Relatos de terror

Dulces para lo dulce

Robert Bloch

"—Mire, no hace mucho me dijo la niña que si su padre quería que fuese una bruja, lo sería… Y creo que si no juega ya conmigo, ni quiere hacerlo con nadie, es porque está convencida de que las brujas no juegan. El último Halloween me pidió una escoba…"

El embudo de cuero

Arthur Conan Doyle

"Era un embudo voluminoso que podría contener un azumbre cuando estuviera lleno. El reborde de latón recubría toda la extremidad ancha, pero también la parte estrecha tenía el borde metálico."

En el bosque de Villefère

Robert E. Howard

"Mis propios pensamientos serán mi perdición, si no tengo cuidado. ¿Qué hay en este bosque, excepto quizás las criaturas que merodean por él, ciervos y semejantes? ¡Bah, las estúpidas leyendas de esos aldeanos!"

El parásito

Arthur Conan Doyle

"Pero toda mi mente está embebida de ciencia exacta. Me he entrenado asiduamente para no admitir más que hechos, hechos probados. La conjetura, la imaginación, no tienen cabida en el marco de mi pensamiento."

Las lavanderas nocturnas

George Sand

He aquí, en mi opinión, la más siniestra de las visiones del miedo. Es también la más difundida pues creo que se encuentra en todos los países...

Luces antiguas

Algernon Blackwood

Desde Southwater, donde se apeó del tren, el camino iba derecho hacia poniente. Eso lo sabía; por lo demás, confiaba en la suerte, ya que era uno de esos andariegos impenitentes a los que no les gusta preguntar. Tenía ese instinto, y generalmente le funcionaba bastante bien...

El huésped

Amparo Dávila

Nunca olvidaré el día en que vino a vivir con nosotros. Mi marido lo trajo al regreso de un viaje. Llevábamos entonces cerca de tres años de matrimonio, teníamos dos niños y yo no era feliz. Representaba para mi marido algo así como un mueble, que se acostumbra uno a ver en determinado sitio, pero que no causa la menor impresión. Vivíamos en un pueblo pequeño, incomunicado y distante de la ciudad. Un pueblo casi muerto o a punto de desaparecer...

El caso del desfiladero de Coulter

Ambrose Bierce

- ¿Cree usted, coronel, que a su valiente Coulter le agradaría emplazar uno de sus cañones aquí? -preguntó el general. No parecía que pudiera hablar en serio: aquél, verdaderamente, no parecía un lugar donde a ningún artillero, por valiente que fuera, le gustase colocar un cañón...
Grillos

El juego de los grillos

Gustav Meyrink

-¿Y? -preguntaron los señores al entrar el profesor Goclenius más rápidamente de lo que era su costumbre y visiblemente alterado-. ¿Le entregaron las cartas? ¿Ya está Johannes Skoper viajando de regreso a Europa? ¿Cómo se encuentra? ¿Llegó alguna colección con el correo? -inquirían todos a la vez...

El engendro maldito

Ambrose Bierce

A la luz de una vela de sebo colocada en un extremo de una rústica mesa, un hombre leía algo escrito en un libro. Era un viejo libro de cuentas muy usado y, al parecer, su escritura no era demasiado legible porque a veces el hombre acercaba el libro a la vela para ver mejor...
Retrato de una mujer, llamada marquesa Perrin de Cypierre

La marquesa

George Sand

Casada a los dieciséis con un Marqués entrado en años, viuda a los dieciséis años y medio, la marquesa de R, tuvo una primera experiencia con el sexo opuesto negativa, que le llevó a despreciar a los hombres...
Corriendo hacía el sol

Carrera inconclusa

Ambrose Bierce

James Burne Worson era zapatero, habitante de Leamington, Warwickshire, Inglaterra. Era propietario de un pequeño local, en uno de esos pasajes que nacen de la carretera a Warwick. Dentro de su humilde círculo, lo estimaban hombre honesto, aunque algo dado (como tantos de su clase en los pueblos ingleses) a la bebida...
Árbol. Foto por Andy Watkins en Unsplash

Árboles petrificados

Amparo Dávila

Es de noche, estoy acostada y sola. Todo pesa sobre mí como un aire muerto; las cuatro paredes me caen encima como el silencio y la soledad que me aprisionan. Llueve. Escucho la lluvia cayendo lenta y los automóviles que pasan veloces. El silbato de un vigilante suena como un grito agónico. Pasa el último camión de medianoche. Medianoche, también entonces era la medianoche…
El diablo en la botella. Por William-Hatherell

El diablo de la botella

Robert Louis Stevenson

Había un hombre en la isla de Hawaii al que llamaré Keawe; porque la verdad es que aún vive y que su nombre debe permanecer secreto; pero su lugar de nacimiento no estaba lejos de Honaunau, donde los huesos de Keawe el Grande yacen escondidos en una cueva...
Química. Por Henrika Šantel

El gran experimento de Keinplatz

Arthur Conan Doyle

De todas las ciencias, una interesaba especialmente al erudito profesor Von Baumgarten. Era la que se conecta con la psicología y las relaciones entre mente y materia. El profesor era un famoso anatomista, gran químico y uno de los más renombrados fisiólogos de Europa...
Tres monos jugando

El mono científico

Robert Louis Stevenson

En cierta Isla de las Antillas había una casa y una playa cerca de una arboleda. En esa casa habitaba un vivisector y, en los árboles, un clan de simios antropoides. Resultó que el vivisector atrapó a uno de ellos y lo encerró durante algún tiempo en una jaula del laboratorio...
Desierto. Foto por Ravi Roshan en Unsplash

El amo de Moxon

Ambrose Bierce

-¿Lo dices en serio?… ¿Realmente crees que una máquina puede pensar? No obtuve respuesta inmediata. Moxon estaba ocupado aparentemente con el fuego del hogar, revolviendo con habilidad aquí y allá con el atizador, como si toda su atención estuviera centrada en las brillantes llamas...
Casa antigua. Foto por Dan Meyers en Unsplash

La casa del pasado

Algernon Blackwood

Una noche una Visión vino a mí, trayendo con ella una antigua y herrumbrosa llave. Me llevó a través de campos y senderos de dulce aroma, donde los setos ya susurraban en la oscuridad primaveral, hasta que llegamos a una inmensa y sombría casa, de ventanas conspicuas y tejado elevado, medio escondido en las sombras de la madrugada...
Ilustración de La Batalla de Chickamauga

Chickamauga

Ambrose Bierce

En una tarde soleada de otoño, un niño perdido en el campo, lejos de su rústica vivienda, entró en un bosque sin ser visto. Sentía la nueva felicidad de escapar a toda vigilancia, de andar y explorar a la ventura, porque su espíritu, en el cuerpo de sus antepasados, y durante miles y miles de años, estaba habituado a cumplir hazañas memorables en descubrimientos y conquistas: victorias en batallas cuyos momentos críticos eran centurias, cuyos campamentos triunfales eran ciudades talladas en peñascos...
Pared. Foto por Levi Clancy en Unsplash

Al otro lado de la pared

Ambrose Bierce

Hace muchos años, cuando iba de Hong Kong a Nueva York pasé una semana en San Francisco. Hacía mucho tiempo que no había estado en esa ciudad y durante todo aquel periodo mis negocios en Oriente habían prosperado más de lo que esperaba...