Cuentos

El regalo de los Reyes Magos

O. Henry

Un dólar y ochenta y siete centavos. Eso era todo. Y setenta centavos estaban en céntimos. Céntimos ahorrados, uno por uno, discutiendo con el almacenero y el verdulero y el carnicero hasta que las mejillas de uno se ponían rojas de vergüenza ante la silenciosa acusación de avaricia que implicaba un regateo tan obstinado. Delia los contó tres veces...

El capote

Nikolái Gógol

En el departamento ministerial de **F; pero creo que será preferible no nombrarlo, porque no hay gente más susceptible que los empleados de esta clase de departamentos, los oficiales, los cancilleres..., en una palabra: todos los funcionarios que componen la burocracia...

Bola de Sebo

Guy de Maupassant

Durante muchos días consecutivos pasaron por la ciudad restos del ejército derrotado. Más que tropas regulares, parecían hordas en dispersión. Los soldados llevaban las barbas crecidas y sucias, los uniformes hechos jirones, y llegaban con apariencia de cansancio, sin bandera, sin disciplina...

El fantasma de Canterville

Oscar Wilde

Cuando el señor Hiram B. Otis, el ministro de Estados Unidos, compró Canterville-Chase, todo el mundo le dijo que cometía una gran necedad, porque la finca estaba embrujada...

La mujer del boticario

Antón Chéjov

La pequeña ciudad de B***, compuesta de dos o tres calles torcidas, duerme con sueño profundo. El aire, quieto, está lleno de silencio. Solo a lo lejos, en algún lugar seguramente fuera de la ciudad, suena el débil y ronco tenor del ladrido de un perro. El amanecer está próximo...

El extraño

H. P. Lovecraft

Infeliz es aquel a quien sus recuerdos infantiles sólo traen miedo y tristeza. Desgraciado aquel que vuelve la mirada hacia horas solitarias en bastos y lúgubres recintos de cortinados marrones y alucinantes hileras de antiguos volúmenes, o hacia pavorosas vigilias a la sombra de árboles descomunales y grotescos, cargados de enredaderas, que agitan silenciosamente en las alturas sus ramas retorcidas...

El guardavía

Charles Dickens

—¡Eh, oiga! ¡Ahí abajo! Cuando oyó la voz que así lo llamaba se encontraba de pie en la puerta de su caseta, empuñando una bandera, enrollada a un corto palo. Cualquiera hubiera pensado, teniendo en cuenta la naturaleza del terreno, que no cabía duda alguna sobre la procedencia de la voz; pero en lugar de mirar hacia arriba...

Los crímenes de la calle Morgue

Edgar Allan Poe

Las características de la inteligencia que suelen calificarse de analíticas son en sí mismas poco susceptibles de análisis. Sólo las apreciamos a través de sus resultados. Entre otras cosas sabemos que, para aquel que las posee en alto grado, son fuente del más vivo goce...

Revolicuento.com

Rafael Grillo

Qué tipo con suerte ese Ladislao Adalberto Díaz Llanes. Tomen nota de que apenas con 28 años, y ya tiene 8 libros de narrativa publicados bajo sus nombres y apellidos completos

Crónica de un año en la Isliada

Isliada Editores

230 textos publicados y leídos por visitantes de 90 países, según las estadísticas. “Una vitrina necesaria para las producciones más actuales de la literatura cubana”, dicen los autores cubanos

Archivo

Dazra Novak o la reservada publicidad de los cuerpos

Rafael de Águila

En la literatura de de esta autora se agitan, en browniano orden, actitudes, situaciones, pensamientos, deseos, frustraciones, modus vivendi (y operandi) enraizados en ciertos sectores de la vida del aquí y el ahora

Lectura para quedarse en La Habana

Leopoldo Luis

La autora de los trece relatos que integran el volumen Cuentos para huir de La Habana no es Zulema de la Rúa Fernández, una enfermera —en realidad una Licenciada en Enfermería— que apenas rebasa los 30 años, a quien no me he topado nunca en una peña literaria (de esas que tienen lugar cada semana en cualquier rincón de la ciudad) y a quien mucho menos he visto aparecer en una revista (reseñada por algún periodista importante) o en la terraza de tertulias del vespertino Hola, Habana, al que tantos artistas glamurosos acuden para promocionar su obra.

Café, el Sena, sombrillas y Emerio Medina

Rafael de Águila

Alguna vez escuché decir que Emerio Medina era un narrador lleno de trucos. No alcancé a saber qué podría significar aquello. Por aquel entonces no había leído yo sus libros. Ahora, después de leer Café bajo sombrillas junto al Sena, Premio UNEAC de Cuento 20091, puedo decir que Emerio Medina es un narrador lleno de oficio.

Escritura maravillosa

Javier Rabeiro Fragela

¿Qué es Ne me quitte pas? ¿Un libro de cuentos? ¿Poemas enmascarados de belleza? ¿Setenta y seis páginas de narrativa delirante? Ne me quitte pas, libro de cuentos de Legna Rodríguez Iglesias, premiado en el Concurso Calendario 2009 y publicado por la Casa Editora Abril en el 2010 es más que un libro. Resalta por su originalidad estilística y selección de temas. Hace que el lector permanezca muchos minutos con la boca abierta.

Un cuento para el Premio Cortázar

Rafael Grillo

Esta vez sí tenía escrito un cuento que me parecía bueno. Fíjense: es la historia no de un triángulo sino de un cuadrilátero amoroso. En el vértice protagónico coloqué a Karla, muchacha que se empareja, sucesivamente, con los ocupantes de los otros vértices: tres hermanos que llevan todos el Carlos y un segundo nombre.

Entre dos (o tres) anda el cuento

Rufo Caballero

La escritura en Cuba padece una cierta jactancia de totalidad. Tal vez por lo mismo de explicarse el devenir de un pueblo joven, nuestra literatura trata de ser siempre cósmica a propósito de la Isla, su historia, sus fundamentos. Pero el ademán fundamentalista pasa a veces de cósmico a cómico.

En menudos pedazos

Jorge Ángel Pérez

Cuando Ramón queda conforme con el cierre de un negocio aprieta bien los ojos, respira fuerte y levanta su brazo derecho, sonríe mirando los dedos tan abiertos, los que forman, como dice, cuatro uves de Victoria. Ramón sonríe y se persigna...

Elementos comunes

Yonnier Torres

El agua mancha la ciudad. La gente cruza la calle con bolsas de nylon atadas a la cabeza…

Semana Negra de Isliada

Disles que no me maten

Lorenzo Lunar Cardedo

Es probable que usted no haya leído mi primera novela policiaca. La tirada fue apenas de dos mil ejemplares y eso, en un país donde todo el mundo sabe leer y escribir, es apenas una gota de agua en el mar; sobre todo si se tiene en cuenta que me gasté todo el dinero de mis derechos de autor en comprar la edición casi completa...