Poesía

La ciencia del café

Café. Foto por karl chor en Unsplash
Café. Foto por karl chor en Unsplash

LA CIENCIA DEL CAFÉ

Cada mañana bajo el peso de los párpados,
revuelvo el día con la cuchara de la existencia.
Ejecuto ecuaciones mínimas de supervivencia,
para no caer nuevamente bajo el hechizo de la inercia.

Formuló teorías sobre el universo de la cama,
con la anatomía de tu cuerpo que se quedó entre las sábanas.
Lucho contra las fuerzas de la dictadura de la rutina,
y preparo el bolso con las obligaciones mundanas de la vida.

Me aferro a la mesa con el aroma de la taza y su borra,
que uso como matemática para calcular el ahora.
Invento una ley para abrazarme al abrigo de tu cuerpo,
con la ciencia del café como sustento de este preciso momento.

EL VAIVÉN DEL TIEMPO (DEDICADO A MARIO BENEDETTI)

Entre canales de arrugas sabias
se despidió desafiando al destino,
con blancas palabras y nubes
desde una ciudad con mirada de río.
Bebió la miel y la paz de los pobres,
la botella vacía, pero llena de historias,
la borra de un café que se quedó en la memoria,
en la pausa constante de una farola.
Amó los vaivenes del verano eterno,
a veces con mirada de gato, y otras,
con mirada de puerto viejo.
Invitó a Onetti a rendir culto
al juego del lienzo y los secretos,
entre cartas marchitas y besuconas,
con los ojos de Idea en el recuerdo.
Esperó el ocaso sin temerle
al pacto del tiempo y el universo.

EL REINO DE LOS PÁJAROS

Los pájaros han vuelto a ser cómplices de las antenas,
se han enamorado otra vez de las azoteas y chimeneas,
han venido de campos lejanos a contemplar nuestra tristeza,
a embellecer nuestra mirada atrapada y perdida en las ventanas.

Se han dado cuenta del forzado gris silencio,
de que las calles vacías necesitan de color y magia,
pero agradecen que seamos prisioneros en nuestras casas.
Comprenden que su reino depende de que no hagamos nada,
sus nidos fueron desahuciados por nuestro estado de gracia.

Ahora se toman la licencia de ser libres en esta relativa calma,
antes fueron peones de pintores y poetas solitarios en las plazas,
pero prefieren nacer cada día, no en los lienzos y las palabras.

RINCÓN MALDITO

No hay barcos que soporten este cargamento
ni carreteras solitarias para poder vagar libremente,
siempre se vuelve al mismo rincón maldito
el lugar elegido para desechar nuestros tormentos,
ese compartimento donde esconder las penas.

La soledad es piadosa con nuestros miedos,
absorbe las inseguridades y las oculta sigilosamente.
Nadie es profeta en su tierra y menos en su propio salón,
en la penumbra donde habitan los espectros de nuestro rostro.

Escapar no es posible, existe un compromiso con la verdad,
también el asiento escolar sigue rayado esperándonos
para revivir nuestras angustias pasadas ya caducadas.
La única solución posible es lanzarse al vacío sin vendas,
aceptar que siempre estaremos rodeados de mundo.

TODO MIEDO MORIRÁ

A quién se le ocurrió el miedo,
ya que nacer en sí es un acto heroico,
una casualidad en el aleatorio universo.

Las estrellas con su letal hidrógeno esparcen vida,
los agujeros negros tienen un horizonte de sucesos,
donde nada escapa, ni el eco de nuestras emociones.

En las profundidades de los océanos hay seres ciegos,
y nosotros llenos de luz nos cegamos en la profundidad del yo,
nos cubrimos de miedo y olvidamos nuestra jerarquía.

Por eso el miedo es una patología adquirida,
ya que nacemos buceando en la oscuridad interior,
y nos olvidamos de que algún día, todo miedo morirá.

MILES Y YO

Quisiste ser como el pájaro negro de Charlie Parker,
aliviar tus cicatrices soplando con la brisa de tu alma.
Huir de Illinois para emprender un viaje sin retorno,
para crear el sonido que ahora acaricia mis entrañas.

No sé cómo lo hiciste Miles, pero es imposible negarlo,
organizaste a tantos músicos desdichados que eran magos.
Lograste crear un lenguaje de empatía siendo poco empático,
y eso poco importa, juntaste a Evans y a Coltrane junto a Picasso.

Miles, siempre haces que tenga insomnio y deje hojas en blanco,
aunque acompañes mis palabras, no puedo escribir junto a tu canto.
Tu trompeta reluciente de fragancias y de encantos,
conquistó los callejones de un París que admiraba tu legado.

Que sepas que tu lucha no fue en vano, ser modal hoy es ser alado,
cambiaste el rumbo de las notas, de los músicos frustrados.
Apadrinaste a delirantes como Jaco y Herbie Hancock,
con Zawinul y Corea pintaste lienzos en un mundo apartado,
te alejaste poco a poco y te marginaste en tu palacio.

