Escritoras Francesas

La invitada

Simone de Beauvoir

Simone de Beauvoir, una de las figuras más influyentes del existencialismo francés y del feminismo del siglo XX, presenta en su obra "La invitada" un retrato profundo de los dilemas morales y existenciales de sus personajes en el París de la primera mitad del siglo XX. En esta primera gran novela, De Beauvoir nos sumerge en un triángulo amoroso protagonizado por dos adultos y una joven, a través del cual explora temas como la libertad, la acción y la responsabilidad individuales, fundamentales en su obra. El escenario artístico y bohemio de París sirve de telón de fondo para la intrincada trama de relaciones interpersonales que De Beauvoir despliega magistralmente. La infidelidad y las complejas dinámicas de pareja se convierten en los vehículos a través de los cuales la autora expone las contradicciones y ambigüedades de la moral burguesa de la época. "La invitada" no solo fue un éxito inmediato, sino que también se ha consolidado con el tiempo como una obra fundamental que encapsula las grandes ideas que marcarían toda…

L’orco

George Sand

Amantine Aurore Dupin, conocida mundialmente como George Sand, fue una destacada escritora del siglo XIX cuyo espíritu rebelde y libertario permeó profundamente la literatura de su época. Su obra "L’orco", publicada en 1842, destaca por su habilidad para explorar los aspectos más oscuros de la condición humana y las complejidades de las relaciones interpersonales. En "L’orco", Sand nos sumerge en un ambiente sombrío y tormentoso desde el inicio, utilizando una narrativa vívida que atrapa al lector desde las primeras líneas. La trama gira en torno a un grupo de personajes reunidos bajo un emparrado en una noche de tormenta, donde la melancolía y la introspección dominan el ambiente. Es en este contexto que se desarrollan las profundas reflexiones sobre la naturaleza humana y los conflictos internos de los protagonistas. Uno de los aspectos más destacados de la novela es la caracterización de los personajes, especialmente de Beppa, quien se convierte en el foco central de la trama. Su compleja psicología y sus luchas internas son presentadas de manera magistral por…

El orco

George Sand

"Y cogiendo la mano del joven le llevó hacia la iglesia. Cuando éste sintió la mano fría de la desconocida estrechar la suya y la vio dirigirse con él hacia la oquedad sombría del pórtico, se acordó involuntariamente de las siniestras historias que había oído contar y, de pronto, transido de terror, se detuvo. La máscara se volvió y, fijando sobre el rostro sin color de su compañero una mirada escrutadora, le dijo:.."

El príncipe Fatal y el príncipe Fortuné

Jeanne Marie Leprince de Beaumont

"Al segundo príncipe, al que habían llamado Fortuné, todo le iba, al contrario, de maravilla. Su papá y su mamá lo amaban con locura y ya no se acordaban del mayor. La malvada mujer a la que se lo habían entregado, nada más llegar a su casa, le quitó las bellas ropas con las que iba vestido para ponérselas a uno de sus hijos que era de la edad que Fatal..."

Cuento de los tres deseos

Jeanne Marie Leprince de Beaumont

"-Soy un hada; prometo concederles las tres primeras cosas que deseen; pero tengan cuidado: después de haber deseado tres cosas, no les concederé nada más."

Una muerte muy dulce

Simone de Beauvoir

«No se muere de haber nacido, ni de haber vivido, ni de vejez. Se muere de algo. Saber que mi madre por su edad estaba condenada a un fin próximo no atenuó la horrible sorpresa. Un cáncer, una embolia, una congestión pulmonar: es algo tan brutal e imprevisto como un motor que se detiene en el aire. Mi madre alentaba al optimismo cuando impedida y moribunda afirmaba el precio infinito de cada instante; asimismo, su vano encarnizamiento desgarraba el velo tranquilizador de la superficialidad cotidiana. No hay muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural puesto que su sola presencia pone en cuestión al mundo. Todos los hombres son mortales: pero para todos los hombres la muerte es un accidente, y aun así la conocen y la aceptan, es una violencia indebida».

Las lavanderas nocturnas

George Sand

He aquí, en mi opinión, la más siniestra de las visiones del miedo. Es también la más difundida pues creo que se encuentra en todos los países...
Retrato de una mujer, llamada marquesa Perrin de Cypierre

La marquesa

George Sand

Casada a los dieciséis con un Marqués entrado en años, viuda a los dieciséis años y medio, la marquesa de R, tuvo una primera experiencia con el sexo opuesto negativa, que le llevó a despreciar a los hombres...
Las inseparables - Simone de Beauvoir

Las inseparables

Simone de Beauvoir

Escrita en 1954, cinco años después de la publicación de El segundo sexo, Las inseparables narra la amistad apasionada que une a Sylvie y a Andrée -alter ego de la propia Simone de Beauvoir y de Élisabeth Lacoin (Zaza)- desde que con nueve años se conocen en la escuela. Andrée es alegre, inteligente y atrevida, y Sylvie, una niña formal que se siente irremediablemente atraída por su personalidad arrolladora. Juntas aprenderán a librarse de las convenciones y las expectativas asfixiantes de su entorno, ignorantes del trágico precio que tienen la libertad y la ambición intelectual y existencial. Una historia catártica para la autora, tal vez demasiado reveladora para publicarla en vida, cuya recuperación -junto con algunas fotografías y cartas que sirven de testimonio- constituye un acontecimiento literario.
Retrato de Jean y Geneviève Caillebotte

Aurore y Aimée

Jeanne Marie Leprince de Beaumont

Había una vez una dama que tenía dos hijas. La mayor, que se llamaba Aurore, era bella como el día, y tenía un carácter bastante bueno. La segunda, que se llamaba Aimée, era tan bella como su hermana, pero era maligna, y sólo tenía talento para hacer el mal...
El tren a Burdeos - Marguerite Duras

El tren a Burdeos

Marguerite Duras

Una vez tuve dieciséis años. A esa edad todavía tenía aspecto de niña. Era al volver de Saigón, después del amante chino, en un tren nocturno, el tren de Burdeos, hacia 1930. Yo estaba allí con mi familia, mis dos hermanos y mi madre...