Relatos Norteamericanos

El porche

Herman Melville

Al este, ese largo campo de las colinas Hearth Stone, que se desvanece a lo lejos, hacia Quito. Cada otoño, un copillo blanco de algo indefinido mira de pronto, en las mañanas frías, desde el farallón más alto. Es la oveja recién creada por la estación, su vellocino más temprano; y luego el amanecer de Navidad...

El Gran Rostro de Piedra

Nathaniel Hawthorne

El Gran Rostro de Piedra, pues, era una obra de la naturaleza en su talante de majestuosa travesura, formada en la vertiente perpendicular de una montaña por unas inmensas rocas que habían caído juntas en una posición tal que, al ser contempladas a la distancia adecuada, se asemejaban precisamente al semblante humano...

La sirena

Ray Bradbury

Era una noche helada, como ya dije. El frío entraba en el faro, la luz iba y venía, y la sirena llamaba y llamaba entre los hilos de la niebla. Uno no podía ver muy lejos, ni muy claro, pero allí estaba el mar profundo moviéndose alrededor de la tierra nocturna, aplastado y mudo, gris como barro, y aquí estábamos nosotros dos, solos en la torre...

Sombra en la noche

Dashiell Hammett

"Un sedán con los faros apagados estaba parado en el arcén, más arriba del puente de Piney Falls. Cuando lo adelanté, una chica asomó la cabeza por la ventanilla y dijo:.."

Los hijos de la noche

Robert E. Howard

"Recuerdo que éramos seis los que estábamos en el extravagantemente decorado estudio de Conrad, con sus raras reliquias de todo el mundo y sus largas hileras de libros que abarcaban desde la edición de Mandrake Press de Boccaccio hasta un Missale Romanum, encuadernado con broches de madera de roble e impreso en Venecia, en 1740..."

Carcasona

William Faulkner

"Estaba tendido bajo una tira sin desenrollar de papel encerado, del que se emplea para reforzar los techos. Estaba tendido todo él, claro está, salvo esa parte que no padecía las injurias de los insectos ni de la temperatura, y que galopaba sin descanso a lomos del caballito sin destino, subiendo por una loma de plata apilada en los cúmulos, en la que los cascos no dejaban eco ni huella, hacia el precipicio azul que no alcanzaría nunca..."

Lilas

Kate Chopin

"Unas cabezas de cofias blancas aparecieron de repente en las ventanas; ella les hizo un saludo con el quitasol y el ramo de lilas. Sor Marceline y Sor Marie Anne aparecieron, revueltas y expectantes en la entrada..."

La sombra de Marko

Marguerite Yourcenar

"—Este país me excita, dijo el ingeniero. El muelle de Kotor y el de Ragusa son indudablemente las únicas desembocaduras mediterráneas de ese gran país eslavo que se extiende desde los Balcanes hasta los Urales..."

La sabana

Ray Bradbury

"Atravesaron el vestíbulo de su lujosa casa insonorizada cuya instalación les había costado treinta mil dólares, una casa que los vestía y los alimentaba y los mecía para que se durmieran, y tocaba música y cantaba y era buena con ellos..."

Aventura

Sherwood Anderson

"En Winesburg la joven antes amada se convirtió en mujer. Cuando cumplió veintidós años su padre, propietario de una tienda de reparación de guarniciones, murió repentinamente. El guarnicionero era un viejo soldado y, a los pocos meses, su mujer obtuvo su pensión de viudez..."

El hombre petrificado

Eudora Welty

"Estaba muy ridículo con ellos, claro, pero él se los ponía, se ponía los sombreros, así que le dijeron a la señora Pike que preferían que el niño no anduviera por allí molestando. En fin, aquí no podía molestar a nadie..."

Cortejo de invierno

Sarah Orne Jewett

"Protegida por este hombre y esta pistola, una gris mañana de viernes, a las puertas del invierno, la señora Fanny Tobin viajaba de Sanscrit Pond a North Kilby. Era una mujer mayor y de apariencia débil, pero con un brillo de inteligencia en los ojos, y estaba preocupada por su abundante equipaje y su propia seguridad..."

El mejor hombre

Edith Wharton

"—Oh, tu éxito… ¡Nadie lo celebra más que yo! —suspiró la señora Nimick, que siempre se sentía a sus anchas en clave emocional—. Yo me mantengo al margen. No hago ruido, no pido nada, pero ¡nadie impedirá jamás que me alegre de los triunfos de mi hermano…! Pase lo que pase..."

El tren de las cinco cuarenta y ocho

John Cheever

"No era una mujer inteligente; no sería difícil engañarla. Blake podía entrar en un taxi por una portezuela y, acto seguido, apearse por la otra. Podía pararse a hablar con un policía, o echar a correr, aunque tenía miedo de que echar a correr pudiera desencadenar la violencia que sin duda entraba en los planes de la mujer..."

La niña

Donald Barthelme

"He de reconocer que llegó a ser muy hábil. Si te acercabas a ella, adonde estaba jugando en el suelo, en las raras ocasiones en las que salía de su habitación, y tenía un libro abierto a su lado y te ponías a observarlo, parecía que estaba perfecto, pero, si lo mirabas con más detenimiento, te dabas cuenta de que a alguna hoja le habían arrancado una esquinita..."

¿De dónde viene la voz?

Eudora Welty

"Nunca lo había visto antes, nunca lo vi después, nunca vi su cara negra salvo en retratos, nunca vi su cara con vida, jamás en ningún lugar, ni quería, ni tenía que, ni nunca esperaba ver esa cara ni nunca lo haré. Mientras no empezara yo a dudar..."

La mañana verde

Ray Bradbury

"Se llamaba Benjamín Driscoll, tenía treinta y un años, y quería que Marte creciera verde y alto con árboles y follajes, produciendo aire, mucho aire, aire que aumentaría en cada temporada. Los árboles refrescarían las ciudades abrasadas por el verano, los árboles pararían los vientos del invierno..."

Dos soldados

William Faulkner

"Frío no hacía, pero la noche estaba más negra que nunca, y aquella carretera se extendía delante de mí como si al no usarla nadie se fuese a estirar hasta ser el doble de larga, como se estira uno al tumbarse, así que durante un buen rato pareció que cuando saliera el sol a mi espalda me iba a pillar mucho antes de haber recorrido las veintidós millas que me quedaban hasta Jefferson..."

Solo se ahorca una vez

Dashiell Hammett

"Era una mujer morena, alta, de ojos azules, de veinticuatro o veinticinco años, con buenos hombros y un cuerpo fuerte y esbelto. La calidez de sus facciones compensaba su falta de armonía. Vestía un pijama de raso azul de perneras anchas."

Ahí está ella, bañándose

Sherwood Anderson

"Ella está en casa bañándose y yo me he pasado todo el día sentado en mi despacho pensando en todo eso. Bajo tales circunstancias yo nunca tendría el valor de ir y bañarme tranquilamente. Admiro a mi esposa. Ja, ja..."