Premio Alejo Carpentier 2013

Harold y su máquina

Daniel Díaz Mantilla

En noches como esta, cuando la frustración desembocaba en el insomnio, Harold trabajaba en su artefacto. Durante años que ya le parecían insufribles pulió en su mente cada pieza, diseñó cada pequeño mecanismo, calculó los riesgos y los gastos de su proyecto y lo fue llevando a término, sin prisa, sin descanso, anticipando la hora en que echaría por fin a andar su máquina del tiempo.
Cordero. Foto por Nick Cozier en Unsplash

El cordero aúlla

Javier Rabeiro Fragela

Lo único seguro es que nunca había matado a nadie, pero las pulsaciones, las imágenes, el cosquilleo y la ansiedad lo perseguían. Era una sensación burbujeante, que le obligaba a cerrar los ojos y abrirlos de nuevo en el momento que su padre salió al patio para matar a una gallina.