Poesía

Desnuda en proscenio

UNA ISLA MÁS

A veces finjo ser una isla
me quedo flotando en calma.
Puedo sentir al mangle
emergiendo desde la raíz.
Se posan las gaviotas.
Muy dentro fluye el río
me recorre toda.
Tanta es su fuerza
que precipita cascadas,
la palma se yergue.
Juego a ser mar
me visto de ola.
Dibujo caminos en el aire.
No estoy sola
siempre alguien observa.
Enamorados del azul infinito
me besan la sal.
Pretendo ser el aire
¡Libre al fin!
Me despojo del tiempo.
Acaricio el instante
y me dejo llevar.
El sol desfallece sobre mí.

PICHÓN DE GUAJIRA

De esta isla me apropio el malecón,
sus fortalezas gastadas,
los adoquines.
Tan enquistados están en mi carne
que puedo sentir las piedras,
oprimen los órganos vitales.
Mi alma se cree habanera,
pero yo respiro al monte
y lo trepo descalza.

Nací en una poceta
que luego bautizaron Santa.
Me parió la ceiba entre dos montañas.
He pescado biajacas con las garras.
El manantial brota de mis entrañas.
Tejí una hamaca al bohío
y en las noches se acerca el cocuyo
hecho estrella.
Reposan las yaguas traviesas
junto al pozo sin nombre.

Tantos grillos en la cabeza me arrullan.
He migrado a esta ciudad no recuerdo cuándo,
abducida por las luces amarillas,
persiguiendo los cantos de murallas.

Tengo un nidito con barbacoa
por el Capitolio
y un alma
dividida.
Siempre seré la hija adoptiva
¡Un pichón de guajira!,
como decía mi padre.

TURISTA

Pertenezco al mar
pero naufragué en una isla.
He tenido que aprender a andar,
aspiro con torpeza el aire
que no alimenta mis pulmones.

Envidio la memoria del pez.
Sé que ha pasado el tiempo
porque de mis pies brotan raíces.
Prolongada pecera de pescadores
sin redes, anhelando ser la ola.
Y yo, que solo puedo juzgarla,
la enjuicio cada minuto
presa del arrecife donde me escupió.
Me ha condenado a barrer sus alrededores una y otra vez.
Pintó de azul el mito,
tan inmenso el sueño,
como puedan alcanzar los ojos quemados.
Soy una simple espectadora,
una turista que se conforma con la arena
y solo moja la punta de los dedos.
¡Postales de la imponente ola sin sal!
La siento en mi sudor y en mi llanto.
Aún me golpean las rocas si me atrevo a nadar.

LA FANTASÍA

Para mi amiga Patricia Herrera (tremendamente) querida,
en su cumpleaños

Mi sirenita inquieta,
hoy deseo tu luz
nadando cerca de la superficie
donde está la espuma blanca
para que veas al sol, que brilla más
cuando retoza;
a veces hasta se sonroja
y baja tanto que casi te alcanza.
Danzan los peces
y hasta la luna se asoma con recelo.
El mar se vistió con el traje azul turquesa,
ese que solo usa en ocasiones especiales.
Desde aquí escucho tu risa,
los delfines te entretienen.
¡Pero ven pronto, que más amigos te esperan
para completar la magia!

Ponte bien linda,
recuerda los rizos detrás de las orejitas,
para que puedas oír los corales.
Sirenita, ya casi es la hora,
si te fijas bien hay una luz distinta.
¡Dios tiene que haber estado
de muy buen humor
cuando creó a las sirenas!
Y las guarda tan celosamente
que muy pocos podemos reconocerlas.

¿Eres tú quien viene con la ola…?

Puedo verte junto a los caballitos de mar
que galopan sobre las algas.
Traes el collar de caracolas
y la sonrisa infinita…
Ahora, es ahora que llegas:
¡la fantasía!

Patricia Rodda. La Habana-Cuba, 1987.

Poeta, actriz de teatro, productora y pro­motora cultural. Trabaja en la com­pañía El Misterio, perteneciente al Centro de Teatro de La Habana. Como cofundadora del proyecto sociocultural urbano Sinfiltro, ha participado en varios talleres de formación para adolescentes y per­formances sobre el tema de género en el barrio de San Isidro. La colaboración, desde la literatu­ra y el teatro, con otros artistas de la plástica, el diseño, la fotografía y la arquitectura han sido evidenciadas en diferentes exposiciones y publicaciones como Bienales de La Habana y festivales por el Día Internacional de la Mujer. Esta, su primera compilación, reco­ge parte de ese trayecto de vida.