Titán

Resumen del libro: "Titán" de

«Titán» es una novela de ciencia ficción aclamada escrita por John Varley y publicada en 1979, la cual fue merecedora del prestigioso Premio Locus en la categoría de «Mejor Novela de Ciencia Ficción». La trama se centra en un equipo de astronautas enviados en una emocionante misión hacia Saturno para investigar una enigmática estructura gigante en forma de anillo conocida como Titán.

A medida que la tripulación se acerca a Titán, se enfrenta a un espectáculo desconcertante: la luna de Saturno resulta ser, en realidad, una gigantesca nave espacial alienígena abandonada. La superficie de Titán alberga un ecosistema propio, poblado por criaturas extrañas y maravillas sin precedentes. Los personajes se ven inmersos en un mundo surrealista y desafiante, donde cada paso los lleva más profundamente en el misterio de esta nave extraterrestre.

Varley despliega su habilidad para crear un escenario asombroso y complejo, ofreciendo una visión detallada y vívida de la exploración espacial y la adaptación humana en un entorno alienígena desconocido. A través de una prosa imaginativa y envolvente, el autor transporta a los lectores a un viaje cautivador lleno de maravillas y peligros.

La magnífica combinación de intriga científica, asombrosas descripciones de la tecnología futurista y la exploración de las profundidades del espacio hacen que «Titán» sea un éxito literario y un clásico de la ciencia ficción. Esta obra forma parte de la trilogía «Trilogía de Titán», que incluye también «El Ocaso del Titán» y «Démon», extendiendo aún más el fascinante universo creado por John Varley. Con una trama envolvente y personajes convincentes, «Titán» es un tesoro literario que ha dejado una huella duradera en el género de la ciencia ficción.

Libro Impreso

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1

—Rocky, ¿quieres echar un vistazo a esto?

—Capitana Jones para ti. Muéstramelo por la mañana.

—Puede ser importante.

Cirocco estaba ante su lavabo, el rostro cubierto de jabón. Buscó a tientas una toalla y enjugó la verdusca y pegajosa sustancia. Era el único tipo de jabón que los recicladores se tragarían.

Miró de reojo las dos fotos que Gaby le tenía.

—¿Qué es?

—Sólo el decimosegundo satélite de Saturno —Gaby no consiguió ocultar del todo su excitación.

—¿No bromeas? —Cirocco arrugó la frente mientras sus ojos pasaban de una foto a otra—. Para mí sólo es un montón de puntitos negros.

—Sí, claro. Es imposible ver nada sin el comparómetro. Es esto, ahí mismo —señaló una zona con el dedo meñique.

—Vamos a echar un vistazo.

Cirocco rebuscó en su armario y encontró un mono verde claro que olía tan bien como cualquiera. Muchos de los parches estaban desprendiéndose.

La habitación de Cirocco se hallaba en la parte inferior del carrusel, a medio camino entre las escaleras tres y cuatro. La capitana siguió a Gaby por el curvante suelo y luego arriba.

Cada peldaño fue resultando un poco más fácil que el anterior hasta que, en el eje, ambas mujeres quedaron ingrávidas. Se apartaron del anillo que rotaba lentamente y flotaron a lo largo del corredor central hasta el módulo científico: SCIMOD, en términos de la NASA. El lugar era mantenido a oscuras para facilitar la lectura de los instrumentos y estaba tan lleno de colorido como el interior de un tocadiscos tragaperras. A Cirocco le gustaba. Luces verdes destellaban y bancos de pantallas de televisión producían un siseo, un ruido blanco entre níveas nubes de confeti. Eugene Springfield y las hermanas Polo flotaban en torno al holotanque central. Sus caras estaban bañadas en el resplandor rojizo.

Gaby entregó las placas al ordenador, introdujo un programa de amplificación de imagen e indicó la pantalla que Cirocco debía contemplar. Las fotos aumentaron su definición, fueron combinadas y luego rápidamente alternadas. Dos minúsculos puntos centellearon, no muy lejos uno de otro.

—Ahí está —dijo Gaby, muy orgullosa—. Escaso movimiento propio, pero las placas sólo fueron tomadas con veintitrés horas de diferencia.

Gene llamó a las dos mujeres.

—Elementos orbitales entrando —dijo.

Gaby y Cirocco se acercaron a él. La capitana bajó la mirada y vio que el brazo masculino rodeaba posesivamente el talle de Gaby, pero apartó la vista rápidamente, notando que las hermanas Polo lo habían advertido y mostraban idéntico cuidado en no seguir mirando. Todos habían aprendido a no meterse en los asuntos de los demás.

Saturno estaba en el centro del tanque, grueso y bronceado. Habían trazado ocho círculos azules concéntricos a su alrededor, cada uno en el plano ecuatorial de los anillos. Había una esfera en cada círculo, una perla solitaria en su cuerda, y junto a las perlas aparecían nombres y números: Mnemósine, Jano, Mimas, Encelado, Tetis, Dione, Rea, Titán e Hiperión. Mucho más allá de estas órbitas se hallaba una décima, visiblemente inclinada. Era la de Japeto. Febe, el satélite más distante, no podía ser mostrado a la escala que estaban usando.

