Hombres salmonela en el planeta porno

Resumen del libro: "Hombres salmonela en el planeta porno" de

«Hombres Salmonela en el Planeta Porno» de Yasutaka Tsutsui es una obra literaria que nos sumerge en un universo surrealista y provocador, donde lo absurdo y lo cómico se entrelazan con una crítica mordaz a la sociedad contemporánea. A través de una serie de relatos, Tsutsui teje narrativas peculiares y extravagantes que desafían las convenciones literarias.

En este compendio, nos encontramos con situaciones tan inusuales como una planta que engendra sueños eróticos, una ciudad que se inclina gradualmente cada día y un hombre común perseguido implacablemente por los medios de comunicación. Cada cuento es una ventana a un mundo donde la realidad se distorsiona de manera deslumbrante, y la imaginación del autor parece no conocer límites. Destacando entre las historias, un grupo de científicos emprende una investigación en un planeta donde todo tiene connotaciones sexuales, llevando a los lectores a reflexiones profundas sobre la naturaleza humana y la obsesión cultural con el sexo.

Tsutsui, conocido en Japón como el «gurú de la metaficción», demuestra su destreza en la creación de narrativas frescas y rigurosas que han ganado prestigiosos premios literarios en su país. Su estilo narrativo único se traduce en una obra que no solo desafía las expectativas, sino que también sirve como base para películas manga que han alcanzado el estatus de culto entre los jóvenes japoneses.

La selección de cuentos en esta primera traducción al español ofrece a los lectores una visión panorámica de la mente prolífica de Tsutsui, con más de treinta novelas y cuarenta colecciones de cuentos publicadas. Además, la inclusión de una entrevista con el autor proporciona una perspectiva valiosa sobre su proceso creativo y su visión del mundo. En resumen, «Hombres Salmonela en el Planeta Porno» es una obra que desafía las convenciones literarias, deleitando a los lectores con su audacia narrativa y su aguda crítica social, mientras introduce al público de habla hispana a la genialidad de Yasutaka Tsutsui.

Libro Impreso

EL BONSÁI DABADABA

Mi padre llegó del pueblo con un bonsái que tenía una forma curiosa.

—Esto es un árbol Dabadaba —anunció, mientras nos lo mostraba a mi esposa y a mí—. Mirad, es una especie peculiar de cedro.

—¡Vaya, qué cosa más extraña! —dijo mi mujer, examinándolo con una mirada de asombro.

Tenía unos veinte centímetros de altura. Era grueso en la base y se afilaba hacia la copa, donde el follaje era más escaso. Puesto en vertical, el tronco formaba un cono perfecto.

—Sí, ¡y vaya nombre tan raro! —añadí yo, mirando la expresión de mi padre para ver si así me daba una pista de por qué había traído el árbol.

—Bueno, no sólo el nombre es raro —dijo él, afilando los ojos—. Si ponéis este árbol Dabadaba en vuestro dormitorio por la noche, tendréis sueños libidinosos.

—¡Anda! ¿Y qué significa eso de libidinoso? —preguntó mi esposa.

Yo le susurré al oído:

—Por supuesto, sueños eróticos.

—¡Oh, vaya! —exclamó, para después sonrojarse.

Mi padre le echó una mirada lasciva y siguió diciendo:

—Lleváis casados cinco años y todavía no tenéis hijos. Por eso os he traído el árbol. Ponedlo a partir de esta noche en la habitación y seguro que tendréis muy buenos sueños. Para un viejo como yo, no es aconsejable.

Se marchó riéndose como un pájaro exótico.

Esa noche llevamos el árbol Dabadaba a nuestro dormitorio y lo pusimos a la cabecera de nuestra cama matrimonial. Y es que, aun después de cinco años de casados, todavía usábamos una cama doble. El motivo es que nuestra habitación era más bien pequeña, así que no había espacio para colocar dos camas.

—¡Hala, buenas noches!

—Buenas noches. Hasta mañana.

Apresuradamente, nos zambullimos entre las sábanas y, excitados, nos dimos la espalda y nos concentramos en conciliar el sueño. En momentos como éstos, uno quiere ser el primero en caer. Si el ruido de la respiración de tu compañero no te pone nervioso y te mantiene despierto. Y más aún si sabes que está teniendo un sueño erótico. Y no digamos si el otro empieza a hablar en sueños.

Por suerte, me quedé roque inmediatamente y empecé a soñar. Soñaba que estaba en mi habitación durmiendo con mi esposa en mi cama de matrimonio.

«¡Qué bien, un sueño!»

Me senté en la cama. Mi mujer dormía pacíficamente a mi lado completamente desnuda. Ésa es su forma de dormir. Volví la cabeza asombrado.

«¡Fantástico!, pero ¿qué tiene esto de erótico?»

Si hiciera el amor con ella después de todo este tiempo, no tendría nada de erótico. Sería la triste realidad, tanto si ella estaba desnuda como si no.

