El prisionero de Zenda

Resumen del libro: "El prisionero de Zenda" de

Un hombre que suplanta a otro, siendo de un parecido tan perfecto que sólo los amigos muy íntimos podían distinguirlos. Es coronado rey y se enamora de la princesa destinada al otro; ella le corresponde, conquistada por la nobleza de sentimientos y valentía del hombre a quien ella cree su rey. Es una bella historia de amor y de sacrificio. Pasajes llenos de emoción donde se juegan la vida, con la sonrisa en los labios, los fieles servidores de la reina. El héroe de la novela sostiene honda batalla moral entre su deber y su amor. Antonio Hope se ha distinguido siempre por la trama de sus novelas tan bien hiladas que parecen ser relatos de verdad. «El prisionero de Zenda» tiene una continuación y era necesaria. Quien lea esta extraordinaria historia deseará saber qué ha sido de la hermosa Flavia y del caballero Rodolfo. La continuación se llama «Ruperto de Hentzau».

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Capítulo primero

Mi cuñada estaba constantemente preguntándome:

—Rodolfo, ¿cuándo llegará el día que hagas algo de provecho?

—Mi querida Rosa —le contestaba—, ¿de dónde sacas tú que yo deba hacer cosa alguna, sea o no de provecho? Mi situación es desahogada: poseo una renta que es suficiente para mis gastos; gozo de una envidiable posición: hermano de lord Burlesdon y cuñado de la encantadora condesa, su esposa, ¿no te parece bastante?

—Tienes veintinueve años, y no has hecho más que…

—¿Pasar el tiempo? Es verdad. Pero en mi familia no necesitamos hacer otra cosa.

Esta observación mía molestó a Rosa, porque todo el mundo sabe que, por muy bonita y distinguida que ella fuese, su familia no era, con mucho, de tan alta alcurnia como la de Rasendyll. Además de sus atractivos personales, Rosa poseía una gran fortuna, y mi hermano Roberto tuvo la discreción de no fijarse mucho en sus pergaminos. Rosa me replicó:

—Las familias de alto linaje son, por regla general, peores que las otras.

No pude menos de llevarme la mano a la cabeza, acariciando mis rojos cabellos. Sabía perfectamente lo que ella quería decir.

—¡Cuánto me alegro de que Roberto sea moreno! —exclamó.

En aquel momento, Roberto, que se levanta a las siete y trabaja antes de almorzar, entró en el comedor.

—¿Qué ocurre, querida mía? —le preguntó.

—Le disgusta que yo no haga nada y que tenga el pelo rojo.

—¡Oh! En cuanto a lo del pelo, no es culpa tuya. Por regla general, aparece una vez en cada generación —dijo mi hermano—. Y lo mismo pasa con la nariz. Rodolfo ha heredado ambas cosas.

—Y me gustan mucho —dije, levantándome y haciendo una reverencia ante el retrato de la condesa Amelia.

Mi cuñada lanzó una exclamación de impaciencia.

—Roberto, quisiera que quitases de ahí ese retrato —dijo.

—¡Pero, querida! —exclamó mi hermano.

—¡Qué locura! —añadí yo.

—Así lo podríamos olvidar —continuó Rosa.

—Eso sería imposible mientras estuviese aquí Rodolfo —observó mi hermano.

—¿Y por qué olvidarlo? —pregunté yo.

—¡Rodolfo! —exclamó, ruborizándose, mi cuñada.

El prisionero de Zenda: Anthony Hope

Anthony Hope. Un destacado escritor británico nacido el 9 de febrero de 1863 en Londres, dejó una huella imborrable en la literatura inglesa gracias a su maestría en el género de la aventura. Si bien su legado literario incluye numerosas obras, son sus dos joyas más preciadas, "El prisionero de Zenda" (1894) y "Rupert de Hentzau" (1898), las que se destacan como clásicos inmortales.

Hawkins, tras completar su educación en la Universidad de Cambridge, encontró su vocación en el campo de la abogacía, ejerciendo con éxito desde 1887 hasta 1894. Sin embargo, su verdadera pasión residía en la escritura, y su debut literario llegó con "A Man of Mark" en 1890. Fue con "El prisionero de Zenda" que cautivó al público y se ganó un lugar sólido en el mundo de la literatura. La trama de esta novela nos transporta al ficticio reino de Ruritania, donde un intrigante juego de identidades se convierte en el telón de fondo de una historia de amor y lealtad. La secuela, "Rupert de Hentzau", continuó la narrativa de manera magistral.

La Primera Guerra Mundial vio a Anthony Hope reconocido como sir debido a su incansable labor propagandística a favor de Gran Bretaña. Sus obras también encontraron un hogar en la pantalla grande, especialmente "El prisionero de Zenda", que se adaptó al cine con gran éxito.

A los 70 años, Anthony Hope Hawkins partió, víctima de un cáncer cerebral, dejando un legado literario que sigue inspirando a lectores y escritores por igual. Su capacidad para tejer intrincadas tramas de aventuras, su destreza en la creación de personajes inolvidables y su habilidad para explorar temas de identidad y honor lo convierten en un autor que continúa influyendo en la literatura de aventuras y en la cultura británica en general. Su legado perdura como un testimonio de su genialidad y su contribución a la literatura inglesa.

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