Tratado de la vida elegante

Resumen del libro: "Tratado de la vida elegante" de

El «Tratado de la vida elegante», publicado por Honoré de Balzac en 1830 para inaugurar la serie «Patología de la vida social», corazón «estético» de la Comedia Humana, constituye una de las piedras angulares del dandismo literario, prefigurando e inspirando la obra de autores tan reputadamente elegantes como Barbey d’Aurevilly o Charles Baudelaire. Rico en aforismos, anécdotas hilarantes, y cargado de un humor finísimo (el texto llega a incluir un encuentro ficticio con el príncipe de todos los dandis, el Bello Brummell, que tuvo que emigrar a Francia desde Inglaterra huyendo de sus fieros acreedores), este Tratado marca el camino que va desde el dandismo temprano de la Regencia inglesa al fecundo decadentismo artístico e intelectual de la Francia del XIX, y que desembocaría en la bohemia y en último término en Oscar Wilde. Este capítulo esencial en la historia del gusto estético en el vestir y en el comportarse nos llega, además, en magnifica traducción de Lluís Maria Todó.

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Nota del editor

El Tratado de la vida elegante fue publicado en el semanario La Mode, que dirigía Émile de Girardin, entre el 2 de octubre y el 6 de noviembre de 1830, en cinco entregas correspondientes a los cinco capítulos de la obra. Balzac había proyectado un sexto capítulo, en principio consagrado a los cosméticos, para el que pretendía contar con la ayuda del doctor Nacquart, pero finalmente no lo escribió jamás. El tratado, primera de las tres partes que conformarían la serie titulada Patología de la vida social, pertenece a los llamados «Estudios Analíticos» de la Comedia humana. La serie se completaría con la Teoría de los andares y el Tratado de los excitantes modernos, que se publicaron, respectivamente, en 1833 en el periódico L’Europe littéraire, y en 1839 como prólogo a la edición Charpentier de la Fisiología del gusto de Brillat-Savarin.

Émile de Girardin, uno de los creadores del periodismo francés moderno, introductor del folletín de novelas por entregas y de la publicidad en la prensa, conocedor del interés de Balzac por el fenómeno del dandismo (sorprendentemente, Balzac se consideraba a sí mismo un cultivador de la «vida elegante»), le había encargado la escritura de este tratado tras anunciarlo a bombo y platillo en Le Voleur, otro de los periódicos de su propiedad, que, curiosamente, debía su fama y su nombre a su costumbre de surtirse de las noticias publicadas por los periódicos de la competencia. El dandismo, movimiento que daría sus primeros pasos en el período de la Regencia, prefiguraría el Romanticismo literario de signo decadentista, y supondría una auténtica revolución social y cultural en la Europa de principios del siglo XIX, alcanzando su culmen en la figura de Charles Baudelaire. El movimiento, si es que cabe elevarlo a tal categoría, tuvo su máximo apóstol en el elegante por excelencia, el inglés George Bryan Brummell, apodado el Bello Brummell, «supremo autócrata de la opinión» para Barbey d’Aurevilly. Nieto de un tendero, con los años devino en árbitro de la moda y la elegancia en Inglaterra, hasta el punto de que se le considera el inventor del moderno traje de caballero. Amigo inseparable de juergas y francachelas del depravado rey Jorge IV de Inglaterra, el hijo del rey loco que perdió las colonias americanas, Brummell fue un mantenido durante años, hasta que en 1816 perdió el favor real y, poco después, abrumado por las deudas, tuvo que huir a Francia, donde moriría en 1840, arruinado y abandonado por todos, en un asilo para indigentes de Caen.

Bajo la égida de Brummell, la figura del dandi en Francia quedaría fijada por tres obras que serían fundamentales a la hora de entender el fenómeno del decadentismo en literatura: Sobre el dandismo y George Brummell, de Barbey d’Aurevilly (1845), esa piedra angular del modernismo que es El pintor de la vida moderna, de Charles Baudelaire (1863), y el texto que prefiguró a ambos, el Tratado de la vida elegante, de Honoré de Balzac, escrito pocos meses después de la muerte de Jorge IV, una muerte que significó el final del período de la Regencia y que serviría para instaurar, en cierto modo, una nueva visión del fenómeno desde la óptica continental. Balzac aborda su juicio sobre el dandismo enmascarándolo bajo el estilo tres à la mode del tratado científico (como ya demostraría en su Fisiología de la vida marital, de 1829). Aunque el antecedente directo de este Tratado de la vida elegante, en lo que a su formato se refiere, es la Fisiología del gusto, de Jean Anthelme Brillat-Savarin, cuya primera edición data de 1825, y que aborda el gusto gastronómico basándose en el humor, las anécdotas y la organización axiomática del material. Esa misma filosofía es la que anima a Balzac a la hora de retratar los usos estéticos de la sociedad francesa del primer tercio del XIX. A este propósito se consagra, de hecho, en la serie de estudios analíticos reunidos bajo el título de Patología de la vida social, que, según el plan de Balzac, deberían haber estado acompañados de la Fisiología de la vida marital, antes citada, así como de Pequeñas miserias de la vida conyugal, la Anatomía de los cuerpos educacionales y la Monografía sobre la virtud, aunque ni siquiera llegó a escribir estos dos últimos.

En el tintero quedarían, asimismo, un buen número de pequeños ensayos sobre la materia, como Fisiología del cigarro, Fisiología gastronómica, Fisiología del vestir y Estudio de las maneras a través del modo de colocarse los guantes.

