El loco de los balcones

Resumen del libro: "El loco de los balcones" de

El loco de los balcones es una obra de teatro del escritor peruano Mario Vargas Llosa, publicada en 1993. La trama se centra en la figura de Ibsen Bravo, un fotógrafo obsesionado con la conservación de los balcones coloniales de Lima, que se enfrenta a la corrupción y la modernización que amenazan su patrimonio cultural. La obra es una crítica a la destrucción de la identidad y la memoria histórica de una ciudad, así como una reflexión sobre el papel del artista y el compromiso social.

La obra se divide en dos actos y nueve escenas, que alternan el presente y el pasado de los personajes. El primer acto se sitúa en 1990, cuando Ibsen Bravo regresa a Lima después de 20 años de exilio en París, donde se dedicó a la fotografía. Allí se reencuentra con su antiguo amor, Josefina, que ahora está casada con un empresario que planea demoler los balcones para construir un centro comercial. Ibsen intenta convencerla de que lo abandone y se una a su causa, pero ella lo rechaza. El segundo acto se remonta a 1970, cuando Ibsen era un joven idealista que lideraba un grupo de activistas que defendían los balcones con pintadas, manifestaciones y sabotajes. En esa época, conoció a Josefina, una periodista que se enamoró de él y lo apoyó en su lucha. Sin embargo, la represión del gobierno militar y la violencia de los grupos armados hicieron que Ibsen tuviera que huir del país, dejando atrás a Josefina y a su sueño.

El loco de los balcones es una obra que combina el humor, el drama y el romance, con un lenguaje ágil y coloquial. Los personajes son complejos y contradictorios, reflejando las tensiones sociales y políticas de una época convulsa. El autor utiliza el símbolo de los balcones como una metáfora de la belleza, la tradición y la resistencia frente al poder, el dinero y el olvido. La obra es un homenaje a la ciudad de Lima y a su historia, así como una denuncia de las amenazas que la acechan.

Libro Impreso

A Ricardo Blume

PERSONAJES

PROFESOR ALDO BRUNELLI, anciano

ILEANA, su hija

INGENIERO CÁNEPA

DIEGO, su hijo

Un BORRACHO

DOCTOR ASDRÚBAL QUIJANO

TEÓFILO HUAMANI

Los cruzados:

DOÑA ENRIQUETA

DOÑA ROSA MARÍA

RICARDO

PANCHÍN

EL VIEJO ESPLENDOR

El Rímac, en la Lima de los años cincuenta.

El barrio, corazón de la vida virreynal en el siglo XVIII, es ahora un distrito popular, de viejas casas convertidas en tugurios y conventillos que parecen hormigueros. Hay cantinas violentas, llenas de borrachos y gentes de mal vivir, y placitas recoletas y desmoronadas donde cuchichean las beatas y dormitan mendigos que huelen a pis. Las esquinas hierven de vagos y los faroles han sido pulverizados por pedradas de palomillas. Entre el presente de muros leprosos y fachadas descoloridas, aceras rotas y techos a medio encofrar, asoman, aquí y allá, huellas del extinto explendor[2]: iglesitas cuarteadas por los temblores, de altares churriguerescos; ventanas de hierro forjado; balcones con celosías; torrecillas moriscas; calles de piedras sin desbastar y esqueletos de mansiones convertidas en mercados, pensiones o comisarías cuyos huertos han degenerado en descampado y muladar.

El Rímac es un barrio forajido, ruinoso, mosquiento, promiscuo, muy vital. En sus arrabales se confinaron los esclavos libertos en el siglo XIX y fue, entonces, famoso —como, antes, por sus palacios, carrozas, alamedas y conventos— por sus fiestas de ritmos africanos, sus brujerías y supersticiones, sus hábitos morados, sus procesiones, sus orgías, sus duelos a cuchillo, sus serenatas y sus lenocinios. Aquí nació el criollismo y la mitología pasadista de Lima. Y, también, el vals criollo de guitarra, palmas y cajón; la replana, esotérica jerga local, la variante zamba de la marinera y la lisura, en sus dos acepciones de palabra malsonante y gracia de mujer.

Al Rímac vienen todavía, huyendo de la respetabilidad, los burgueses de la otra orilla del río hablador, a pasarse una noche de rompe y raja con morenos y mulatas. Cantan valses de la guardia vieja, bailan marineras, beben mulitas de pisco, pulsan la guitarra y tocan el cajón. En octubre, durante la feria, los domingos y otros días de corrida, no sólo la plaza de Acho, todo el barrio recobra por unas horas su protagonismo y tradición.

Ahora es el amanecer y el Rímac duerme, en una oscuridad tranquila, interrumpida por maullidos de gatos rijosos. Humedece el aire esa lluviecita invisible de Lima, la garúa.

Mal alumbrado por el farol de la esquina, dando prestancia a un muro encanallado de inscripciones, hay un balcón. En él, entregado a extrañas manipulaciones, se divisa a un viejecillo enteco y ágil, vestido a la manera de otros tiempos.

Al fondo de la calle, andando despacio para no perder el equilibrio, aparece la silueta de un borracho.

Se acerca, canturreando.

El loco de los balcones: Mario Vargas Llosa

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa. Nacido en Arequipa en 1936, es una figura destacada de la literatura hispanoamericana. Reconocido por su versatilidad, ha abordado géneros como la novela, el ensayo y el teatro con maestría. Su obra, galardonada con premios como el Nobel de Literatura en 2010 y el Cervantes en 1994, se caracteriza por su aguda mirada sobre la sociedad peruana y su estilo narrativo único.

En sus primeras obras, como "La ciudad y los perros" y "La casa verde", Vargas Llosa cautivó al público con su capacidad para explorar las complejidades del entorno peruano y la naturaleza humana. A lo largo de su carrera, ha continuado sorprendiendo con novelas emblemáticas como "La fiesta del Chivo" y "El sueño del celta", donde traslada sus tramas a otros países sin perder su perspectiva crítica y su estilo inconfundible.

Además de su prolífica carrera literaria, Vargas Llosa ha incursionado en la política y el periodismo. Desde sus simpatías juveniles con el comunismo hasta su posterior adhesión al liberalismo, su vida pública ha estado marcada por una serie de acontecimientos que han influido en su obra y su percepción del mundo.

Con una prosa magistral y una capacidad única para capturar la esencia de la condición humana, Mario Vargas Llosa continúa siendo una figura influyente en el panorama literario internacional, dejando un legado que perdurará por generaciones.