Instrucciones para un descenso al infierno

Resumen del libro: "Instrucciones para un descenso al infierno" de

«Instrucciones para un Descenso al Infierno» de Doris Lessing es una novela intrigante y evocadora que nos sumerge en un mundo surrealista y metafórico. La autora, ganadora del Premio Nobel de Literatura, demuestra una vez más su maestría en la exploración de la psique humana y su habilidad para entrelazar lo real y lo fantástico de manera magistral.

La trama sigue los pasos de un hombre condenado a vagar por el enigmático Mar de los Sargazos, quien encuentra refugio en una isla desolada habitada por seres antropomorfos. Es aquí donde descubre el misterioso cristal de luz que desencadena un viaje astral fascinante. A lo largo de este periplo, el protagonista se topa con seres mitológicos que lo conducen hacia un juicio inesperado. Este proceso, en el que se escruta su pasado como partisano en Yugoslavia, plantea cuestionamientos profundos sobre la naturaleza de la culpa, la redención y la propia identidad.

El relato, en apariencia fragmentado y enigmático, revela su verdadera naturaleza a medida que avanza. ¿Es acaso una odisea tangible o el fruto del delirio del catedrático Charles Watkins, confinado en un psiquiátrico? Esta ambigüedad es la fuerza motriz de la narrativa, invitando al lector a adentrarse en las capas de significado y a cuestionar la frontera entre la realidad y la fantasía.

Lessing despliega una prosa rica y evocadora, tejiendo una atmósfera onírica que envuelve al lector desde las primeras páginas. Su capacidad para crear escenarios tan palpables como abstractos es impresionante, lo que confiere a la novela una profundidad emocional y simbólica que perdura mucho después de la última página.

«Instrucciones para un Descenso al Infierno» se erige como una obra que desafía las convenciones narrativas, exigiendo al lector una participación activa en la interpretación de su trama y significado. A través de la dualidad entre la realidad y la ilusión, Doris Lessing nos invita a explorar las complejidades del alma humana y las intersecciones entre el tiempo, la memoria y la redención. Una obra de arte literaria que cautiva y conmueve, dejando una huella indeleble en el corazón del lector.

Libro Impreso

A mi hijo John,
amante de la mar

Si la insignificante gota de lluvia abriera su corazón,
contemplaríamos en su interior el fausto de cien mares.
En cada átomo, si miras atentamente,
verás miles de seres que razonan.
Mosquitos que compiten con elefantes.
Gotas minúsculas tan vastas como la corriente del Nilo.
En cada grano late un millar de cosechas.
El mundo entero está en el corazón de un grano de maíz.
En el ala de un mosquito se halla el universo.
En ese punto espacial en que giran los cielos.
En ese lugar insignificante dentro del corazón
donde descansa el Amo y Señor de los mundos.
Allí dentro se vislumbran dos mundos convergentes…

MAHMUD SHABISTARI, sabio del siglo XIV
Es nuestra rosaleda

… este minúsculo mundo de granos de arena es también el mundo de seres increíblemente diminutos que nadan en la membrana líquida que rodea cada grano como peces en los océanos de la esfera terrestre. Entre la fauna y la flora del agua capilar hay animales y plantas unicelulares, motas de agua, crustáceos, insectos y larvas de gusanos infinitamente pequeños que viven, mueren, se desplazan, se alimentan, respiran y se reproducen en un mundo tan insignificante que escapa a nuestros sentidos, un mundo en que la gota minúscula de agua que separa un grano de arena de otro semeja un mar vasto y profundo.

RACHEL CARSON, bióloga marina del siglo XX
The edge of the sea

HOSPITAL CENTRAL

HOJA DE ADMISIÓN

Viernes, 15 de agosto de 1969

NOMBRE: ……… Desconocido

SEXO: ………… Varón

EDAD: ………… Desconocido

DOMICILIO: ……… Desconocido

OBSERVACIONES GENERALES:

… A medianoche la policía encontró al Paciente vagabundeando por el Embankment, cerca del puente de Waterloo. Se lo llevaron a comisaría pensando que estaba borracho o drogado. Según su informe, el Paciente «divaga constantemente, está confundido y muestra una actitud dócil». Lo trajeron a las tres en ambulancia. Mientras se formalizaba su ingreso, el Paciente trató varias veces de tumbarse sobre la mesa del despacho. Aparentemente, creía que era una barca o una balsa. La policía investiga en puertos, barcos, etc. El Paciente iba bien vestido, aunque no se había cambiado de ropa desde hacía algún tiempo. No parecía tener mucha hambre o sed. Llevaba pantalones y un jersey, pero no portaba documentos, ni cartera, ni dinero, ni identificación alguna. La policía cree que fue víctima de un atraco. Es un hombre educado. Se le administraron dos cápsulas de Librium pero no se durmió. Hablaba en voz alta. Fue trasladado a la pequeña sala de observación pues molestaba a los demás pacientes.

ENFERMERA DE NOCHE. 6 a.m.

El Paciente ha estado despierto todo el día, divagando y alucinando, excitado. Dos cápsulas de Librium cada tres horas. No tenemos información de la policía. Se han llevado la ropa, aunque es improbable que les sirva para averiguar algo sobre él: el jersey, la camisa y la ropa interior son de unos grandes almacenes. Los pantalones, italianos. El Paciente está todavía convencido de que se encuentra en una especie de travesía. La policía piensa que quizás es un aficionado a la vela o el propietario de un velero.

DOCTOR Y. 6 p.m.

