El mundo y sus demonios

El mundo y sus demonios

Resumen del libro: "El mundo y sus demonios" de

¿Estamos al borde de una nueva edad oscura de irracionalismo y superstición?. En este libro conmovedor el incomparable Carl Sagan demuestra con brillantez que el pensamiento científico es necesario para salvaguardar nuestras instituciones democráticas y nuestra civilización técnica. El mundo y sus demonios es el libro más personal de Sagan, y está lleno de historias humanas entrañables y reveladoras. El autor, con las experiencias de su propia infancia y la apasionante historia de los descubrimientos de la ciencia, muestra cómo el método del pensamiento racional puede superar prejucios y supersticiones para dejar al descubierto la verdad, con frecuencia, resulta sorprendente.

Libro Impreso EPUB

Prefacio

MIS PROFESORES

Era un día de tormenta en el otoño de 1939. Afuera, en las calles alrededor del edificio de apartamentos, las hojas caían y formaban pequeños remolinos, cada una con vida propia. Era agradable estar dentro, a salvo y caliente, mientras mi madre preparaba la cena en la habitación contigua. En nuestro apartamento no había niños mayores que se metieran con uno sin razón. Precisamente, la semana anterior me había visto envuelto en una pelea… no recuerdo, después de tantos años, con quién; quizá fuera con Snoony Ágata, del tercer piso… y, tras un violento golpe, mi puño atravesó el cristal del escaparate de la farmacia de Schechter.

El señor Schechter se mostró solícito: «No pasa nada, tengo seguro», dijo mientras me untaba la muñeca con un antiséptico increíblemente doloroso. Mi madre me llevó al médico, que tenía la consulta en la planta baja de nuestro bloque. Con unas pinzas extrajo un fragmento de vidrio y, provisto de aguja e hilo, me aplicó dos puntos.

«¡Dos puntos!», había repetido mi padre por la noche. Sabía de puntos porque era cortador en la industria de la confección; su trabajo consistía en cortar patrones —espaldas, por ejemplo, o mangas para abrigos y trajes de señora— de un montón de tela enorme con una temible sierra eléctrica. A continuación, unas interminables hileras de mujeres sentadas ante máquinas de coser ensamblaban los patrones. Le complacía que me hubiera enfadado tanto como para vencer mi natural timidez.

A veces es bueno devolver el golpe. Yo no había pensado ejercer ninguna violencia. Simplemente ocurrió así. Snoony me empujó y, a continuación, mi puño atravesó el escaparate del señor Schechter. Yo me había lesionado la muñeca, había generado un gasto médico inesperado, había roto un cristal, y nadie se había enfadado conmigo. En cuanto a Snoony, estaba más simpático que nunca.

Intenté dilucidar cuál era la lección de todo aquello. Pero era mucho más agradable intentar descubrirlo en el calor del apartamento, mirando a través de la ventana de la sala la bahía de Nueva York, que arriesgarme a un nuevo contratiempo en las calles.

Mi madre se había cambiado de ropa y maquillado como solía hacer siempre antes de que llegara mi padre. Casi se había puesto el sol y nos quedamos los dos mirando más allá de las aguas embravecidas.

—Allí fuera hay gente que lucha, y se matan unos a otros —dijo haciendo una señal vaga hacia el Atlántico. Yo miré con atención.

—Lo sé —contesté—. Los veo.

—No, no los puedes ver —repuso ella, casi con severidad, antes de volver a la cocina—. Están demasiado lejos.

¿Cómo podía saber ella si yo los veía o no?, me pregunté. Forzando la vista, me había parecido discernir una fina franja de tierra en el horizonte sobre la que unas pequeñas figuras se empujaban, pegaban y peleaban con espadas como en mis cómics. Pero quizá tuviera razón. Quizá se trataba sólo de mi imaginación; como los monstruos de medianoche que, en ocasiones, todavía me despertaban de un sueño profundo, con el pijama empapado de sudor y el corazón palpitante.

¿Cómo se puede saber cuando alguien sólo imagina? Me quedé contemplando las aguas grises hasta que se hizo de noche y me mandaron a lavarme las manos para cenar. Para mi delicia, mi padre me tomó en brazos. Podía notar el frío del mundo exterior contra su barba de un día.

Carl Sagan. Carl Edward Sagan, nacido el 9 de noviembre de 1934 en Nueva York y fallecido el 20 de diciembre de 1996 en Seattle, es recordado como uno de los mentores intelectuales más influyentes del siglo XX. Este polifacético científico estadounidense no solo deslumbró en los campos de la astronomía, astrofísica y cosmología, sino que también se destacó como astrobiólogo, escritor y, sobre todo, como un apasionado divulgador científico.

Comenzando su carrera académica como profesor asociado en la Universidad de Harvard y posteriormente ascendiendo a la cátedra David Duncan de Astronomía y Ciencias del Espacio en la Universidad de Cornell, Sagan dejó huella como el primer científico en ocupar este prestigioso cargo, además de dirigir el Laboratorio de Estudios Planetarios.

Su incansable defensa del pensamiento escéptico y el método científico lo catapultó como pionero en el estudio de la exobiología y en la promoción del proyecto SETI, una iniciativa que buscaba señales de inteligencia extraterrestre. Sagan no solo teorizó sobre la vida en otros planetas, sino que impulsó la inclusión de mensajes a bordo de sondas espaciales para comunicar nuestra existencia a posibles civilizaciones extraterrestres.

Sin embargo, el alcance de la influencia de Carl Sagan trasciende sus contribuciones científicas. Su genialidad se hizo palpable para el público en general a través de la galardonada serie documental "Cosmos: Un viaje personal", emitida en 1980 y narrada por él mismo. Esta serie, vista por más de 500 millones de personas en aproximadamente 60 países, estableció a Sagan como uno de los divulgadores científicos más respetados y queridos de la historia.

Pero el legado literario de Sagan va más allá de la pantalla. Su obra maestra, "Cosmos", acompañó la serie y se convirtió en un bestseller internacional. Además, la novela de ciencia ficción "Contact", publicada en 1985, destacó sus habilidades narrativas al fusionar la ciencia con la imaginación. Su capacidad para comunicar complejas ideas científicas con claridad y emoción es evidente en los más de una veintena de libros de divulgación científica que dejó tras de sí.

Carl Sagan fue galardonado con el Premio Pulitzer de "Literatura general de no ficción" en 1978 por su obra "Los dragones del Edén". A lo largo de su vida, recibió numerosos premios y reconocimientos por su impactante labor como comunicador de la ciencia y la cultura.

En la intersección entre ciencia y literatura, Carl Sagan se erige como un faro que ilumina la comprensión del cosmos para expertos y legos por igual. Su habilidad para traducir la maravilla del universo en palabras sencillas y apasionadas asegura que su legado perdure como una fuente eterna de inspiración y conocimiento.