Embajada a Tamorlán

Resumen del libro: "Embajada a Tamorlán" de

Embajada a Tamorlán, un libro fascinante que narra el viaje de unos embajadores castellanos hasta la corte de uno de los más poderosos gobernantes de su época: Tamorlán, el heredero del imperio de Gengis Kan.

Embajada a Tamorlán es una obra escrita por Ruy González de Clavijo, uno de los embajadores enviados por el rey Enrique III de Castilla en 1403 para establecer una alianza con Tamorlán contra los turcos otomanos. El libro cuenta con todo detalle las peripecias, los paisajes, las costumbres y las curiosidades que los viajeros encontraron en su largo recorrido por mar y por tierra, desde Sanlúcar hasta Samarcanda, la capital de Tamorlán.

El libro es un testimonio histórico y literario de gran valor, pues nos ofrece una visión directa y veraz de un mundo desconocido y fascinante para los europeos. Además, el estilo del autor es claro, sencillo y ameno, lo que hace que la lectura sea muy entretenida y didáctica. Embajada a Tamorlán es, sin duda, uno de los mejores libros de viajes de la literatura española medieval, y una obra imprescindible para los amantes de la historia y la cultura asiática.

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I. De Sanlucar a Rodas

Vida y hazañas del gran Tamorlan con la descripción de las tierras de su imperio y señorío, escrita por Ruy González de Clavijo, camarero del muy alto y poderoso señor Don Enrique Tercero de este nombre, rey de Castilla y de León, con un itinerario de lo sucedido en la embajada que por dicho señor rey hizo al dicho príncipe, llamado por otro nombre Tamurbec, año del nacimiento de mil y cuatrocientos y tres.

El gran Señor Tamurbec, habiendo muerto al Emperador de Samarcanda y tomádose el Imperio, donde comenzó su señoría, según adelante oiréis, y habiendo después conquistado toda la tierra de Mogalia, que se contiene con este dicho Imperio y con tierra de la India menor: otrosí habiendo conquistado toda tierra e Imperio de Orazania, que es un gran señorío, y habiendo conquistado y metido so su señorío tierra de Tagiguinia, con tierra y señorío de una tierra, que es llamada Rey: y habiendo otrosí conquistado y puesto so su señorío toda la Persia y Media con el Imperio de Tauris y de Soltania: y otrosí habiendo conquistado tierra y señorío de Guilan con tierra de Darbante, y conquistado otrosí tierra de Armenia la menor y tierra de Arsinga y de Aseron y de Aunique, y puesto so su señorío el Imperio de Merdi y tierra de Curchistán, que se contiene en la dicha Armenia: otrosí habiendo vencido en batalla al Señor de la India menor, y tomádole gran partida de sus tierras: y habiendo otrosí destruido la ciudad de Damasco, y tomadas y puestas so su señorío las ciudades de Alepe y Babilonia y Baldas, y habiendo destruido otras muchas tierras y señoríos, y vencido otras muchas batallas, y hechas muchas conquistas, vino sobre el Turco Ildrin Bayacit (que era uno de los grandes y potentes Señores que en el mundo se sabía) a la su tierra de Turquía, y diole batalla cerca de un castillo que es llamado Anguri, y venciólo y tomóle preso a él y a un su hijo, en la cual batalla se acaecieron Payo de Sotomayor, y Hernán Sánchez de Palazuelos, Embajadores que el alto y poderoso señor Don Enrique, por la gracia de Dios Rey de Castilla y de León, que Dios mantenga, enviara, por saber la pujanza que en el mundo había el dicho Tamurbec y Turco Ildrin, porque viesen las sus magnificencias y poderío de gentes que tenían ayuntadas el uno contra el otro, y se acaesciesen en la batalla que en uno querían haber, de los cuales dichos Payo y Hernán Sánchez tuvo noticia el gran Señor Tamurbec, y por amor del dicho alto señor Rey de Castilla hízoles mucha honra, túvolos consigo, e hízoles grandes convites, y dioles ciertas dádivas, y habida noticia del alto y famoso Rey de Castilla y de la su gran señoría y franqueza que sobre los Reyes Cristianos había, y por haber su amorío, de que la batalla fue vencida, ordenó de le enviar un Embajador y sus letras, y cierto presente por poner su amorío. Con el cual Embajador fue un Caballero Checatay, que había nombre Mahomat Alcagi, con el cual envió sus dones y presente y sus letras bien solemnes. El cual Embajador vino al dicho señor Rey de Castilla, y diole sus letras que el dicho señor Tamurbec le enviaba, y su presente y joyas y mujeres que le envió según su costumbre. Y el alto señor Rey, recibidas las dichas letras y presente, y oídas las buenas razones que el dicho Tamurbec le enviaba a decir por las sus letras y Embajador, y amorío que le mostraba, ordenó él otrosí cierto presente y Embajadores al dicho Tamurbec, por acrecentar en el amorío que le mostraba, y ordenó de enviar por sus Embajadores en la dicha embajada a Fray Alfonso Páez de Santa María, Maestro en Teología, y a Ruy González de Clavijo, y a Gómez de Salazar su guarda, con los cuales le envió sus letras y presente: y porque la dicha embajada es muy ardua, y a lueñes tierras, es necesario y cumplidero de poner en escrito todos los lugares y tierras por do los dichos Embajadores fueron, y cosas que les acaescieron, porque no caigan en olvido, y mejor y más cumplidamente se pueden contar y saber.