Honoré de Balzac. (Tours, 20 de mayo de 1799 - París, 18 de agosto de 1850). Escritor francés de novelas clásicas que figura entre las grandes figuras de la literatura universal. Su nombre original era Honoré Balssa y nació en Tours, el 20 de mayo de 1799. Hijo de un campesino convertido en funcionario público, tuvo una infancia infeliz. Obligado por su padre, estudió leyes en París de 1818 a 1821. Sin embargo, decidió dedicarse a la escritura, pese a la oposición paterna. Entre 1822 y 1829 vivió en la más absoluta pobreza, escribiendo teatro trágico y novelas melodramáticas que apenas tuvieron éxito.

En 1825 probó fortuna como editor e impresor, pero se vio obligado a abandonar el negocio en 1828 al borde de la bancarrota y endeudado para el resto de su vida. En 1829 escribió la novela Los chuanes, la primera que lleva su nombre, basada en la vida de los campesinos bretones y su papel en la insurrección monárquica de 1799, durante la Revolución Francesa. Aunque en ella se aprecian algunas de las imperfecciones de sus primeros escritos, es su primera novela importante y marca el comienzo de su imparable evolución como escritor. Trabajador infatigable, Balzac produciría cerca de 95 novelas y numerosos relatos cortos, obras de teatro y artículos de prensa en los 20 años siguientes. En 1832 comenzó su correspondencia con una condesa polaca, Eveline Hanska, quien prometió casarse con Balzac tras la muerte de su marido. Éste murió en 1841, pero Eveline y Balzac no se casaron hasta marzo de 1850. Balzac murió el 18 de agosto de 1850.

En 1834 concibió la idea de fundir todas sus novelas en una obra única, La comedia humana. Su intención era ofrecer un gran fresco de la sociedad francesa en todos sus aspectos, desde la Revolución hasta su época. En una famosa introducción escrita en 1842 explicaba la filosofía de la obra, en la cual se reflejaban algunos de los puntos de vista de los escritores naturalistas Jean Baptiste de Lamarck y Étienne Geoffroy Saint-Hilaire.

Balzac afirmaba que así como los diferentes entornos y la herencia producen diversas especies de animales, las presiones sociales generan diferencias entre los seres humanos. Se propuso de este modo describir cada una de lo que llamaba "especies humanas". La obra incluiría 150 novelas, divididas en tres grupos principales: Estudios de costumbres, Estudios filosóficos y Estudios analíticos. El primer grupo, que abarca la mayor parte de su obra ya escrita, se subdivide a su vez en seis escenas: privadas, provinciales, parisinas, militares, políticas y campesinas. Las novelas incluyen unos dos mil personajes, los más importantes de los cuales aparecen a lo largo de toda la obra. Balzac logró completar aproximadamente dos tercios de este enorme proyecto.

Entre las novelas más conocidas de la serie figuran Papá Goriot (1834), que narra los excesivos sacrificios de un padre con sus ingratas hijas; Eugenia Grandet (1833), donde cuenta la historia de un padre miserable y obsesionado por el dinero que destruye la felicidad de su hija; La prima Bette (1846), un relato sobre la cruel venganza de una vieja celosa y pobre; La búsqueda del absoluto (1834), un apasionante estudio de la monomanía, y Las ilusiones perdidas (1837-1843). El objetivo de Balzac era ofrecer una descripción absolutamente realista de la sociedad francesa, algo fascinante para el autor. Sin embargo, su grandeza reside en la capacidad para trascender la mera representación y dotar a sus novelas de una especie de suprarrealismo. La descripción del entorno es en sus obras casi tan importante como el desarrollo de los personajes. Balzac afirmó en cierta ocasión que "los acontecimientos de la vida pública y privada están íntimamente relacionados con la arquitectura", y en consecuencia, describe las casas y las habitaciones en las que se mueven sus personajes de tal modo que revelen sus pasiones y deseos. Aunque los personajes de Balzac son perfectamente creíbles y reales, casi todos ellos están poseídos por su propia monomanía. Todos parecen más activos, vivos y desarrollados que sus modelos vivos, siendo esta superación de la vida un rasgo característico de sus personajes. Balzac convierte en sublime la mediocridad de la vida, sacando a la luz las partes más sombrías de la sociedad. Confiere al usurero, la cortesana y el dandi la grandeza de héroes épicos. Otro aspecto del extremado realismo de Balzac es su atención a las prosaicas exigencias de la vida cotidiana. Lejos de llevar vidas idealizadas, sus personajes permanecen obsesivamente atrapados en un mundo materialista de transacciones comerciales y crisis financieras. En la mayoría de los casos este tipo de asuntos constituyen el núcleo de su existencia. Así por ejemplo, la avaricia es uno de sus temas predilectos. Balzac demuestra en sus diálogos un extraordinario dominio del lenguaje, adaptándolo con sorprendente habilidad para retratar una amplia variedad de personajes. Su prosa, aunque excesivamente prolija en ocasiones, posee una riqueza y un dinamismo que la hace irresistible y absorbente. Entre sus numerosas obras destacan, además de las ya citadas, las novelas La piel de zapa (1831), El lirio del valle (1835-1836), César Birotteau (1837), Esplendor y miseria de las cortesanas (1837-1843) y El cura de Tours (1839); los Cuentos libertinos (1832-1837); la obra de teatroVautrin (1839); y sus célebres Cartas a la extranjera, que recogen la larga correspondencia que mantuvo desde 1832 con Eveline Hanska.