Algún día
Isaac Asimov
Niccolo Mazetti estaba tumbado boca abajo sobre la alfombra, con la barbilla apoyada en su pequeña mano, y escuchaba desconsoladamente al Narrador. Había incluso sospecha de lágrimas en sus ojos oscuros, un lujo que un muchacho de once años únicamente podía permitirse estando solo...
Una mano sobre las aguas
William Faulkner
Los dos hombres siguieron el sendero que corría entre el río y la espesa cortina de cipreses, cañaverales, gomeros y zarzas. Uno de ellos llevaba una bolsa de arpillera que había sido aparentemente lavada y planchada. El otro era un joven de menos de veinte años, a juzgar por su rostro. El río estaba bajo, con el nivel propio de mediados de julio...
Sally
Isaac Asimov
Sally bajaba por la carretera que conducía al lago, de modo que le hice una seña con la mano y la llamé por su nombre. Siempre me ha gustado ver a Sally. Me gustan todos, entiendan, pero Sally es la más hermosa del lote. Indiscutiblemente...
El joven Goodman Brown
Nathaniel Hawthorne
El joven Goodman Brown salió a la calle de la aldea de Salem cuando el sol se ponía. Pero después de cruzar el umbral introdujo de nuevo la cabeza para cambiar besos de despedida con su reciente esposa. Y Fe, como tan apropiadamente se llamaba, sacó a su vez su linda cabecita, permitiendo que el viento jugara con las cintas rosadas de la cofia mientras llamaba a Goodman Brown...
Mañana
William Faulkner
No siempre tío Gavin desempeñó su cargo desde que lo designaron fiscal del distrito. En una oportunidad, hacía ya más de veinte años, interrumpió sus funciones durante un lapso muy breve, tan breve que solo los viejos lo recordaban y, aun así, muchos de ellos lo habían olvidado. Porque en esa época le tocó actuar solamente en un caso, como abogado...
Círculo vicioso
Isaac Asimov
Uno de los tópicos favoritos de Gregory Powell era que nada se adelantaba poniéndose uno nervioso. Así, cuando Mike Donovan bajó dando brincos la escalera, con el cabello enmarañado por el sudor, él se limitó a fruncir el ceño...
Humo
William Faulkner
Anselm Holland llegó a Jefferson hace muchos años. De dónde, nadie lo sabía. Pero era joven entonces, y un hombre de variados recursos, o por lo menos, de presencia, porque antes de que hubieran transcurrido tres años estaba casado con la única hija de un hombre que poseía dos mil acres de las mejores tierras del distrito...
El emisario
Ray Bradbury
Supo que había llegado de nuevo el otoño, porque Torry entró retozando en la casa, trayendo con él un refrescante olor a otoño. En cada uno de sus perrunos rizos negros llevaba una muestra del otoño: tierra húmeda, con la humedad peculiar de aquella estación, y hojas secas, color de oro pajizo. El perro olía exactamente igual que el otoño...
La capital del mundo
Ernest Hemingway
Hay en Madrid infinidad de muchachos llamados Paco, diminutivo de Francisco. A propósito, un chiste de sabor madrileño dice que cierto padre fue a la capital y publicó el siguiente anuncio en las columnas personales de El Liberal:..
Demasiados han vivido
Dashiell Hammett
La corbata del hombre eran tan naranja como una puesta de sol. Se trataba de un individuo robusto, alto y puro músculo. El pelo oscuro con raya al medio y pegado al cuero cabelludo, las mejillas firmes y carnosas, la ropa que ceñía su cuerpo con evidente comodidad, e incluso las orejas, pequeñas y rosadas, adheridas a los lados de la cabeza...
Levitación
Joseph Payne Brennan
"El Circo Ambulante Morgan llegó a Riverville para dar una función de noche, y plantó sus tiendas en el parque situado en uno de los extremos del pueblo. Era un cálido atardecer de primeros de octubre, y a eso de las siete una gran multitud se había congregado ante la barraca principal del Circo, dispuesta a divertirse..."
Tandy
Sherwood Anderson
¿Qué harías si un desconocido te pusiera un nombre y te dijera que debes ser una persona especial? Eso le ocurre a Tandy, una niña que vive con su padre agnóstico en un pueblo aislado. El nombre y las palabras del forastero la acompañarán toda su vida, mientras intenta encontrar su lugar y su propósito en un mundo que parece no tener sentido. Tandy es uno de los cuentos más conmovedores de Sherwood Anderson, el maestro del relato breve americano. Un cuento que explora los temas de la soledad, la fe y el destino con una prosa sencilla y profunda.
El desierto
Ray Bradbury
Oh, el día feliz al fin ha llegado… Era la hora del crepúsculo y Janice y Leonora preparaban infatigablemente el equipaje, entonando canciones, comiendo algún bocado, y animándose mutuamente. Pero no miraban la ventana, donde se apretaba la noche, y las estrellas eran brillantes y frías...
El sacerdote
William Faulkner
Había casi terminado sus estudios eclesiásticos. Mañana sería ordenado, mañana alcanzaría la unión completa y mística con el Señor que apasionadamente había deseado. Durante su estudiosa juventud había sido aleccionado para esperarla día tras día...
La forma de las cosas
Truman Capote
"Una mujer menuda, blanca, el pelo con permanente, recorrió balanceándose el pasillo del vagón restaurante y se acomodó en un asiento al lado de una ventanilla. Terminó de escribir a lápiz su pedido y dirigió una mirada miope, a través de la mesa, a un infante de marina de mejillas coloradas y a una chica con la cara en forma de corazón..."
El escritor de la familia
E. L. Doctorow
"En 1955 murió mi padre estando aún viva su anciana madre en un sanatorio particular. La vieja señora tenía ya noventa años y ni siquiera se había enterado de la enfermedad de su hijo. Temiendo que la noticia acabara con ella, mis tías le dijeron que mi padre se había ido a Arizona por causa de su bronquitis..."
Besaste a Lilly
Charles Bukowski
"Era un miércoles por la noche. La televisión no estuvo interesante. Theodore tenía cincuenta y seis años. Su mujer, Margaret, cincuenta. Llevaban veinte años casados y no tenían hijos. Ted apagó la luz. Se desperezaron en la oscuridad..."
El niño del hotel
John O'Hara
"Mi primer encuentro con Raymond tuvo lugar más o menos una semana después de llegar a aquella ciudad extraña. Bajaba en el ascensor, pensando en el amor y en la muerte, cuando sentí como si me arrancaran las entrañas y la cabina se paró en el piso octavo. El ascensorista abrió la puerta y un niño de unos siete u ocho años apareció en el umbral y dijo..."
Lily Daw y las tres damas
Eudora Welty
La señora Watts y la señora Carson estaban en la oficina de correos de Victory cuando llegó la carta del Instituto Ellisville para Débiles Mentales de Mississippi. Aimee Slocum, aún con L toda la correspondencia en la mano, se adelantó corriendo y entregó la carta a la señora Watts; la leyeron las tres a la vez...
Adiós, hermano mío
John Cheever
La nuestra es una familia que siempre ha estado muy unida espiritualmente. Nuestro padre se ahogó por accidente navegando a vela cuando éramos muy jóvenes, y nuestra madre siempre ha insistido en el hecho de que nuestras relaciones familiares poseen una estabilidad que nunca volveremos a encontrar...