Cuentos franceses

El príncipe Fatal y el príncipe Fortuné

Jeanne Marie Leprince de Beaumont

"Al segundo príncipe, al que habían llamado Fortuné, todo le iba, al contrario, de maravilla. Su papá y su mamá lo amaban con locura y ya no se acordaban del mayor. La malvada mujer a la que se lo habían entregado, nada más llegar a su casa, le quitó las bellas ropas con las que iba vestido para ponérselas a uno de sus hijos que era de la edad que Fatal..."

El pie de la momia

Théophile Gautier

"El viejo gnomo, husmeando entre sus antiguallas, me mostró bronces antiguos o supuestamente tales, trozos de malaquita, pequeños ídolos hindúes o chinos, especie de siempretiesos de jade, encarnación de Brahma o de Visnú, maravillosamente apropiados para el uso, bastante poco divino, de sujetar periódicos y cartas..."

Blandine y Pointu

Jules Renard

"Pero hasta Pointu la abandona. Pointu va a morir. Está enfermo desde hace tiempo. Su pelo se le iba cayendo de la piel escamosa. Hubo que llevarlo al veterinario que encontró el caso curioso y creyó poder curarlo..."

Historia de la criada Gudule

Jean Lorrain

"Gracias a esta mujer maravillosa, la señora de Lautréamont tenía suficiente con tres domésticos, un jardinero, un lacayo y una cocinera para atender su inmensa mansión por la cantidad de sesenta mil libras..."

Arthur

Alphonse Daudet

"Arthur era mi vecino. Sólo un pequeño muro prolongado por un enrejado separaba mi vivienda de la habitación amueblada que ocupaba con su mujer. Por lo que, en contra de mi voluntad, su vida estaba mezclada con la mía; y todos los sábados oía, sin perderme detalle, el horrible drama, tan parisino, que se representaba en aquel hogar de obreros..."

Cuento de los tres deseos

Jeanne Marie Leprince de Beaumont

"-Soy un hada; prometo concederles las tres primeras cosas que deseen; pero tengan cuidado: después de haber deseado tres cosas, no les concederé nada más."

El aventurero húngaro

Anaïs Nin

"Cuando se metió entre bastidores para verla, ella estaba vistiéndose, rodeada de gran profusión de flores, y, para deleite de sus admiradores, que se sentaban a su alrededor, se daba carmín en el sexo con su lápiz labial, sin permitir que ningún hombre hiciera el menor gesto en dirección a ella."

El alba

Anatole France

El alba es un cuento de Anatole France que narra el amor de un joven por una mujer casada en la París revolucionaria. El joven huye de la violencia y busca la paz en los brazos de su amante. El cuento combina el realismo histórico con el romanticismo literario.

El ataque al molino

Émile Zola

"Se produjeron dos nuevos muertos. Los colchones, destrozados, ya no protegían las ventanas. Una última descarga pareció que iba a llevarse por delante el molino. La posición no podía mantenerse más. Sin embargo, el oficial repetía:"

El caballero doble

Théophile Gautier

"El extranjero era bello como un ángel, pero como un ángel caído; sonreía dulcemente y miraba dulcemente, sin embargo, aquella mirada y aquella sonrisa os helaban de terror y os inspiraban el pavor que se siente cuando uno se asoma a un abismo."

La leyenda de san Julián el Hospitalario

Gustave Flaubert

El padre y la madre de Julián vivían en un castillo, entre bosques, en la ladera de una colina. Las cuatro torres de las esquinas tenían tejados puntiagudos cubiertos de escamas de plomo, y la base de los muros se apoyaba en los canteros de rocas, que descendían abruptamente hasta el fondo de los fosos...

Cargamento de ébano

Prosper Mérimée

Verdaderamente, el capitán Ledoux era un buen marino. Había empezado como simple marinero de cubierta y luego fue ayudante de timonel. La batalla de Trafalgar le dejó la mano izquierda deshecha por una gran astilla de madera; fue mutilado y, después, licenciado con excelentes hojas de servicio...

El bistec de oso

Alejandro Dumas

Llegué a la casa de Postas de Martigny hacia las cuatro de la tarde. Cuando entré, los viajeros estaban ya sentados a la mesa; eché una ojeada rápida e inquieta sobre los comensales; todas las sillas estaban unidas y todas estaban ocupadas. ¡No tenía sitio!…

El ayuno

Émile Zola

Cuando el vicario subió al púlpito con su amplio sobrepelliz de blancura angelical, la pequeña baronesa estaba beatíficamente sentada en su sitio habitual, cerca de una salida de calor, delante de la capilla de los Santos Ángeles...

Adiós

Guy de Maupassant

Los dos amigos acababan de comer. Desde la ventana del café veían el bulevar muy animado. Les acariciaban los rostros esas ráfagas tibias que circulan por las calles de París en las apacibles noches de verano y obligan a los transeúntes a erguir la cabeza, incitándolos a salir, a irse lejos, a cualquier parte en donde haya frondosidad, quietud, verdor…

Las lavanderas nocturnas

George Sand

He aquí, en mi opinión, la más siniestra de las visiones del miedo. Es también la más difundida pues creo que se encuentra en todos los países...

Adrienne Buquet

Anatole France

Cuando estábamos terminando de cenar en el restaurante Laboullée me dijo: -Lo admito, todos esos hechos relacionados con un estado aún mal definido del organismo como doble visión, sugestión a distancia o presentimientos verídicos, la mayor parte del tiempo no son constatados de una manera suficientemente rigurosa como para satisfacer todas las exigencias de la crítica científica...

Con el petate a cuestas

Joris-Karl Huysmans

Tan pronto como hube terminado mis estudios, mis padres consideraron útil hacerme comparecer ante una mesa cubierta de paño verde y rematada por bustos de viejos señores que se preocuparon por saber si yo había aprendido suficientes lenguas muertas como para ser promovido al grado de bachiller...
Retrato de una mujer, llamada marquesa Perrin de Cypierre

La marquesa

George Sand

Casada a los dieciséis con un Marqués entrado en años, viuda a los dieciséis años y medio, la marquesa de R, tuvo una primera experiencia con el sexo opuesto negativa, que le llevó a despreciar a los hombres...
The Fight For The Standard

El abanderado

Alphonse Daudet

El regimiento estaba en batalla sobre un repecho de la vía férrea, sirviendo de blanco a todo el ejército prusiano amontonado en frente, bajo el bosque. Se fusilaban a ochenta metros...