«En fin, si éste es un sueño erótico, será mejor que haga algo erótico».

Así que salí de la cama y me puse la camisa y los pantalones. Luego, me calcé unas sandalias y salí de casa. Para encontrar a una mujer con la que mereciera la pena compartir un sueño erótico, tendría que irme al distrito de la vida nocturna. Caminé a lo largo de una calle oscura y luego di la vuelta hacia una importante vía. La calle relucía como si fuera de día por los bares y restaurantes que había a cada lado. Estaba llena de gente.

«Pero, a ver, ¿dónde están todas esas buenorras?», murmuré. Me sentía bastante cansado después de recorrer dos o tres manzanas. Estaba claro que tener un sueño erótico exigía una cierta perseverancia. Localicé a una mujer que parecía prometedora de lejos pero que, al examinarla más de cerca, resultó ser una bruja arrugada. En otro momento, pasó por delante de mí una chica alta y delgada con una gran figura pero, al querer alcanzarla, descubrí que era un auténtico coco. Y es que no estoy muy ducho en cuestión de mujeres. Pero ahora que estaba teniendo este sueño erótico, carecía de sentido ir a por alguien que no me excitara, así que seguí con mi búsqueda.

Entonces apareció una muchacha. Salía de una pequeña cafetería que daba a la calle. Llevaba un traje marrón oscuro y parecía una estudiante universitaria. No iba muy maquillada, aparte de llevar los labios pintados. Tenía la tez blanca, los ojos grandes y una cara bonita.

—¡Ésta sí! —exclamé, bloqueándole el paso.

—¿Puedo ayudarle? —me preguntó, mirándome de arriba abajo.

—Pues, hombre… —respondí vacilante, intentando explicarme—. Verás, es que me han regalado un árbol Dabadaba. Y…

—¡Oh, no! ¡Usted también! —se rio tontamente. Luego su expresión se tornó en enfado—. Usted es el cuarto de la noche. Me va a decir que está teniendo un sueño erótico por el «árbol Dabadaba» y que quiere hacer el amor conmigo, ¿no es eso?

—¿Qué? ¿Quieres decir que hay más gente? —respondí algo sorprendido. Pero, al fin y al cabo, no era más que un sueño. ¿Qué más daba?—. Bueno, lo que quiero decir es que sí, así es. Quiero hacer el amor contigo.

—¡En sus sueños! —dijo ella con una sonrisa irónica, moviendo la cabeza—. Les he dicho lo mismo a los demás. Esto puede que sea un sueño para ustedes, pero para mí es la realidad. Y, además, yo soy virgen todavía. Me niego a perder la virginidad sólo para satisfacer el deseo de otra persona en un sueño.

¿Qué quería decir? En fin, no importaba. Sólo era un Sueño.

—Los otros tres debían de ser unos pusilánimes. Sin carácter. Y quizá tampoco te deseaban lo suficiente —dije—. Yo no voy a renunciar tan fácilmente, ¿sabes? Puede que para ti esto sea la realidad, pero para mí es sólo un sueño. ¡Así que me importa un rábano lo que pase! Y, además, tú me gustas. Me gustas un montón y te voy a hacer el amor. Si te niegas, no tendré más remedio que obligarte aquí y ahora.

—¿Qué? ¿Aquí, en la calle?

—Eso es. No me importa quién nos vea o dónde estemos. Voy a saltar sobre ti y voy a desgarrarte ese traje marrón oscuro tan elegante, y…, y entonces te voy a quitar el sostén, y…, y…

—Está bien, ¡no te excites tanto, que se te está cayendo la baba!

—¡Anda! —Me froté la boca rápidamente con el dorso de la mano—. Y después…, después te quitaré las bragas.

—Esto…, es que llevo medias.

—Bueno, pues te voy a bajar las bragas junto con las medias y luego voy a agarrarte, y lanzarte a la acera y violarte por la fuerza. Dices que eres virgen y eso me apena, pero, qué caramba, esto es un sueño, ¡qué más da! Voy a desvirgarte, y luego…

«Hombres salmonela en el planeta porno» de Yasutaka Tsutsui

Yasutaka Tsutsui. Escritor y actor japonés, es un autor dedicado a la ciencia ficción y a la literatura fantástica, famoso por sus relatos cortos llenos de sátira y temas polémicos. Su tendencia a romper con los tabúes habituales en Japón le ha llevado a ser censurado en varias ocasiones, e incluso a realizar protestas mediáticas contra la política editorial del sector literario japonés.

Ganador de los premios Tanizaki y Kyoka, junto con el Yasunari, varias de sus obras han sido llevadas al cine y la televisión, siempre dentro del ámbito nacional.

Autor poco traducido en lengua castellana, apenas han sido publicadas dos antologías de entre las más de cuarenta que componen su obra en japonés.