Adán en Edén

Resumen del libro: "Adán en Edén" de

Carlos Fuentes, el renombrado escritor y narrador mexicano, nos entrega un magistral retrato de la corrupción y el poder en su obra «Adán en Edén». La historia gira en torno a Adán Gorozpe, un humilde estudiante que, gracias a un golpe de suerte, se convierte en un influyente mandatario, Adán Góngora, el ministro de seguridad nacional. En este escenario sobrio y descarnado, Fuentes destaca la alianza perversa entre el poder y el crimen, donde se encarcelan a inocentes y se libera a culpables, todo en nombre de la justicia y la opinión pública.

Gorozpe, consciente de la necesidad de neutralizar a su adversario, Góngora, se enfrenta a un dilema moral: ¿cómo detener la corrupción que asola su país? Mientras tanto, una luz de esperanza, en forma de un niño con alas postizas que predica a los ciudadanos, brinda una perspectiva alternativa a una sociedad sumida en la decadencia.

«Adán en Edén» no se limita a un género o tono; combina drama y comedia, ficción y crónica periodística, terror y humor, y lo real con lo fantástico. En esta exploración magistral, Carlos Fuentes traza un mapa incisivo del poder, el narcotráfico y la violencia en la América del siglo XXI, dejando una huella imborrable en el panorama literario y social de la época. Una obra que desafía y conmueve, «Adán en Edén» es un testimonio excepcional de la maestría de Fuentes como narrador y su compromiso con la denuncia de las sombras del poder en nuestra sociedad.

Libro Impreso EPUB

A Francisco Toledo, gracias
por la memoria de ochenta elefantes.

¿Acaso te pedí, Hacedor, que de la arcilla me hicieras hombre, acaso te pedí que de la oscuridad me ascendieras?

MILTON, Paraíso perdido

1

No entiendo lo que ha sucedido. La Navidad pasada todos me sonreían, me traían regalos, me felicitaban, me auguraban un nuevo año —un año más— de éxitos, satisfacciones, reconocimientos. A mi esposa le hacían caravanas como diciéndole qué suertuda, estar casada con un hombre así… Hoy me pregunto qué significa ser “un hombre así…” o “asado”. Más asado que así. ¿Fue el año que terminó una ilusión de mi memoria? ¿Realmente ocurrió lo que ocurrió? No quiero saberlo. Lo único que deseo es regresar a la Navidad del año anterior, anuncio familiar, repetido, reconfortante en su sencillez misma (en su idiotez intrínseca) como profecía de doce meses venideros que no serían tan gratificantes como la Noche Buena porque no serían, por fortuna, tan bobos y malditos como la Navidad, la fiesta decembrina que celebramos porque sí, no faltaba más, sin saber por qué, por costumbre, porque somos cristianos, somos mexicanos, guerra, guerra contra Lucifer, porque en México hasta los ateos son católicos, porque mil años de iconografía nos ponen de rodillas ante el Retablo de Belén aunque le demos la espalda al Establishment del Vaticano. La Navidad nos devuelve a los orígenes humildes de la fe. Una vez, otra vez, ser cristiano significaba ser perseguido, esconderse, huir. Herejía. Manera heroica de escoger. Ahora, pobre época, ser ateo no escandaliza a nadie. Nada escandaliza. Nadie se escandaliza. ¿Y si yo, Adán Gorozpe, en este momento derrumbo de un puñetazo el arbolito navideño, hago que se estrellen las estrellas, le coloco una corona en la cabeza a mi mujer Priscila Holguín y corro a mis invitados con lo que antes se llamaba (¿que quiere decir?) cajas destempladas…?

¿Por qué no lo hago? ¿Por qué me sigo conduciendo con la amabilidad que todos esperan de mí? ¿Por qué sigo comportándome como el perfecto anfitrión que Navidad tras Navidad reúne a sus amigos y colaboradores, les da de comer y beber, les entrega regalos distintos a cada uno? —jamás dos veces la misma corbata, el mismo pañuelo— aunque mi mujer insista en que esta es la mejor época para el “roperazo”, es decir, para deshacerse de regalos inútiles, feos o repetidos que nos son entregados para endilgárselos a quienes, a su vez, los regalan a otros incautos que se los encajan a…

Contemplo la pequeña montaña de obsequios al pie del árbol. Me invade un temor. Devolverle a un colaborador el regalo que éste me hizo hace dos, tres, cuatro Navidades… Me basta pensarlo para suprimir mis temores anticipados. No estoy aún en el Año Nuevo. Sigo en la Noche Buena. Me rodea mi familia. Mi esposa inocente sonríe, con su sonrisa más vanidosa. Las criadas distribuyen ponches. Mi suegro ofrece una bandeja de bizcochos.

No debo adelantarme. Hoy todo es bueno, lo malo aún no sucede.

Distraído, miro por la ventana.

Pasa un cometa.

Y Priscila mi esposa le da una sonora cachetada a la criada que distribuye cócteles.

Adán en Edén: Carlos Fuentes

Carlos Fuentes. Escritor y diplomático mexicano, fue uno de los grandes escritores hispanoamericanos del siglo XX, siendo conocido especialmente por su maestría de la novela y del ensayo, donde analizó con gran acierto la literatura en español. Fuentes pasó su infancia entre varios países debido al trabajo diplomático de su padre, aunque estudió Derecho en México y, más tarde, Economía en Ginebra, mientras realizaba sus primeras colaboraciones periodísticas. Poco después de graduarse, Fuentes comenzó su carrera diplomática, llegando a ser embajador en Francia, convirtiéndose en una de las figuras claves del servicio exterior mexicano durante casi tres décadas.

En 1958, Fuentes publicó su primera novela, La región más transparente, que sirvió como elemento previo al boom latinoamericano posterior. A partir de este momento, y combinando su trabajo y su pasión también por el guión cinematográfico, Fuentes escribió novelas tan importantes como La muerte de Artemio Cruz, Aura o Terra Nostra.

A lo largo de su carrera literaria, Fuentes recibió numerosos premios y galardones, de entre los que habría que destacar algunos como el Rómulo Gallegos, el Cervantes, el Príncipe de Asturias de las Letras, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica o la Legión de Honor otorgada por Francia.

Su obra se considera de gran importancia e influencia para numerosos autores, tanto de su propia generación como posteriores, y tras su muerte, en 2012, se instauró el Premio Internacional Carlos Fuentes, el cual es uno de los mejor dotados del mundo en español.