Historia de un día en tres esquelas

Foto de Rene Böhmer en Unsplash

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I

Vergüenza me cuesta, pero has de perdonarme. Hoy no asistiré a la Junta. El motivo es pecaminoso. Justamente de cinco a siete tengo que ir a probarme unos vestidos a casa de Laura. Ya sabes lo que es ella; si pierdo mi turno, me deja desnuda este invierno. ¿Estoy perdonada? Bien lo merece mi franqueza. Pude inventar otro pretexto. Otra junta piadosa, la jaqueca, el dentista; pues no, me entrego en pleno delito de coquetería. Así puedes decírselo a las amigas, segura de que todas me absuelven. Me has dicho que la marquesa está expirando. ¡Pobre señora! Esta noche te veré en el Real. Hasta luego.

II

Mucho siento la mala obra, pero hoy me es imposible ir a probarme los vestidos. Precisamente de cinco a siete se reúne la Junta de Damas de la Honradez y el Trabajo, de la que soy secretaria, y no puedo faltar. Iré mañana a primera hora. No retrase, por Dios, los vestidos, el negro sobre todo, nuestra presidenta está expirando; y si se muere, no sé cómo voy a ir a los funerales.

III

De cinco a siete.

FIN

Jacinto Benavente. Fue un dramaturgo, director, guionista y productor de cine español. Nació en 1866, en Madrid. Su padre era un prestigioso médico pediatra, Mariano Benavente, por lo que se crió en un ambiente familiar culto que le permitió acceder tempranamente, por su educación a los autores franceses.

Inició los estudios de derecho en la Universidad Central de Madrid, pero, a la muerte de su padre en 1885, los abandonó para dedicarse a la literatura. Durante algún tiempo fue empresario de circo.

Sus viajes por Europa le permitieron captar la renovación teatral en el resto del Continente, y fueron la base para que pudiera realizar su mayor mérito que fue el de haber renovado el retórico teatro del siglo XIX español. En 1907, estrenó su obra más famosa: Los intereses creados. Tras su estreno en Madrid, la obra se representó en toda España y en los principales teatros de Hispanoamérica.

La comedia benaventina típica, costumbrista, moderna, incisiva, supone una reacción contra el talante melodramático desorbitado de la obra de Echegaray, y se decantará por un teatro burgués moderno en el que prime la naturalidad y la verosimilitud, y una fina ironía que permita la crítica sin lecciones morales.

El año 1916, la Real Academia Española, que ya lo había acogido en su docto seno, lo nombra Académico de honor. Ocupó un escaño en el Congreso de los diputados en 1918. Y en 1922, la Academia sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura, por lo que en 1924 recibió el título de hijo predilecto de Madrid concedido por su Ayuntamiento, y la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.

En 1947 asumió, a título honorario, la presidencia de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores y la Medalla de Mérito en el Trabajo en 1950. Murió en 1954.