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Sergio García Zamora:

Como Dante Alighieri en medio del camino de la vida

Sergio García Zamora
Sergio García Zamora

En un año 2020 aciago para muchos, el escritor villaclareño Sergio García Zamora se alzó con dos premios internacionales que vienen a engrosar su larga lista de galardones y reconocimientos y cuya primera raya, digamos, la obtuvo allá por el 2009. 

Es septiembre de 2020 y la Facultad de Letras de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), la Asociación Amigos de Juan Alcaide de Valdepeñas y la editorial Verbum, declaran al texto Los conspiradores como ganador del XXXIX Premio Internacional de Poesía Juan Alcaide. 

Para Sergio, el artista no puede perder el camino que se ha trazado, un premio es algo extra-literario en realidad —explica— la obra tiene que tener intrínsecamente un valor y ese valor es el que la va a salvar o la va a condenar.

La tesis de Los conspiradores es que el lector y el escritor son dos miembros de una gran conspiración que es el arte y la vida. Y así se va por el mundo, como intentando siempre algo nuevo.

Sergio García Zamora no sabe qué lo inspiró a escribir. Eso, dice, no lo sabe realmente nadie que escribe, y probablemente tenga razón. Eso, dice, también forma parte del misterio, de la vida. 

Sergio García Zamora comió harina, tuvo hermanos, abuelos, empinó papalotes, jugó con trompos, pero hay muchos que comieron harina, tuvieron hermanos, abuelos, empinaron papalotes, jugaron con trompos y hoy no escriben.

A los artistas, asegura Sergio, el mundo los afecta de un modo distinto, no mejor, simplemente de un modo distinto y lo expresan entonces de otro modo. La obra de arte, después de todo, no es más que el mundo devuelto después que pasa por el artista.

La primera vez que lo escuché fue en una charla con jóvenes del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Ernesto Guevara, de Villa Clara. Era 2017. Todo esto se lo contaba Sergio a los estudiantes con su hablar enciclopédico, donde cada dos o tres palabras salta un autor, una referencia a un texto. Toda una clase de literatura si uno lo atiende bien.

Hoy, en unos días cuasi apocalípticos, Sergio conversa con dos periodistas con toda la parsimonia posible y asegura que “primero tiene que haber un libro porque es el verdadero trabajo del artista (escritor en este caso), el trabajo gozoso del que hablaba Juan Ramón Jiménez: todo verdadero artista en realidad es un espartano, es decir va a la batalla por el gusto de ir a la batalla sin esperar recompensas, siempre es feliz ganar un premio, pero un premio siempre es un segundo juicio que se hace a una obra, el primer gran juicio y que no sabremos si lo vencimos o no, lo determina el tiempo, el lector, la trascendencia”. 

Acto seguido agrega:

“Estoy muy feliz con estos premios porque de alguna forma confirman que he trabajado y que he sido fiel a una vocación y a lo que aspiro es a lo que el propio Juan Alcaide, de ese primer premio que gané, recibió en elogio de Antonio Machado, al enviarle su primer libro. Antonio Machado le dijo: ciertamente es usted un poeta. El solo hecho de que te llamen un poeta ya es un gran premio.”

El segundo galardón que obtendría en el 2020 fue el Blas de Otero de Poesía en Castellano que concede la Villa De Bilbao, con el cuaderno Los maniquíes enfermos, que es un libro —asegura— que no tiene que ver con la pandemia que vivimos, aunque se puede interpretar en este contexto como tal.

“Es un libro que terminé en el 2018 y que apenas ahora es que va saliendo y trata sobre el sentido enfermo de cierta parte de la naturaleza humana, que debe ser corregida, cambiada. Ese es el llamado que hace Los maniquíes enfermos, a que el lector, el escritor, el ser humano vuelva a su sentido de plenitud que es un sentido que, sobre todo, el hombre de Occidente ha perdido.”

El primer canto del “Infierno”, de la Divina Comedia, obra del florentino Dante Alighieri, transcurre en dos noches del año 1300. Dante tiene 35 años y se considera en el medio, o sea, a mitad de su existencia, pues la esperanza de vida era para aquel tiempo de 70 años.

Es enero de 2021 y Sergio comienza la entrevista diciendo: “Me llamo Sergio García Zamora y próximamente cumpliré 35 años, como Dante Alighieri en medio del camino de la vida”. A los 35, Sergio ya tiene una obra consagrada como de una vida y media y su intención es de no detenerse.

“Yo estoy muy feliz con la vida de premios que he llevado, pero nunca se me quita de la mente que nuestro cubano mayor, José Martí, no ganó tantos premios literarios, apenas una medallita de estudiante era lo que llevaba sobre el pecho. Así que el premio pasa al día siguiente de haberlo ganado a ser una línea en el currículum, pero no una realidad en la página.”

Esa realidad, por la que decidimos levantarnos y plantarle cara a la hoja en blanco es, pensemos, lo que mueve a Sergio a devolvernos el mundo de otra manera: “No importan todos los premios que uno pierda, nada más que importan los que uno gane; entonces, lo difícil de verdad es escribir el libro”.

Lo difícil, lo relevante, lo imprescindible… 

Lea poemas de Sergio García Zamora en Isliada:

Mairyn Arteaga Díaz. San Cristóbal, Cuba, 1991.

Licenciada en Periodismo por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2014). Autora del libro La Isla de los confinados, crónicas narrativas sobre la comunidad japonesa cubana, Sed de Belleza Ediciones (2017). Uno de los textos del volumen, Abuelo Riséi, obtuvo mención en el Concurso de Periodismo Cultural, auspiciado por la revista El Caimán Barbudo en el año 2016.