Y por ende en el nombre de Dios, en cuyo poder son todas las cosas, y a honor de la Virgen Santa María su madre, comencé a escribir desde el día que los Embajadores llegaron al puerto de Santa María cerca de Cádiz, para entrar en una carraca en que habían de ir, y con ellos el dicho Embajador que el dicho Tamurbec envió al dicho señor Rey.

Lunes, que fueron veinte y un días del mes de Mayo del año del Señor de mil y cuatrocientos y tres años llegaron los dichos Embajadores al puerto de Santa María, y este día hicieron llevar alguna vitualla que allí tenían a la carraca en que habían de ir, demás de otra que habían hecho llevar de Sevilla y de Jerez, y algunos de sus hombres con ella.

Luego otro día martes siguiente, que fueron veinte y dos del dicho mes, partieron de aquí en una barca, y con ellos Micer Julián Centurio, patrón de la carraca en que habían de ir, y llegaron al puerto de las Muelas, que es en par de Cádiz, donde la dicha carraca estaba. Y miércoles siguiente partió de aquí la dicha carraca, y hacía buen tiempo, y en anocheciendo llegaron en par del cabo que se llama Despartel.

Otro día jueves siguiente llegaron en par de Tanjar, y en par de la sierra de Bárbaros, y en par de Tarifa y de Ximena, y de Ceuta y de Algeciras, y de Gibraltar y de Marbella a tan cerca, que les podían bien ver estos dichos lugares estando bajo de la sierra del estrecho, y fueron este día a par de la sierra de la Fi.

Viernes siguiente que fueron veinte y cinco días del dicho mes de Mayo, cuando amaneció el día claro, fueron a par de Málaga, y echaron ancla en el puerto, y estuvieron ahí el dicho día viernes que llegaron, y sábado y domingo y lunes y martes, por cuanto el patrón hubo de descargar ciertas jarras de aceite y otras mercaderías. Y la dicha Málaga tiene la villa llana, y de la una parte está junta con el mar, y dentro de ella al un cabo tiene un castillo alto en un otero con dos cercas, y de fuera de la villa está otro castillo más alto que le llaman el Alcazaba, y del un castillo al otro van dos cercas juntas unas con otras, y bajo en el otro cabo de la villa y en par del mar de fuera de la villa están unas atarazanas, y luego cerca de ellas comienza una cerca que va junta con el mar de torres y de muro. Y dentro de esta cerca están muchas huertas hermosas, y encima de estas huertas y de la villa están unas sierras altas en que hay casas, y viñas, y huertas, y entre el mar y la cerca de la villa están unas pocas de casas, que son lonjas de mercaderes, y la villa es muy poblada.

Miércoles siguiente, que fueron veinte y nueve días del dicho mes de Mayo, partió de aquí la dicha carraca, y fueron a par de la sierra de Málaga, que es toda labrada de viñas y de panes y de huertas, y pasaron a par de Vélez Málaga, un castillo alto que está en esta sierra, y pasaron a par de Almuñecar, que está bajo hacia el mar, y fueron en anocheciendo a par de la Sierra Nevada.

Otro día jueves fueron en par del cabo de Palos, que es en par de Cartagena, y otro día viernes fueron en par del cabo de Martín; que es una sierra alta que es ya de Cataluña.

