Ciencia Ficción

Last

ELLOS:

—Son cuatro. Están en el sector quince de la estación.

— ¿Estás seguro?

— Seguro está el escáner.

—Entonces son cuatro.

—Sí, ya te lo dije, ¿tienes miedo?

— No.

—¡Ja! Claro que tienes miedo.

—No digas estupideces.

—¿Por qué te tiembla el fusil? Sí, ponlo en sistema autolineante, ¡te cagas de miedo!

—¿Quieres hacerlo tú?

—Yo soy el tipo del escáner, el de los sistemas de detención. Soy tu apoyo.

—Sí… ya veo. También le tienes miedo.

—¿Y qué?

—Estás así por el cuerpo que encontramos en el hangar. Has estado actuando muy raro desde aquello. No te culpo. Fue horrible verse muerto.

—No fastidies

—O es por esa sensación de que hagas lo hagas todo terminará igual… ¿Por qué siempre olvidamos cómo morimos, o más bien, cómo murieron los que nos precedieron? Y nos dejan esta sensación… ¿Los próximos se sentirán igual…? Si por lo menos tuviésemos nombres.

—¿Para qué?

—Ellos los tienen.

—Ellos son cuatro, nosotros dos. No necesitamos nombres.

—Eso crees…  Mejor olvidemos todo. Entraron en rango.

—Voy a transferir la dirección y aceleración del bloque, también la rapidez de variación de la gravedad dentro de la estación.

NOSOTROS:

—Son dos.

—¿Qué vamos hacer, Eld?

—Matarlos. Son los últimos humanos.

—Y nosotros los últimos indas.

—Sí, somos cuatro, y dentro de poco cinco. No es así, Leme.

—Mira, Mo, tu futuro.

—¿Qué es uno más contra ellos?

—Mo, ellos eran cientos, y ahora solo quedan dos.

— Ayer también eran dos, y antes de ayer.

—Pero cada día los matamos, Mo. Cada día que aparecen, los matamos.

—Y al otro día tenemos que matar dos más. No tenemos descanso. Y tuvimos que abandonar el arnan. Dejarlo en medio de… esto…

ELLOS:

—Vienen.

—¿Viste los tanques de cultivo en la Generatriz? Los que estaban detrás de los nuestros. Había uno como yo. Uno como tú.

—No pienses más en eso. Déjalo ir.

—Me siento gastado. Como si yo fuese el original. Pero no es así. Soy otro clon.

—Olvida lo que te dije. Enfócate en ellos. Todo está listo. Calculando tácticas de ataque, transfiriendo variantes al fusil.

—…un clon como los de StarWar.

—Un clásico. En los satélites se podía encontrar lo que fuese. Es una lástima que fueran los primeros en caer.

—Pero nos quedan algunos servidores.

— Pero me gustaba mucho el satélite. Los reality shows de la Isla Peligro.

—Todo era montaje.

—No fastidies, no era montaje…Ya todo está listo, transferí las variantes de ataque. Gracias por levantarme el ánimo. Si seguía así, no sé qué hubiese hecho… Empezaremos por el líder.

—La otra vez no funcionó.

—¿Cuál vez exactamente?

—La última.

NOSOTROS: 

—¿Dónde están, Unla?

—Afuera, Eld.

—¿Crees que puedas con ellos? Eres él más rápido.

—Quizás.

—Bien, empezarán conmigo. Mo, cubre a Unla.

—¿Y yo, Eld?

—No puedes participar en esto, Leme. Después volvemos al arnan.

—Allí no tenemos energía.

—Mo, aquí Leme no puede. Podría morir nuestra esperanza.

—Hace mucho que está muerta, Eld.

—¡No fastidies con eso, Mo!

—¡Nunca debimos dejar nuestro hogar! Si nos hubiésemos quedado…

—Nos hubiese tragado el Iari. ¿Te recuerdo el miedo, Mo? Tanto, que nuestros ancestros lo legaron en los pensamientos generacionales…

—Cada día hay menos estrellas.

—Sí, Leme. Iari las devoraba mientras se acercaba.

—Iari nos robará el aire y el agua.

—También ese, Mo. Nuestra atmósfera desapareció y nuestros mares se evaporaron.

—La noche será eterna. El mundo abandonará su forma y su piel se volverá fuego.

—Sí, Unla. La noche es eterna. Lo ha sido desde que dejamos nuestro mundo.

ELLOS:

—Están discutiendo… ¡Dispara!

—No.

—Esta es nuestra oportunidad. ¡Dispara!

—Podemos saber el por qué de todo esto.

—¿El por qué? A quién le importa; ellos vinieron y mataron a mucha gente. Vaciaron la estación. ¡Y tú quieres saber el por qué!

—Sí, quiero saber. Para eso existo una y otra vez.

—Maldita sea. Te escuchaste. Morir para saber un poco más sobre esos hijos de puta. ¡Olvídate de los micrófonos! ¡Deja de escuchar y grabar toda la mierda que dicen y dispara!

NOSOTROS:

—Están muertos.

—Unla fue rápido. Apenas lo sentí.

—Leme, volveremos al arnan; allí por lo menos estarás más cómoda… ¿Y bien, Unla?

—Dos Eld. Eran los mismos.

—¿A qué te refieres, Unla?

—Eran los mismos, sentí sus rostros. Estaban fríos, pero eran los mismos.

—¿Qué significa eso?

—Son inmortales, Eld.

—¿Inmortales?

—No mueren.

—Mo, eso es imposible. Todo muere, incluso nuestro mundo, nuestra estrella. Y se convierte en parte de Iari.

—Ellos se convierten en sí mismos, son inmortales.

—¡Maldito seas, Mo! Es imposible, lo sabes.

—Entonces, ¿qué es?

—No lo sabemos, todo es muy extraño.

—Tienes razón, Unla. Volvemos al arnan, Mo.

—¿Para qué?

—No fastidies con eso, Mo.

—Eld, solo somos cuatro y ellos son inmortales.

Dennis Mourdoch. 1985. Narrador e Ingeniero Mecánico

Miembro del Taller de Creación Fantástica Espacio Abierto. Egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Obtuvo menciones en el Concurso Oscar Hurtado (Categoría Ciencia Ficción) 2010 y 2011, así como otra mención en el Mabuya (Categoría Profesional) 2011.