La extensión de mi cuerpo

Resumen del libro: "La extensión de mi cuerpo" de

Walt Whitman, uno de los iconos más notables de la poesía estadounidense, forjó una voz poética inconfundible y trascendental en su obra magistral «La Extensión de mi Cuerpo». Esta epopeya lírica, publicada por primera vez en 1855 bajo el título «Hojas de Hierba» y ampliada en ediciones posteriores, se convierte en un manifiesto poético que encapsula la esencia del ser humano y el vasto panorama de la existencia. Juan Marqués, un reconocido experto en literatura, elogia a Whitman como un poeta que logra hablar en nombre de toda la humanidad, un observador incisivo y un narrador apasionado de las experiencias humanas.

En «La Extensión de mi Cuerpo», Whitman abandona las convenciones poéticas de su época y opta por una prosa lírica que fluye como un río incontenible. Su estilo expansivo y desenfrenado, a menudo comparado con el canto de un bardo, celebra la individualidad, la naturaleza, la democracia y la experiencia humana en su forma más cruda y hermosa. Whitman se identifica con cada ser humano y con la naturaleza misma, fusionando el yo con el mundo que lo rodea. Es una voz que trasciende las fronteras geográficas y temporales, encapsulando la esencia de la humanidad a lo largo de los siglos.

El autor convoca a sus lectores a explorar su propia identidad, a reconocerse en los demás y a abrazar la diversidad del mundo. A través de versos expansivos y llenos de vitalidad, Whitman canta lo sublime en lo cotidiano, mostrando que la grandeza reside en la vida diaria. Desde los campos de hierba hasta los ferrocarriles, desde los enfermos hasta los sanos, cada elemento de la experiencia humana encuentra su lugar en su poesía.

En resumen, «La Extensión de mi Cuerpo» de Walt Whitman es un monumento literario que desafía las convenciones y abraza la universalidad de la existencia. Su obra trasciende el tiempo y el espacio, y su influencia perdura en la poesía y la literatura moderna. Whitman es, sin lugar a dudas, el poeta de la humanidad, y su legado perdura como una inspiración constante para explorar la profundidad de la vida y la conexión que compartimos como seres humanos.

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1

A mí mismo me canto y me celebro,

y eso que yo asumo asumiréis

pues cada átomo mío también os pertenece.

Holgazaneo e invito a mi alma,

me echo y holgazaneo a mi antojo observando un tallo de hierba estival.

Mi lengua, cada átomo de mi sangre, formado de este suelo, este aire,

nacido aquí de padres que nacieron de padres igualmente aquí nacidos, y sus padres lo mismo,

hoy, a los treinta y siete años de edad, con perfecta salud comienzo,

y espero no cesar hasta morir.

Credos y escuelas en suspenso,

replegándome un tiempo bastan por lo que son pero, nunca olvidados, los albergo para bien o para mal, les permito hablar ante cada peligro,

la naturaleza sin trabas con energía primigenia.

2

Casas y estancias están llenas de perfumes, repletos de perfumes los estantes,

yo aspiro la fragancia y la conozco y me gusta,

la esencia también me embriagaría, pero no la dejaré.

La atmósfera no es un perfume, no sabe a la esencia, no huele,

siempre será para mi boca, me tiene enamorado,

iré a la loma junto al bosque y quedaré sin disfraz y desnudo,

me vuelve loco la idea de que entre en contacto conmigo.

El vaho de mi aliento,

ecos, ondas, susurros zumbantes, apio silvestre, hilo de seda, horca, vid,

mi respirar e inspirar, el latir de mi corazón, el paso de la sangre y del aire por mis pulmones,

el aroma de las hojas verdes y de las hojas secas, y el de la playa y las rocas oscuras, y el del heno en el granero,

el sonido de las palabras que mi voz profiere, liberado en los remolinos del viento,

unos cuantos besos leves, unos cuantos abrazos, un extender los brazos en derredor,

el juego del fulgor y de la sombra sobre los árboles cuando las ramas flexibles se agitan,

la delicia solo o en el fragor de las calles, o por campos y laderas,

sentir la salud, el gorjeo de la luna llena, mi canto al levantarme de la cama al encuentro del sol.