Ahora mismo Miles te estoy escuchando y es imposible negarlo,
eres un brujo de la belleza y poeta necio sin querer aparentarlo.

El vinilo sigue intacto con sus surcos ya cansados,
es tarde en esta mesa y este vino es nuestro aliado.
Me voy durmiendo lentamente, querido Miles Davis,
perdona ser tan desconsiderado, igual sigo bajo tu hechizo,
en el Birland te estoy viendo, esperar, tu turno a mi lado.

BESOS DE MEMORIA

Me he bebido de memoria tus besos,
los he guardado en el interior de mi esperanza,
para destilarlos mañana como un néctar de pureza.

Me emborracharé con ellos para sentirte cerca,
en la distancia del olvido que siempre acecha,
juraré por siempre tener la botella cerca,
para nunca olvidarme de tu belleza.

Leeré el libro de tus labios para siempre extrañarte
y comunicarme con el deseo de volver a tu boca.

Seguir recordando que cada beso que me diste,
forma parte del pasado y del ahora.

EL VIRUS DE LA IGNORANCIA

Te ciegas tan fácilmente como crees en telediarios,
no dejas respirar a las palabras y le das valor a las oraciones.
Te olvidas, de que las pirámides existieron antes que Las Vegas,
que los dioses y criaturas malignas no eran superhéroes y villanos de comics.

El vino lleva tiempo en barricas esperando que bebas sus días de reposo,
los continentes están en movimiento en este preciso instante,
las galaxias se expanden y también nuestros pensamientos.

El virus de la ignorancia se apodero de los comensales,
que devoran en un plato hondo la vanidad especiada con la decadencia.
La filosofía es ahora un trozo de tarta rancia que nadie quiere en la fiesta,
otros observan distantes como todo caduca fácilmente, la moda de lo olvidable.

LA CAMA DE ONETTI

La cama de Onetti
tiene un colchón incómodo,
con vísceras de boxeadores
y perdedores suicidas.
Astilleros con esqueletos
de habitantes de Santa María.

La vida es un amuleto
que ahuyenta viejas heridas,
en la cama de Onetti me duermo
con su postura de orfebrería.

ALMA MÚSICA

La música es terapeuta por accidente
pasajera calmante en aviones y trenes
retratista y escultora de almas dolidas
acompañante y salvavidas de la melancolía.

La música pincela nuestros sueños
fotografía los peores y mejores momentos
se entristece y se enfada en corcheas unidas
juega con el viento y embellece la poesía.

La música conversa con el café en los bares
danza en cualquier rincón que no se baile
cena junto a nosotros en los aniversarios
se adapta a los altavoces de cualquier escenario.

La música es hechicera de películas mudas
compañera inseparable y sabia de la locura
arquitecta y amante del reino del silencio
esclava de carnavales en los sitios más diversos.

La música es de todos sin compromiso y altruismo
porque el amor que emana es democracia
la bebemos todos en cualquier estado de gracia
y nos convida cada día con su partitura solidaria.

FINAL AUSTERO

Un día miré al infinito y vi galeones en llamas,
recordé otras vidas pasadas en la piel de otra piel,
ahí donde habían profundas heridas, ahora hay arrugas cansadas,
que son valles sagrados de un viejo atardecer.

Ya no busco retener la memoria oxidada de antiguas pasiones,
ni menos reverdecer los bosques de la ingenuidad,
tampoco quiero volver a surcar los mares agoreros,
me basta con aceptar este final tan austero,
aquí sentado junto al fuego, en la hoguera de mi fe.

Pablo Sciuto. Montevideo, 1979.

Cantautor uruguayo radicado en España, dueño de un lenguaje poético que conjuga la metafísica y la astronomía, que vuelca en sus canciones. Creador incansable, capaz de beber de la cercanía de su admirado y coterráneo Mario Benedetti a quien homenajea en Monocromos, su primer poemario; como también fundirse en las leyes físicas y astronómicas de Stephen Hawking; bucear en la melancolía e intimidad de Alejandra Pizarnik; y esconderse en las oscuridades del astillero de Juan Carlos Onetti. Ha compartido escenario y experiencias con artistas como Pablo Guerrero, Carlos Chaouen, Jorge Drexler, Gustavo Pena “El Príncipe” y Leo Minax con los que siente una conexión en el uso de la poesía para comunicar las más profundas emociones humanas, junto a los diversos estilos donde compone su peculiar música, entre jazz, bossa nova y candombe. Fue mencionado como autor destacado en el libro Y la palabra se hizo música: El canto emigrado de América Latina (Fundación Autor, 2007), del prestigioso musicólogo español, Fernando González Lucini. Website: www.pablosciuto.com