Y sábado, cuando amaneció, fueron en par de una isla que llaman Formentera, y es despoblada y a ojo de la isla de Ibiza, y estuvieron allí este dicho día sábado y domingo y lunes y martes, andando de una parte a otra, que no podían doblar el cabo para tomar el puerto de Ibiza, por cuanto habían el viento contrario, y el dicho martes en la tarde tomaron el puerto, que fue a cinco días del mes de Junio, y el patrón hizo descargar de las cargas que llevaba, y cargar cierta sal, y estuvieron en el dicho puerto el dicho día martes que llegaron, y miércoles y jueves y viernes no podían salir del puerto, por cuanto habían el viento contrario, y miércoles, que fueron trece días de Junio, partieron de aquí, e hizo calma el dicho jueves y viernes, tanto que anduvieron bien poco.

Y esta dicha Ibiza es una isla pequeña, en que hay cinco leguas en luengo y tres en ancho. Y el día que llegaron los Embajadores, tomaron tierra, y el Gobernador que estaba por el Rey de Aragón, mandóles dar posada en que estuviesen, y envióles hombres y bestias en que viniesen a la villa, y la dicha isla es toda la más de ella montañas altas de montes bajos y piñares: y la villa es poblada en un otero alto que está junto con el mar, y tiene tres cercas, y entre cada cerca mora gente, y tiene un castillo en lo más alto de la villa hacia la mar, y tiene altas torres y cerca sobre sí, y la Iglesia de la villa está a par del castillo, y tiene una torre alta que se contiene con el dicho castillo, y cerca la villa y castillo de partes de fuera una cerca sola. Y en esta isla hay unas salinas en que hay mucha sal, que se hace en ella muy fina cada año del agua del mar que entra allí. Y estas salinas son de gran rendición, que cada año vienen allí muchas naos de Levante a cargar de sal. Y en la cerca de la villa hay una torre en que están hechas unas casas, que llaman la Torre de Avicena, y dicen que de esta isla fue natural Avicena, y en la cerca y torres de ella están pedradas de ingenios que el Rey Don Pedro hizo lanzar, cuando la tuvo cercada.

Embajada a Tamorlán: Ruy González de Clavijo

Ruy González de Clavijo. Nacido en Madrid a finales del siglo XIV en una familia noble de origen toledano, destacó como diplomático real de los reyes Juan I, Enrique III y Juan II de Castilla, lo que le permitió desempeñar importantes cargos y misiones diplomáticas. Sin embargo, su mayor logro fue la embajada que llevó a cabo por orden de Enrique III ante la corte del sultán Temür, más conocido como Tamerlán, con el objetivo de forjar una alianza contra el Imperio otomano, que representaba una amenaza para la cristiandad.

El 21 de mayo de 1403, Clavijo partió de El Puerto de Santa María acompañado por un consejero de Tamerlán, Mohamad Alcagí, y una docena de hombres, entre ellos fray Alonso Páez de Santa María y Gómez de Salazar, que falleció durante el trayecto. La embajada, que duró más de un año y medio, les llevó por mar y por tierra a través de distintos lugares, como Tánger, Málaga, Cartagena, Ibiza, Messina, Rodas, Chíos, Gallípoli, Constantinopla, Trebisonda, Erzurum, Tabriz, Teherán, Bukhara y Samarcanda, donde Clavijo llegó el 8 de septiembre de 1404 y fue recibido por Tamerlán, quien le mostró su impresionante corte y le invitó a participar en sus festividades y ceremonias.

En su crónica, Vida y hazañas del gran Tamorlán con la descripción de las tierras de su imperio y señorío, Clavijo describió con detalle las costumbres, paisajes, monumentos y eventos históricos de las tierras que atravesaba. Asimismo, le entregó a Tamerlán los regalos que traía del rey castellano, como caballos andaluces, paños finos, armas y joyas, a cambio de su amistad y ayuda contra los turcos otomanos. Sin embargo, Clavijo pronto se dio cuenta de que su misión había sido en vano, ya que Tamerlán estaba más interesado en expandir su imperio hacia China que hacia Europa.

El regreso de Clavijo, que emprendió el 21 de noviembre de 1404, fue más rápido y seguro que su viaje de ida. A su llegada a Madrid el 2 de abril de 1412, después de casi nueve años fuera de España, se enteró de que Enrique III había fallecido en 1406 y que su hijo Juan II había ascendido al trono. Clavijo murió poco después de su regreso, dejando como legado su excepcional crónica, que se convirtió en una fuente invaluable para el conocimiento del mundo oriental en la Edad Media.

En conclusión, Ruy González de Clavijo fue un hombre valiente e inteligente que supo adaptarse a las circunstancias más difíciles y aprovechar las oportunidades que se le presentaron. Su biografía es un ejemplo de aventura y diplomacia al servicio del rey y del país.