Fue trazado otro círculo. Se trataba de una elipse excéntrica, casi tangente a las órbitas de Rea e Hiperión, que cortaba en ángulo recto el círculo representativo de Titán. Cirocco la estudió, después se irguió. Al alzar la mirada vio profundas líneas grabadas en la frente de Gaby mientras los dedos de la mujer volaban sobre el teclado. Los números de la pantalla cambiaron a medida que ella introducía las nuevas órdenes.

—Estuvo a punto de chocar con Rea hace tres millones de años —indicó Gaby—. Se encuentra a salvo sobre la órbita de Titán, aunque las perturbaciones deben ser un factor. Le falta mucho para ser estable.

—Lo que significa… —intervino Cirocco.

—¿Un asteroide capturado? —sugirió Gaby, una ceja levantada en señal de duda.

—La proximidad al plano ecuatorial lo impediría —dijo una de las hermanas Polo; ¿April o August?, se preguntó Cirocco. Después de dieciocho meses juntas, seguía sin poder distinguirlas.

—Temía que te dieras cuenta de eso —Gaby se mordió un nudillo—. Pero si se formó con los otros, debería ser menos excéntrico.

—Hay formas de explicarlo —Polo se contrajo de hombros—. Una catástrofe en el pasado reciente. Sería muy fácil moverlo.

—Entonces, ¿qué tamaño tiene? —preguntó Cirocco, la frente arrugada.

Polo (August, Cirocco estuvo casi segura de que era August) la miró con aquel rostro sereno, extrañamente perturbador.

—Yo diría que dos o tres kilómetros. Quizá menos.

—¿Eso es todo?

—Dame los datos, yo aterrizaré ahí —Gene sonrió.

—¿Por qué dices «eso es todo»? —se extrañó Gaby—. Para no haber sido avistado por los telescopios lunares no podía ser mucho más grande. Lo habríamos descubierto hace treinta años.

—Muy bien. Pero has interrumpido mi baño por un maldito pedrusco. Eso apenas lo justifica.

Gaby adoptó un aire presuntuoso.

—Tal vez no para ti, pero aunque fuera diez veces menor yo insistiría en ponerle un nombre. Descubrir un cometa o un asteroide es una cosa, pero sólo un par de personas por siglo logran poner nombre a una luna.

Cirocco sacó los pies del asimiento del holotanque y se dirigió hacia la entrada del corredor. Justo antes de marcharse se volvió para mirar los diminutos puntos que seguían fulgurando en la pantalla superior.

John Varley. Es un autor estadounidense de ciencia ficción, nacido el 9 de agosto de 1947 en Austin, Texas. Es conocido por sus novelas y relatos cortos que exploran temas como la exploración espacial, la inteligencia artificial, la evolución humana y la naturaleza de la realidad.

Varley comenzó su carrera como escritor en la década de 1970, publicando sus primeros relatos en revistas de ciencia ficción como Analog Science Fiction/Science Fact y The Magazine of Fantasy & Science Fiction. En 1973, ganó su primer premio Hugo por su relato corto "The Barbie Murders".

En 1979, Varley publicó su primera novela, Titan, que fue el primer libro de la serie Gaea. La serie sigue las aventuras de una expedición científica a Saturno, donde los miembros de la expedición descubren un extraño planeta en forma de toro de Stanford que orbita alrededor del planeta.

Varley ha escrito más de una docena de novelas y más de 100 relatos cortos. También ha escrito guiones para películas y televisión, y ha dirigido dos películas, The Barbie Murders (1990) y Steel Beach (1993).

Varley es un autor prolífico y popular, y sus obras han sido traducidas a más de 20 idiomas. Es miembro del Salón de la Fama de la Ciencia Ficción y ha ganado numerosos premios por su trabajo, incluyendo cinco premios Hugo, dos premios Nébula y un premio Locus.

Varley es un escritor versátil que ha explorado una amplia gama de temas en su obra. Sus novelas y relatos cortos son conocidos por su humor, su imaginación y su visión perspicaz del futuro. Varley es uno de los autores más importantes de ciencia ficción de su generación, y su obra ha tenido un impacto significativo en el género.

Aquí hay algunas de las obras más conocidas de John Varley:

- Titan (1979)
- Wizard (1980)
- Demon (1984)
- Steel Beach (1983)
- Blue Champagne (1986)
- The Golden Globe (1991)
- Millennium (2000)
- The Persistence of Vision (1978)
- The Barbie Murders and Other Stories (1980)
- Blue Champagne (1986)

Varley es un autor que vale la pena leer, tanto si eres fan de la ciencia ficción como si no. Sus obras son divertidas, imaginativas e inteligentes, y ofrecen una visión única del futuro.