Trilogía de la Ciudad Blanca

El silencio de la ciudad blanca

Resumen del libro: "El silencio de la ciudad blanca" de

Tasio Ortiz de Zárate, el brillante arqueólogo condenado por los extraños asesinatos que aterrorizaron la tranquila ciudad de Vitoria hace dos décadas, está a punto de salir de prisión en su primer permiso cuando los crímenes se reanudan de nuevo: en la emblemática Catedral Vieja de Vitoria, una pareja de veinte años aparece desnuda y muerta por picaduras de abeja en la garganta. Poco después, otra pareja de veinticinco años es asesinada en la Casa del Cordón, un conocido edificio medieval.
El joven inspector Unai López de Ayala ―alias Kraken―, experto en perfiles criminales, está obsesionado con prevenir los crímenes antes de que ocurran, una tragedia personal aún fresca no le permite encarar el caso como uno más. Sus métodos poco ortodoxos enervan a su jefa, Alba, la subcomisaria con la que mantiene una ambigua relación marcada por los crímenes… El tiempo corre en su contra y la amenaza acecha en cualquier rincón de la ciudad. ¿Quién será el siguiente?
Una novela negra absorbente que se mueve entre la mitología y las leyendas de Álava, la arqueología, los secretos de familia y la psicología criminal. Un noir elegante y complejo que demuestra cómo los errores del pasado pueden influir en el presente.

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PRÓLOGO

Vitoria, agosto de 2016

Las cámaras de televisión se obsesionaron con acosar a mi cuadrilla. Necesitaban un titular y estaban convencidos de que mis amigos podrían dárselo. Los siguieron por toda Vitoria desde que saltó la noticia de que el asesino me había disparado: a partir de aquel momento, no hubo descanso para nadie.

A primera hora, apostados en las entradas de sus portales. Y por las tardes, cuando quedaban en el Saburdi de la calle Dato, a tomar unos pinchos en silencio. Pero aquellos días nadie tenía ganas de hablar, y la presencia impenitente de los reporteros no ayudaba.

—Sentimos lo que le ha ocurrido al inspector Ayala. ¿Vais a ir a la concentración de esta tarde? —les preguntó un periodista, mientras agitaba un periódico frente a ellos con la noticia en primera plana y mi imagen ocupando casi más que el titular.

El tío grandote y moreno que intentaba sin éxito ocultar su rostro de las cámaras era yo, días antes del disparo.

Mis amigas bajaron la cabeza, mis amigos dieron la espalda al cámara.

—Estamos en shock —se arrancó por fin Jota, apurando su vino tinto—. La vida no es justa, no es justa.

Tal vez creyó que sería suficiente para que los dejaran en paz, pero entonces los reporteros vieron a Germán, mi hermano, imposible de ignorar con el metro veinte de estatura con que le castigaba su enanismo. Germán intentó escabullirse hacia los aseos. El reportero, con el ojo ya curtido en mil exclusivas, avisó a los cámaras en cuanto lo reconoció.

—¡Es el hermano, seguidlo!

Mi hermano se volvió antes de cerrarle la puerta del baño en las narices, gesto que se reprodujo en todos los canales nacionales aquella misma noche.

—Váyanse a la mierda —se limitó a decir, ni siquiera enfadado, ni siquiera ofendido. Simplemente agotado.

Sé que todos los vitorianos estaban consternados porque yo había acabado con un tiro en la cabeza, y si hubiera podido pensar en aquellos momentos, cosa que era fisiológicamente imposible, se me habrían puesto de corbata solo por la emoción.

Un policía nunca espera cerrar un caso siendo la última víctima del asesino en serie que tiene aterrorizada a la ciudad, pero la vida tiene formas muy creativas de jugártela.

Y… sí: yo no salí bien parado. Terminé, como digo, con una bala en el cerebro. Pero tal vez debería desgranar los detalles de lo que en un principio se dio en llamar «El doble crimen del dolmen», y terminó siendo una matanza programada con todas sus letras durante muchos muchos años por una mente criminal que estaba muy por encima del cociente intelectual de cualquiera de los que intentamos darle caza a tiempo.

Cuando el que se pone a matar en cadena es un puñetero genio, solo puedes rezar para que tu bola no salga del bombo dorado y el niño de turno no cante tu número con voz temblorosa.

El silencio de la ciudad blanca – Eva García Sáenz de Urturi

Eva García Sáenz de Urturi. Escritora española, nació en el País Vasco, pero cursó estudios de secundaria, así como su formación como óptica y optometrista, en la ciudad de Alicante. En 2012 terminó el manuscrito de la que se convertiría en su primera novela, La saga de los longevos. En principio, ninguna editorial tradicional se interesó por su historia, por lo que decidió apostar por la autoedición.

Debido al notable éxito que tuvo con la novela, convirtiéndose en uno de los libros más vendidos en Amazon en 2012, logró dar el salto al mercado editorial en papel, de la mano de importantes editoriales. A partir de ese momento García Sáenz de Urturi vio reeditado su debut, historia que continuó con Los hijos de Adán.

Fue con la trilogía La ciudad blanca, donde mezcla historia con una trama policíaca, que García Sáenz de Urturi ganaría mayor reconocimiento, convirtiéndose sus tres entregas —El silencio de la ciudad blanca, Los ritos del agua y Los señores del tiempo— en un éxito de ventas.

En 2020 la autora ganó el Premio Planeta gracias a Aquitania, un thriller medieval que sigue los pasos de Leonor de Aquitania, que tuvo que enfrentarse a la carga de llevar el título de duquesa de Aquitania con tan solo 13 años, cuando murió su padre de forma trágica. Esta se encargará de vengar su muerte y averiguar quién la provocó, llevando a cabo un arriesgado plan.