas de clase, personas que nacen con letras doradas. Esto no se puede ocultar —y mostró el código de barras en el antebrazo y la palabra PUTA en letras rojas."

Mientras recuerdo al secretario del Partido

María Matienzo Puerto

"El ostracismo nos ha llevado a la nada. A la Estación no llegan muchos casos. Alguna riña tumultuaria durante las fiestas que nos permite el gobierno, un marido celoso que da caza a un amante, una mujer suicida que huye de la familia, un niño extraviado por descuido. A eso nos acostumbramos. Por eso la cara de horror del oficial de guardia. Podría tener mi colección de rostros horrorizados."

Alguien tiene que quererte

Nonardo Perea

"Ese nunca creyó en nadie, hace diez años no sé nada de él. Sé que esta vivo porque de vez en cuando voy de pasada por La Habana del Este y visito a su madre. Robertico está de lo mejor, vive en Mallorca y trabaja como showman en un hotel."

Atrapados

Carlos Santos Montero

"El calor me llevó al agua y braceé un rato antes de regresar a la orilla. Ninguno de los bañistas, agrupados como cucarachas a la sombra de las uvas caletas, me prestó atención y me tendí en la arena, hasta sentir una extraña sombra, como si me cubrieran del sol. Me incorporé, preocupado, para quedar frente a un cuerpo más hermoso que la sonrisa de su rostro."

Confesiones

Obdulio Fenelo

La segunda vez que lanzó la mirada a la calle, la dejó rondar las fachadas disparejas, elevarse sobre el montón de construcciones y caer de golpe contra el campanario de la iglesia. A esa hora del día el crepúsculo acentuaba el color amarillento de El Sagrado Corazón y lo tornaba irreal. Siempre rezaba antes de hacer un trabajo, así resolvía lo del arrepentimiento...
Salomé con la cabeza de San Juan Bautista

Esclavos no solo de Dios

Lis Monsibáez

A Juan el Bautista lo decapitaron. Dice la Biblia que en una fiesta de cumpleaños del rey Herodes, la hija de la esposa bailó para él. Todos en la fiesta quedaron maravillados, por lo que Herodes le dice que pida lo que quiera…
Tú no sabes, Fermín, qué duro es esto

Tú no sabes, Fermín, qué duro es esto

Elizabeth Lunar

Y puede que sean los malos ojos o la mala lengua de Candelaria, pero lo peor es este lugar. Está maldito y no podemos hacer nada para arreglarlo. Si en algún lugar el diablo dio las tres voces y nadie lo oyó es en Pico Blanco…
Canta hasta que mueras - Jorge G. Silverio Tejera

Canta hasta que mueras

Jorge G. Silverio Tejera

Claro, esa era la solución, mataría a la vieja. Espantado de su pensamiento lanzó el libro al suelo. ¿Cómo podía haber considerado tal cosa?...
Imagen por José Luis Lorenzo Díaz

El vikingo, la rubia y el ladrón

Jorge G. Silverio Tejera

Ese había sido mi desayuno al llegar a la Unidad: un extranjero quería denunciar un robo en su casa. El Oficial de Guardia se lo había sacado de encima mandándolo conmigo…
El sueño eterno - Raymond Chandler

El sueño eterno

Raymond Chandler

El sueño norteamericano de legalidad se derrumba con la solidez de un boxeador peso pesado, y un detective está allí para atestiguarlo a cambio de veinticinco dólares diarios. En medio de un sórdido laberinto de mentiras, desapariciones y asesinatos, nuestro héroe, acosado por pistoleros, estafadores y millonarias ninfómanas, sólo encontrará respiro en la compañía tenue de "Peluca de Plata", que "era más bien alta, pero tampoco un poste de telégrafo". Publicada mientras los Estados Unidos preparaban su ingreso en la Segunda Guerra Mundial, El Sueño Eterno marcó el asombroso debut literario de Raymond Chandler y también un hito en la novela policial negra: la primera aparición en sociedad del irrepetible Philip Marlowe.