Necesito viento. Un viento fuerte y favorable. El aire está en calma. La corriente debe de fluir a una velocidad considerable. Sí, pero no la siento. ¿Dónde está mi brújula? Se perdió hace días, ¿no lo recuerdas? Necesito viento, un viento fuerte y favorable. Silbaré para que venga uno. Silbaría si le hubiera pagado al flautista. Un viento del este, que sople con fuerza contra mi espalda, sí. ¿Estaré tal vez aún demasiado cerca de la costa? ¿Después de tantos días en el mar, demasiado cerca de la costa? Quién sabe, quizá la corriente me ha empujado hacia tierra otra vez. Oh no, no, probaré a remar. Los remos han desaparecido, ¿no te acuerdas? Los perdiste hace días. No, debes de estar más cerca de tierra de lo que piensas. Las islas de Cabo Verde estaban a estribor… ¿cuándo? La semana pasada. ¿La semana qué? No era pesada, era mi mujer. El mar está más salado aquí que en la orilla. Un mar salado, salado; la espuma se eleva pulverizada de las mandíbulas de los caballos a las mías. En mi rostro, gruesas costras de sal. La saboreo. Lágrimas, agua del mar. Saboreo la sal del mar. Del desierto. El mar desierto. Caballos marinos. Dunas. El viento, al soplar, arranca la arena de la cresta de las dunas, retuerce los rizos de las olas. La arena se mueve, se mece y forma olas, pero más despacio. Despacio. El ojo que calculase el paso al que avanzan los caballos de arena, del mismo modo que yo observo el galope arrollador de los caballos marinos, sería un ojo como es debido. Un ojo. Enojo. Quizá si me arrojo sobre un caballo, pueda cabalgar sobre él; sobre un caballo marino, no sobre un caballo de arena, ya que mi plano temporal es humano y los desiertos pertenecen a Dios. Algunos montan delfines. Muchos lo han atestiguado. Tal vez abandone mi zozobrante balsa y me agarre al cuello de un caballo marino para que me lleve hasta Jamaica, al encuentro de la Nancy del pobre Charlie, o, si la corriente me empuja finalmente hacia el sur, hasta la costa donde aguarda el ave blanca.

Vueltas y vueltas y vueltas doy, de la costa de los Diamantes a las islas Canarias, cruzo de una zambullida el trópico de Cáncer y tuerzo el rumbo hacia arriba, gritando a las Antillas, que se encuentran a babor, donde Nancy espera a su pobre Charlie, y más vueltas, evitando el mar de los Sargazos a estribor, con la floreciente Florida a babor, y vueltas y más vueltas, dejándome arrastrar por la corriente del Golfo, y continúo mi trayecto circular, con las Azores a la vuelta de mi codo, y hacia abajo, más allá de las costas de Portugal donde mi Conchita me espera, paso por Madeira, paso por las Canarias, siempre de paso, me dirijo de nuevo hacia la costa de los Diamantes, y vueltas y más vueltas una y otra vez, para siempre jamás, a menos que la corriente me lleve hacia el sur. Pero esta corriente jamás me llevará al sur, no. Las corrientes siguen un recorrido fijo, inexorable, como las líneas de autobús. La corriente dextrorsa de los mares del Norte debe arrastrarme, arrastrarme, a menos que… sí. Quizás Ellos me desvíen un poco; sí, lo harán, dirigiéndome con una pequeña pluma de sus alas blancas, estabilizando mi rumbo hacia el sur, protegiéndome mientras atravieso las corrientes impetuosas, por no decir furiosas, que discurren a ambos lados del Ecuador, y entonces, sano y salvo, encontraré la Ecuatorial del Sur al fin, al fin, y a salvo de todos los Sargazos, Escilas y Caribes, me deslizaré ágil y ligero, transportado por las dulces corrientes del sur a lo largo de las costas de las tierras altas brasileñas hacia las aguas de la Paz. Pero necesito viento. La sal está agrietando los maderos, y la vieja balsa se bambolea con el oleaje, y yo estoy enfermo. Estoy lo bastante enfermo para morirme. Así que adelante, compañeros, adelante… No, ya no están; todos han muerto, me ataron a un mástil y una ola gigantesca los barrió y los alejó de mí, y yo estoy solo, sujeto y atado a la corriente Ecuatorial del Norte, sin un puerto donde recalar y a merced de un mar agitado.

Instrucciones para un descenso al infierno: Doris Lessing

Doris Lessing. Nacida como Doris May Tayler en Kermanshah el 22 de octubre de 1919, y fallecida en Londres el 17 de noviembre de 2013, se alza como una figura emblemática de la literatura británica del siglo XX. Ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2007, Lessing exploró en sus más de cuarenta obras una narrativa que fusiona sus vivencias africanas con su compromiso feminista, marxista, anticolonialista y pacifista.

Su infancia en Persia y juventud en la deslumbrante Rodesia del Sur (actual Zimbabue) forjaron su mirada crítica hacia la discriminación racial, tema recurrente en sus novelas. La pentalogía "Hijos de la violencia" destaca por narrar el desplome del sistema colonial y abordar la condición de la mujer y del artista en el siglo XX.

Lessing, a pesar de su formación autodidacta, se sumergió en una amplia gama de géneros, desde la ciencia ficción con la serie "Canopus en Argos" hasta la novela psicológica y existencial en "El cuaderno dorado", su obra más conocida y emblemática del feminismo. Su incursión en el seudónimo Jane Somers con obras como "Diario de una buena vecina" subraya su preocupación por las dificultades de los escritores jóvenes.

Comprometida con ideas liberales, recibió innumerables premios, incluido el Premio Nobel de Literatura en 2007, destacando por su capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina. Su legado literario, impregnado de escepticismo, pasión y fuerza visionaria, la consagra como una autora multifacética y esencial en el panorama literario mundial.