La nueva mente del emperador

Resumen del libro: "La nueva mente del emperador" de

Durante décadas, los defensores de la inteligencia artificial han mantenido que los ordenadores harán pronto todo lo que la mente humana puede hacer. En su favor, se puede utilizar, por ejemplo, el que ya hay máquinas que juegan al ajedrez como los grandes maestros. Ahora bien, ¿comprenden el juego como lo hacemos nosotros?

En este libro, Roger Penrose, probablemente el especialista en la teoría general de la relatividad más prestigioso del mundo y una de las mentes analíticas más originales de la actualidad, sostiene que existen facetas del pensamiento humano que nunca serán emuladas por un ordenador. Para defender esa tesis, Penrose recurre a una amplia gama de conocimientos científicos, que van desde la máquina de Turing hasta la estructura del cerebro, pasando por el teorema de Gödel, los agujeros negros y los blancos, la radiación de Hawking, la entropía o la mecánica cuántica. Entre los numerosos estudios existentes dedicados a la relación entre la mente y el cuerpo, esta ambiciosa obra sobresale tanto por su lucidez y claridad como por su rigor y profundidad.

Libro Impreso EPUB

Prefacio

por Martin Gardner

Para muchos grandes matemáticos y físicos resulta difícil, si no imposible, escribir un libro que pueda ser entendido por los no profesionales. Hasta este año se podría haber pensado que Roger Penrose, uno de los físico-matemáticos más eruditos y creativos del mundo, pertenecía a esta clase. Quienes habíamos leído sus artículos y conferencias no técnicas teníamos otra opinión. Aun así, fue una deliciosa sorpresa descubrir que Penrose había robado tiempo a sus ocupaciones para producir un libro maravilloso destinado al profano interesado. Creo que este libro llegará a ser un clásico.

Aunque los capítulos del libro de Penrose recorren la teoría de la relatividad, la mecánica cuántica y la cosmología, su principal interés está en lo que los filósofos llaman el «problema mente-cuerpo». Durante décadas los defensores de la «IA (Inteligencia artificial) fuerte» han intentado convencernos de que en solo cuestión de uno o dos siglos (algunos rebajan este tiempo a cincuenta años) los computadores electrónicos harán todo lo que una mente humana puede hacer. Estimulados por la ciencia-ficción que leyeron en su juventud, y convencidos de que nuestras mentes son simplemente «computadores hechos de carne» (como Marvin Minsky dijo en cierta ocasión), dan por supuesto que el placer y el dolor, la estimación de la belleza y el humor, la consciencia y el libre albedrío son capacidades que emergerán de modo natural cuando el comportamiento algorítmico de los robots electrónicos llegue a ser suficientemente complejo.

Algunos filósofos de la ciencia (en particular John Searle, cuyo famoso experimento mental de la habitación china discute Penrose en profundidad) están en abierto desacuerdo. Para ellos un computador no es esencialmente diferente de las calculadoras mecánicas que funcionan con ruedas, palancas o cualquier otro mecanismo que transmita señales. (Se puede construir un computador a base de bolas que ruedan o agua que se mueve por tuberías.) Puesto que la electricidad viaja por los cables conductores con una rapidez mucho mayor que otras formas de energía (excepto la luz), también puede jugar con los símbolos más rápidamente que las calculadoras mecánicas, y realizar así tareas de enorme complejidad. Pero ¿«comprende» un computador electrónico lo que está haciendo en una medida superior a la «comprensión» de un ábaco? Los computadores juegan ahora al ajedrez como un gran maestro. ¿«Comprenden» su juego mejor de lo que hace la máquina de jugar a tres en raya que en cierta ocasión construyeron unos desguazadores de computadores con trozos de chatarra?

El libro de Penrose es el ataque más poderoso nunca escrito contra la IA fuerte. Durante los siglos pasados se han levantado objeciones contra el alegato reduccionista de que una mente es una máquina que funciona según las conocidas leyes de la física; pero la ofensiva de Penrose es más convincente porque hace uso de informaciones de las que no disponían los escritores anteriores. Penrose se revela en el libro como algo más que un físico-matemático: es también un filósofo de primera fila, que no teme abordar problemas que los filósofos contemporáneos despachan calificándolos de sin sentido.

Penrose tiene también el valor de mantener, frente al creciente rechazo de un pequeño grupo de físicos, un vigoroso realismo. No solo el Universo «está ahí», sino que la verdad matemática tiene también su propia independencia e intemporalidad misteriosa. Como Newton y Einstein, Penrose tiene un profundo sentido de humildad y respeto hacia el mundo físico, tanto como hacia el ámbito platónico de la matemática pura. Al famoso especialista en teoría de números Paul Erdös le gusta hablar del «libro de Dios» en el que están registradas las mejores demostraciones. A los matemáticos se les permite de cuando en cuando echar una ojeada a parte de una página. Penrose cree que cuando un físico o matemático experimenta una repentina inspiración «ajá» no se trata simplemente de algo «producido por un cálculo complicado»: es la mente que por un momento entra en contacto con la verdad objetiva. ¿No sería posible, se pregunta, que el mundo de Platón y el mundo físico (que los físicos han diluido ahora en las matemáticas) fueran realmente uno y el mismo?

Muchas páginas del libro de Penrose están dedicadas a la famosa estructura de tipo fractal conocida como conjunto de Mandelbrot, por ser Benoit Mandelbrot quien la descubrió. Aunque es autosimilar en sentido estadístico, a medida que sus partes son ampliadas, su estructura con infinitas circunvoluciones cambia de maneras impredecibles. Penrose encuentra incomprensible (igual que yo) que nadie pueda suponer que esta exótica estructura no «esté ahí» igual que lo está el Monte Everest, sujeta a exploración de la misma forma que se explora una selva.

