Mortal y rosa

Resumen del libro: "Mortal y rosa" de

En Mortal y rosa, sobrecogedora y tierna elegía de la infancia, Umbral evoca la muerte de su hijo. Desde la inhóspita revelación de la pérdida, construye un largo monólogo en que la muerte actúa como coartada maravillosa que convierte su pesadilla humana en una fuerza catártica y liberadora.

Libro Impreso

Cuando me arranco al bosque de los sueños, a la selva oscura del dormir, y me cobro a mí mismo, me voy lentamente completando. Porque he dejado de interesarme por mis sueños. A la mierda con Freud.

Todo lo que somos, sí, tiene ese revés de sueño, ese cimiento o esa escombrera turbia, y alguien se preguntaba, irónico, por los sueños de Kant, de Descartes, de Hegel. ¿Qué clase de sueños no tendrían esos monstruos de razón? Toda la represión mental de sus sistemas había de tener, sin duda, un revés caótico, doliente y atribulado. Cómo negar la mitad en sombra de la vida, si están ahí los sueños. Hay una época de la existencia en que uno decide ser sólo sus sueños, y el surrealismo es una adolescencia en cuanto que quiere alimentarse de sueños. Hay una madurez, un clasicismo —a cualquier edad de la vida— en que optamos por nuestra razón, por nuestro rigor, por nuestra estatura. Qué más da. Tan pueril es vivir de sueños como vivir de silogismos. Claro que se vive de lo que se puede, y tarda uno en aprender a vivir de realidades, de cosas, de objetos, como viven los seres naturales. El hombre es un ser de lejanías, dijo el otro. Sí, el hombre es un ser de utopías, de distancias, de «proyectos líricos». El hombre tiene que aprender a ser criatura de cercanías, pastor de lo inmediato.

Mis sueños sólo me dan una versión embrollada de lo que tengo muy claro. Cuando sueño soy el exégeta confuso de mí mismo, el amanuense indescifrable y pelmazo que quiere anotarlo todo y todo lo embarulla. El sueño le pone a mi vida un comentario ocioso y oscuro, sin secreto, pero con sombra.

Estoy en esto con monsieur Sartre, que le niega al sueño todo significado y le atribuye la imposibilidad de formular una sola imagen coherente, porque en cuanto formulo una imagen coherente «ya estoy despierto». No me interesan mis sueños como no me interesa ya, casi, mi pasado. De la prosa de la vida hago en sueños poemas surrealistas. Breton vive de mí y sale por la noche a comerme en porciones. A la mierda con Breton. Sé que consisto en una cloaca, un légamo, una putrefacción, pero me aburre, ya, constatarlo, y he perdido la fascinación de mis propias heces, que es una fascinación infantil perpetuada en el poeta, el neurótico y el psicoanalista. Sólo necesita recurrir a sus sueños la gente sin imaginación. A Breton y a Freud seguro que no se les ocurría nada, nunca. Tan primitivo es interpretar los sueños hacia el pasado como era interpretarlos hacia el futuro, en tiempos de José. La linterna sorda del soñar no alumbra ni un adarme de futuro, y sobre el pasado sólo proyecta sombras confusas, bultos y versiones equívocas de lo que estaba claro. Soñar con mi madre muerta o con calefacciones que debía encender de pequeño, y los miles de escaleras que debía subir, no es sino repetir tediosamente, en una película mala y con los rollos cambiados, una vida que no deseo recordar. Ya es bastante surrealista que se le muera a uno la madre mientras tiene que subir miles y miles de escaleras como recadero. ¿Qué surrealismo le puede añadir el sueño a una realidad tan poco real?

Me arranco, pues, de la selva pantanosa de los sueños y me resumo como puedo, recojo porciones de realidad que yacen tristes por la habitación, me doblo por la mitad y mis riñones, cargados de pasado y de licores, gimen dulcemente. Ya estoy en pie.

La primera felicidad del día es haber escapado a los peligros pueriles del sueño, a los terrores convencionales de la pesadilla. Más vale la lucidez mediocre que el delirio. Casi siempre tiene uno malos sueños, pero todavía nos queda la imaginación imprescindible para inventar la realidad machadianamente, aunque con menos moscas y menos mugre que la realidad inventada por el poeta arábigosoriano-andaluz. Me duele el ojo derecho, como todas las mañanas, pues la prosa leída la noche anterior está ahí, cuajada, enconada en el ojo, en ese ojo que trabaja y sufre, y nada me ha pasado al cerebro, sino que un libro entero se me ha quedado bajo el párpado y me presiona el trigémino. Otro accidente diario es la erección innecesaria, agresiva y ostentosa que padece uno después de varias horas de cama. No habría en el mundo destinataria digna de tales erecciones.

Este alarde eréctil va dirigido contra la nada, contra una mujer inexistente de sombra y sueño, vano fantasma becqueriano de niebla y luz. Es la prepotencia sin deseo, la pura mecánica del sexo que descubre en mí lo que tengo de émbolo, de máquina y de antropoide. Con una mujer delante, todo sería de dimensiones humanas, correcto, eficaz y razonable. Así, no es sino un último alarde innecesario de la selva que me habita, una naturaleza descalabrante, una barbaridad. A este mecanismo que responde solo, a este juego de palancas le hemos puesto literatura, matices, alejandrinos. ¿Qué es el amor cuando ningún amor podrá conseguir una demostración como la que consigue la presión del paquete intestinal y las féculas contra la espina dorsal?

Mortal y rosa – Francisco Umbral

Francisco Umbral. Nombre literario de Francisco Pérez Martínez, nació en Madrid en 1935. Prolífico escritor y periodista, comenzó su carrera en El Norte de Castilla, para luego trabajar para periódicos y revistas tan importantes como Interviu, El País o El Mundo, donde sus columnas de opinión alcanzaron gran popularidad.

Su obra literaria es extensa, llena de gran mordacidad, cierto cinismo y ansia por reflejar la sociedad española. Recibió diversos premios, como Las ninfas (Premio Nadal 1975) o Leyenda del César visionario (Premio de la Crítica 1992). Además, Umbral alcanzó los dos máximos galardones otorgados para las letras castellanas, el Príncipe de Asturias de las Letras en 1996 y el Premio Cervantes en el año 2000.

Francisco Umbral murió en el Madrid sobre el que tanto había escrito el 28 de Agosto de 2007.