La nada cotidiana

Resumen del libro: "La nada cotidiana" de

En la novela se echa por tierra un mito de la revolución castrista, que es el de la enseñanza, cuando la protagonista, cuyo nombre es Patria aunque se la conozca bajo el nombre de Yocandra, consigue un titulo en educación física sin asistir a clases ni exámenes sino, simplemente, pagándolo, como otras muchas cosas se consiguen en una economía tan precaria como la cubana. De esta forma, la autora pone al descubierto los fallos del sistema cubano, pero no bajo una arenga política sino contando una historia y las peculiaridades cotidianas por las que tiene que pasar la protagonista y, en general, el pueblo cubano.

Libro Impreso

1

Morir por la patria es vivir

Avoir peur de l’avenir, cela nous facilite la mort.
Tener miedo del futuro, eso nos facilita la muerte.

Marguerite Yourcenar.

Ella viene de una isla que quiso construir el paraíso. El fuego de la agresividad devora su rostro. Los ojos casi siempre húmedos, la boca suplicante como la de una estatua de bronce, la nariz afilada.

Ella es como cualquier mujer, salvo que abre los ojos a la manera de las mujeres que habitan las islas: hay una tranquila indiferencia en sus párpados. También tiene el cuerpo tenso, en contradicción con sus pupilas demasiado fluidas. No es verdaderamente bella, pero tiene algo… no sabríamos qué, quizás un rictus de ironía o bien un miedo extraordinario. Ella no cambia nunca, no cambiará. Morirá joven y con todos sus deseos.

—¿Cómo te llamas? —pregunta el Querubín.

Ella cree escuchar la voz de un angelote. Y no responde. El mar informe está detrás de sus pensamientos. De pronto había olvidado su nombre. Y también borra al angelote.

Todo se ha vuelto opaco alrededor de su cuerpo. Sus piernas no responden a la orden de avanzar. Ella levita. Sus piernas no existen. ¿Y ella, ella existe?

Tiene hambre y nada qué comer. Su estómago comprende muy bien que debe resistir. En su isla, cada parte del cuerpo debía aprender a resistir. El sacrificio era la escena cotidiana, como la nada. Morir y vivir: el mismo verbo, como por ejemplo reír. Sólo que se reía para no morir a causa del exceso de vida obligatoria.

El espacio se transforma en nube blanca, pura. Podríamos imaginar un muro que acaba de ser pintado con lechada. Nadie se acerca a ella. Además, no hay nadie. Ni siquiera un espíritu. Salvo ella. Creyendo todavía que existe.

Muy ligera, siempre levitando, encuentra un espejo redondo y, para pasar el tiempo, refleja su sexo en el azogue. Ciertamente es una hembra. Por una pequeña cicatriz de seis puntos entre la vulva y el ano ha comprendido, recuerda, haber tenido hijos. ¿Cuántos? No sabe. Su memoria es un gigantesco jardín de péndulos, los tics-tacs y las campanadas impiden que tenga recuerdos. Ideas, ideas muy raras, malsanas, pasan por el hilo del pensamiento. Ideas y sensaciones creadas al instante. Un abanico de imágenes la obliga a aspirar, está gravemente drogada. Ella ama el gusto de la fuga, del viaje al vacío.

Cuando regresa al estado normal llora sin lágrimas, pero su mirada tiene un brillo hidráulico. El líquido salado no corre por sus mejillas. Ella lloriquea acariciando sus manos congeladas. En el momento que cree que debe partir pierde las fuerzas… Siempre habrá que partir y perder la fuerza, la esperanza… Perderse… Nosotros mismos… Uno debe partir… Allá habrá eternamente un sitio, un país que nos espera… Una nada que nos espera… Una nada enternecedora.

Zoé Valdés. Es una reconocida escritora cubana nacida el 2 de mayo de 1959 en La Habana, Cuba. Es conocida por su prolífica carrera literaria y su compromiso con la libertad de expresión y los derechos humanos.

Desde muy joven, Valdés mostró un gran interés por la literatura y comenzó a escribir poemas y relatos cortos. Estudió en el Instituto de Arte de La Habana, donde se graduó como periodista. Durante su tiempo en la universidad, comenzó a escribir para diversos periódicos y revistas, y también trabajó en la radio y la televisión cubanas.

Sin embargo, su posición crítica hacia el régimen cubano y su defensa de la libertad de expresión la llevaron a enfrentar dificultades y censura por parte de las autoridades. Ante estas circunstancias, decidió abandonar Cuba en 1995 y se estableció en París, Francia, donde reside actualmente.

La obra literaria de Zoé Valdés aborda temas como la vida en Cuba, la diáspora cubana y la experiencia de los exiliados. Su estilo se caracteriza por ser directo, poético y cargado de una gran intensidad emocional. Algunas de sus obras más destacadas incluyen "La nada cotidiana" (1995), "Te di la vida entera" (1996), "La hija del embajador" (1998) y "Café Nostalgia" (1999).

A lo largo de su carrera, Valdés ha recibido numerosos reconocimientos y premios por su contribución a la literatura. Entre ellos, se destacan el Premio Azorín de Novela en 1998 por su obra "La hija del embajador", y el Premio Café Gijón en 2018 por su novela "La mujer que llora".

Además de su trabajo como escritora, Zoé Valdés también ha incursionado en el cine, participando como guionista y directora en algunas producciones. También ha sido una destacada activista en defensa de los derechos humanos y ha participado en conferencias y eventos internacionales para visibilizar la situación de los artistas y escritores cubanos.

Zoé Valdés es una figura importante en el panorama literario tanto en Cuba como a nivel internacional. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y ha sido ampliamente elogiada por su originalidad y su valiente exploración de temas controversiales. A través de su escritura, Valdés se ha convertido en una voz representativa de la diáspora cubana y una defensora de la libertad de expresión.