Penrose forma parte también del cada vez mayor grupo de físicos que piensan que Einstein no era tan obstinado y confuso cuando afirmaba que su «voz interior» le decía que la mecánica cuántica es incompleta. Para apoyar esta afirmación, Penrose le lleva por un fascinante recorrido que cubre temas como los números complejos, las máquinas de Turing, la teoría de la complejidad, las desconcertantes paradojas de la mecánica cuántica, los sistemas formales, la indecibilidad de Gödel, los espacios de fases, los espacios de Hilbert, los agujeros negros, los agujeros blancos, la radiación de Hawking, la entropía, la estructura del cerebro, y tantea otros temas que están en el centro de las especulaciones actuales. ¿Tienen los perros y los gatos «consciencia» de sí mismos? ¿Es posible, en teoría, para una máquina que transmite materia, el transferir a una persona de un lugar a otro del modo como eran transmitidos o recibidos los astronautas de la serie de televisión Star Trek? ¿Qué valor de supervivencia descubrió la evolución al producir la consciencia? ¿Existe un nivel más allá de la mecánica cuántica en el que la dirección del tiempo y la distinción entre izquierda y derecha estén firmemente imbricados? ¿Son las leyes de la mecánica cuántica, o quizá otras leyes aún más profundas, esenciales para la actuación de una mente?

La respuesta de Penrose a las dos últimas preguntas es afirmativa. Su famosa teoría de «twistors» —objetos geométricos abstractos que operan en un espacio complejo multidimensional que subyace al espacio-tiempo— es demasiado técnica para ser incluida en este libro. Ellos representan los esfuerzos de Penrose durante dos décadas para sondear una región más profunda que los campos y partículas de la mecánica cuántica. En su clasificación de las teorías en las cuatro categorías de soberbias, útiles, tentativas y descaminadas, Penrose coloca modestamente la teoría de twistors en la clase de las tentativas, junto con las supercuerdas u otros esquemas de gran unificación que hoy son vivamente debatidos.

Penrose es desde 1973 Rouse Ball Professor de Matemática en la Universidad de Oxford. El título es apropiado ya que W.W. Rouse Ball no solo fue un matemático notable sino también un mago aficionado con un interés tan apasionado por las matemáticas recreativas que escribió la obra clásica en inglés en este campo, Mathematical Recreations and Essays. Penrose comparte el entusiasmo de Ball por el juego. En su juventud descubrió un «objeto imposible» llamado «tribar». (Un objeto imposible es un dibujo de una figura sólida que no puede existir debido a que incorpora elementos autocontradictorios.) Él y su padre Lionel, un genetista, enrollaron el tribar en la Escalera de Caracol de Penrose, una estructura que Maurits Escher utilizó en dos famosas litografías: Ascenso y Descenso y Cascada. Un día que Penrose estaba tumbado en la cama visualizó, en lo que él llamó un «arrebato de locura», un objeto imposible en un espacio tetradimensional. Es algo, decía, que si se le mostrase a una criatura de un espacio de cuatro dimensiones le haría exclamar: «¡Dios mío!, ¿qué es esto?».

Durante los años sesenta, cuando Penrose trabajaba en cosmología con su amigo Stephen Hawking, hizo lo que tal vez sea su descubrimiento más conocido. Si la teoría de la relatividad es válida «hasta el final», debe haber una singularidad en todo agujero negro en la que dejan de ser aplicables las leyes de la física. Incluso este logro ha sido eclipsado en años recientes por la construcción que hizo Penrose de dos formas que teselan el plano, a la manera de la teselación de Escher, pero que solo pueden hacerlo de forma no-periódica. (Encontrará una discusión de estas sorprendentes formas en mi libro Penrose tiles to trapdoor ciphers.) Penrose las inventó, o más bien las descubrió, sin esperar que fueran de utilidad. Para asombro de todos resultó que las formas tridimensionales de sus teselas pueden encontrarse en la base de un extraño y nuevo tipo de materia. El estudio de estos «cuasicristales» es hoy día una de las áreas de investigación más activas dentro de la cristalografía. Es también el ejemplo más espectacular en los tiempos modernos de cómo las matemáticas lúdicas pueden tener aplicaciones no previstas.

Los logros de Penrose en matemáticas y física —y solo he mencionado una pequeña parte— surgen de una perpetua admiración por el misterio y la belleza del ser. Su voz interior le dice que la mente humana es algo más que una simple colección de minúsculos cables e interruptores. El Adam de su prólogo y epílogo es en parte un símbolo del amanecer de la consciencia en la lenta evolución de la vida sensible. Para mí, es también Penrose —el niño sentado en la tercera fila, detrás de los líderes de la IA— quien se atreve a sugerir que los emperadores de la IA fuerte van desnudos. Muchas de las opiniones de Penrose están salpicadas de humor, pero este no es un tema de risa.

La nueva mente del emperador – Roger Penrose

Roger Penrose. Nacido el 8 de agosto de 1931 es un físico matemático nacido en Inglaterra y Profesor Emérito de Matemáticas en la Universidad de Oxford. Es reconocido por su trabajo en física matemática, en particular por sus contribuciones a la relatividad general y la cosmología. También ha dedicado su tiempo a las matemáticas recreativas y es un controvertido filósofo.

Fue elegido miembro de la Royal Society de Londres en 1972, ganó el Science Book Prize en 1990, y compartió el Premio Wolf en Física con Stephen Hawking en 1988. Fue nombrado caballero en 1994.