Escritores uruguayos

La Flor Extraña

Diego Ponce

Desde el infierno proveniente del sur más profundo que he conocido, cruzando mis piernas embrujadas, hoy me declaro la más extraña...

Las Hortensias

Felisberto Hernández

«Si no hubiese leído las historias de Felisberto Hernández en 1950, hoy no sería el escritor que soy» (Gabriel García Márquez). «No es casual que la abrumadora mayoría de sus relatos haya sido escrita en primera persona (pero “Las Hortensias”, gran excepción, parecería volcarlo igualmente en el personaje central del cuento en lo que toca a las pulsiones más hondas, acaso las más inconfesables dentro del contexto de su ambiente y de su tiempo). Basta iniciar la lectura de cualquiera de sus textos para que Felisberto esté allí, un hombre triste y pobre que vive de conciertos de piano en círculos de provincia, tal como él vivió siempre, tal como nos lo cuenta desde el primer párrafo. Pero apenas lo reconocemos una vez más –buenos días, Felisberto, ¿cómo te irá ahora, tendrás un poco más de dinero, las piezas de tus hoteles serán menos horribles, te aplaudirán esta vez en los teatros o los cafés, te amará esa mujer que estás mirando?–, en ese reconocimiento que sólo ha tomado unos…

La hora intempestiva

Fernando Chelle

Siento desierta la siesta de enero/ todo es sol y chicharra/ sequedad, polvo y silencio./ Será que seré el único/ con los ojos abiertos/ en medio de las llamas…

Anaconda y otros cuentos

Horacio Quiroga

Con la publicación de este libro (1921), Horacio Quiroga alcanzó gran repercusión entre la crítica y el público continental. Los cuentos aquí reunidos —aparecidos originalmente en publicaciones porteñas en los años anteriores— dan cuenta de un amplio periodo de su experiencia narrativa y vital: los primeros años en Buenos Aires, el deslumbramiento por la cinematografía, sus proyectos agrícolas en el Chaco, la profunda incursión en Misiones, el regreso a la capital… El relato epónimo es, quizás, uno de los más conocidos de la literatura latinoamericana. A través de sus páginas, quedan patente la admiración y la maravilla que sentía Quiroga por la selva y sus criaturas, al narrar magistralmente el encuentro de Anaconda con la bestia más temible de todas: el hombre.