¿Te han parecido muchos mil acres? ¿Te ha parecido mucho la tierra?

¿Has practicado mucho tiempo para aprender a leer?

¿Te has llenado de orgullo por alcanzar el significado de los poemas?

Quédate conmigo el día de hoy y esta noche y poseerás el origen de todos los poemas,

poseerás el bien de la tierra y el sol (quedan millones de soles),

ya no tomarás de segunda o tercera mano las cosas, ni mirarás a través de los ojos de los muertos, ni te alimentarás de los espectros que en los libros habitan,

tampoco mirarás por mis ojos, ni aceptarás de mí las cosas,

escucharás a todos lados y las filtrarás de ti.

3

He oído lo que hablaban quienes hablaban, el habla del principio y del fin,

mas yo no hablo del principio o del fin.

Nunca hubo más comienzo que el de ahora,

ni más juventud o vejez que las de ahora,

y nunca habrá más perfección que la de ahora,

ni más cielo o infierno que los que hay ahora.

Impulso, impulso e impulso,

siempre el impulso procreador del mundo.

Saliendo de las tinieblas los opuestos iguales avanzan, siempre sustancia e incremento, siempre sexo,

siempre una trama de identidades, siempre distinción, siempre engendrar vida.

No hace falta explicarse, cultos e incultos lo saben.

Seguros como el que está más ciertamente seguro, plomada en vertical, bien machihembrados, abrazados en las vigas,

recios como un caballo, cariñosos, altivos, eléctricos,

nos alzamos este misterio y yo.

Transparente y dulce es mi alma, y transparente y dulce todo lo que no es mi alma también.

Falta uno y faltan ambos, y lo no visto lo demuestra lo visto,

hasta que eso se vuelva no visto y sea probado a su vez.

Mostrando lo mejor y separándolo de lo peor, una edad ultraja a otra edad;

conociendo la perfecta aptitud y ecuanimidad de las cosas, mientras ellos discuten permanezco callado, y me voy a bañar y me admiro a mí mismo.

Bienvenido sea todo órgano y atributo mío, y de todo hombre animoso y limpio,

ni una pulgada ni una partícula de una pulgada es vil, y ninguna será menos familiar que el resto.

Estoy satisfecho: veo, bailo, río, canto;

mientras quien comparte mi lecho me ama y abraza y duerme a mi lado de noche, y se retira al asomarse el día con paso sigiloso,

dejándome cestas cubiertas con toallas blancas que colman con su abundancia la casa,

¿he de aplazar la aceptación, y la conciencia, y gritar a mis ojos

que en vez de contemplar de arriba abajo el camino

sin dilación me cifren y me muestren al céntimo

exactamente el valor de uno y el valor de dos, y cuál vale más?

La extensión de mi cuerpo: Walt Whitman

Walt Whitman. Poeta americano, es considerado uno de los grandes autores en lengua inglesa del siglo XIX. Tras completar su educación básica y por razones económicas familiares, Whitman comenzó a trabajar como aprendiz en una imprenta, adquiriendo conocimientos de tipografía, e iniciándose entonces en la poesía.

Posteriormente ejerció como maestro en varias escuelas y más tarde, en Nueva York, fundó el periódico Long Islander, que pronto vendería. Whitman fue a Jamaica a trabajar como tipógrafo, volviendo después a Nueva York para continuar con la docencia, al tiempo en que publicaba en periódicos, trabajando como redactor en un par de ellos.

Durante la Guerra Civil Americana, Whitman trabajó brevemente como funcionario y después como enfermero, volviendo a su trabajo de funcionario, terminada ésta. Durante su carrera cambió radicalmente su forma de escribir poesía, lo mismo que cambió de trabajos, y publicó poemas en Inglaterra, alcanzando gran éxito. Desde entonces, se dedicó exclusivamente a la escritura hasta su muerte.

Sin duda, de entre la obra de Whitman habría que destacar Hojas de hierba y Canto a mí mismo, dos largos poemarios que el poeta americano construyó a lo largo de más de cuarenta años y que forman parte de la base de la poesía contemporánea estadounidense.