Poesía

Doble acento para un naufragio

IDA Y REGRESO

Antes o después me iré.
Se quedará quien fui
sentada sobre una piedra,
mirando a orillas de un río
como tiemblan las hierbas.
Me iré.
Se quedará mi oído secreto
con la cabeza inclinada
para escuchar
una canción apretada
en una gota de rocío.
Se quedará algo que fue mío
dentro el alma de una flor
protegida del frío.
Me iré,
pero cuando la noche duerma
despertaré con el llanto del viento,
sombra ligera,
en apariencia florecida.
Regresaré de nuevo a la vida
al reventar del alba
de un día cualquiera.

NAVE

Está pasando mi nave,
sola en el mar tempestuoso
y el tiempo implacable tenebroso,
la golpea como solo él sabe.
De olas el trueno, de rayos el impacto,
de memorias es el pacto
de no olvidar derrotadas esperanzas.
Las penurias son alianzas
del tiempo que se abate
contra el remo quebrado
en el arrecife enfadado,
que combate y combate.

MÁS ALLÁ

No te pares en el umbral,
coge la brújula para visitar
tierras incógnitas.
No te pares
en los destellos acorralados,
mira a través de mis ojos caídos
el soplo de esta vida
que me abraza y abrazo
como si fuéramos dos
en la misma desesperación.
No te pares en la ilusión
de vivirme en mis vacíos,
regala una aurora
a los abismos míos,
donde canta el grillo sin saber
de ser el último que salta,
para evitar mi sombra
que espera el día.

PROFUNDIDADES

Hurgo en el fondo de mí misma
silencios que me den respuestas,
sombras que conserven
las huellas de mis pasos.
Mi imagen se desdibuja en el espejo,
entre reflejos
se escurren mis ojos,
no tengo vida para llenar
el tiempo donde se acumulan
los despojos
del cuerpo, que grita sin voz
en el camino que me lleva al lugar
donde las sílabas de mi fantasma
se esconden en mi cuerpo.

PRESAGIO

He cerrado muchos ojos, muchas bocas
pero nunca he abierto la ventana
para dejar que un alma
vuele hacia el cielo.
Mi amor,
quisiera y espero
que vuele la mía primero.
Moriría de nostalgia
sin la música de tus palabras,
sin tus ojos
más intensos que el universo,
contemplándome.
Creo que yo también me enterraría
y lloraría días y días,
para luego salir a traficar con mi dolor,
mirando el último rayo de sol
sin hacer nada.
Si tú mueres antes que yo,
me quedaría en la nada
sentada todos los años,
con mis viejos y polvorientos recuerdos,
sin ganas de sonreír nunca más,
porque mi boca te ha ofrecido
todas sus sonrisas.
No quiero abrirte la ventana,
porque me quedaría
todo lo que llamo amor
con el silencio.
No quiero abrirte la ventana,
pero si lo que temo sucede,
quiero que tu alma se quede
y que la mía ocupe tu lugar.
Si un día tengo que abrirla,
después de llorar y llorar
hasta romperme,
después de gritar
por todos los orificios de la ausencia,
podría cerrar los ojos
y llamar paraíso
mis parpados que se estrechan fuerte
para no ver el infierno
que trae la muerte
mientras tu alma vuela
empujada por el viento.

MEMORIA DE UN PARAÍSO PERDIDO

Goteando entre corazón y labios,
en la forma de mí,
en lo que todo vive,
y amándote, desaparece.

Pero no se aleja.

En esta forma compleja
quizás reduzco mis constantes
en el eco de viento distante
de un vacío sonoro.

Vivo en un nosotros que añoro.

De ti me habla todo
lo que camina y quita las alas,
cuando cierro los ojos igualas,
por un segundo, el infinito del regocijo.

Pienso que Dios me bendijo
Cuando te conocí,
gesto y voz de mis ojos.
Se abre y se cierra el cerrojo
entre el tránsito temerario de lo prohibido.

Vives en la memoria de un paraíso perdido.

UN PEQUEÑO INSTANTE

Me siento una pequeña esquina del universo,
un rincón que hace cosas y después muere.
Me siento como el dorado chapucero,
dejado de un lucero cuando cae del cielo.
Mi cuerpo es un país sin gente,
tan poco evidente
que llega a ser sacro.
Mi alma es lo que resta del instante
cuando presiono el botón
y apago el mundo, la radio, la televisión
para escuchar la voz del árbol solo
en medio de un campo arado.
Me siento el seno de la madre
que cierra los ojos y no duerme
porque debe alimentar un pequeño mundo
que no pide otra cosa
que una alegría solemne,
un día que espera la inocencia,
una historia que sea un lugar
de dónde enviar una carta
de amor o de agradecimiento.
Mis ojos sentados en un momento
esperan las criaturas que duermen
en la boca del letargo,
esperan el despertar, la compañía
y el milagro de las hojas que visten
las ramas secas después del invierno.
Yo toda espero y trato de resistir
a esta orgía de abstinencia
a esta copulación de carne y nostalgia.
Espero y espero el día
de poder abrir la puerta de mi casa,
para dejar entrar
un pedazo de este mundo que quiere
hacerme feliz, trayendo
un oasis de naturaleza para embellecer
esa pequeña esquina del universo que soy,
ese rincón que hace cosas y después muere,
ese dorado chapucero que cae del cielo
para sentir en el pecho la luz,
mientras se estrella en la oscuridad
para vivir la felicidad
de un pequeño instante.

Para adquirir el libro online:

«Doble acento para un naufragio» de Yuleisy Cruz Lezcano

Yuleisy Cruz Lezcano. La Habana, 1973.

Emigró a Italia a los 18 años y vive actualmente en Marzabotto (Bolonia). Consiguió el título en Enfermería y Obstetricia en la Universidad de Bolonia y, además, un segundo título en Ciencias Biológicas. Trabaja en la salud pública. En su tiempo libre se dedica a la literatura, la pintura y a la escultura. Colabora con distintas revistas literarias de España y América Latina. Es miembro de honor del Festival Internacional de Poesía de Tozeur, en Túnez. Entre otros galardones literarios, recibió el Gran Premio de la 29 edición del concurso Ossi di Seppia, en 2023. Ha publicado varios libros de relatos y poemas; el último de ellos es Doble acento para un naufragio (Duplo sotaque para um naufrágio, 2023).