Antropología Collins

Resumen del libro: "Antropología Collins" de

Las lecciones de Kant tienen muchas veces la virtud de iluminar aspectos oscuros, controvertidos, del «corpus» critico que finalmente entrego a la imprenta, en la justa medida en que constituye en buena parte de su paciente, laboriosa y ¿también? vacilante génesis. Es el caso de las que impartió en el semestre de invierno del curso 72-73, conocidas como «Antropología Collins» por el nombre de su transcriptor más temprano, y que propician una cierta lectura de la compleja doctrina kantiana de las facultades, para la que es de la mayor importancia la distinción entre el análisis crítico-trascendental de sus límites y alcance, por un lado, y el estudio pragmático-antropológico, por otro, del uso que el hombre puede de hacer de ellas en el mundo, con el que tal vez desarrolle lo que en principio son ¿tanto y a la vez tan poco? meras potencialidades. «La ciencia del hombre (¿anthropologia?) guarda semejanza con la fisiología del sentido externo en la medida en que en ambas los fundamentos del conocimiento proceden de la observación y la experiencia. Nada parece más interesante para el hombre que esta ciencia, y no obstante ninguna otra se encuentra más desatendida. La culpa recae probablemente en la dificultad de tal clase de observaciones, como también en la curiosa ilusión que nos lleva a creer que conocemos aquello con lo que estamos habituados a tratar. […] Otra causa bien puede ser la siguiente: que presumimos que no vamos a encontrar nada demasiado halagüeño una vez que hayamos emprendido el difícil descenso a los infiernos que es el conocimiento de sí mismo. (¿Antropología Collins, Prolegómenos?)»

Libro Impreso

LAS ANTROPOLOGÍAS DE KANT

Cualquier lector de Kant que haya pasado en alguna ocasión por la Antropología en sentido pragmático recordará bien una nota de su prólogo en la que se explica la génesis de esta curiosa obra. La cito aquí por extenso: «Entre mis trabajos de filosofía pura, emprendidos en un principio libremente, obligatorios más tarde para mí como un deber profesional, he impartido durante unos treinta años dos cursos referentes al conocimiento del mundo: Antropología (en el semestre de invierno) y Geografía física (en el de verano), a los cuales, como lecciones populares, encontraron oportuno asistir también otras clases de público. Del primero procede el presente manual; publicar del segundo otro igual, sacándolo del manuscrito usado por mí como texto, e ilegible para cualquier otro, apenas me será posible dada mi edad». Pues bien, debido a un cúmulo de vicisitudes históricas (relativas en parte a la intrahistoria de la transmisión de los textos kantianos, pero también relacionadas con la convulsa historia de Europa en el siglo XX), lo cierto es que hasta una fecha bastante reciente si bien disponíamos de una edición crítica de los cursos dedicados a la geografía física, sin embargo nuestro conocimiento de la antropología kantiana anterior a 1798 era bastante limitado; si obviamos algunos antecedentes parciales, como pueden serlo el Tratado sobre las enfermedades de la cabeza o las Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime, se restringía de hecho a una serie de notas manuscritas para las lecciones dictadas en los años 70 y 80 que conocemos como Entwürfe zu dem Colleg über Anthropologie (algo así como «Bosquejos para las clases de antropología») y que, debido a lo fragmentario del texto, hacían muy difícil su estudio. De este modo, pese a que contábamos con materiales suficientes para un estudio sistemático del papel y función de la antropología en el pensamiento de Kant, pues aparte de la obra publicada disponíamos también de una serie de indicaciones importantes a ese respecto diseminadas en sus escritos y cartas, nos faltaban sin embargo los textos para un estudio genético de la antropología kantiana que nos permitiese entender la evolución de la disciplina a lo largo de los años. Con la publicación en 1997 del volumen XXV de las obras completas de Kant en la conocida edición de la Academia de Ciencias de Berlín viene a llenarse esta importante laguna de los estudios kantianos.

Los editores de la Academia, los profesores Reinhardt Brandt y Werner Stark, recogen y ordenan en él la ingente cantidad de textos que, como apuntes o notas de clase, generó la antropología kantiana en sus cerca de treinta años de vida. A diferencia de los mencionados Collegentwürfe, no se trata de textos de primera mano, sino simplemente de notas manuscritas de los asistentes a las lecciones, que en ningún momento fueron revisadas o autorizadas por el propio Kant. Hecho este que aconseja aproximarse a los textos con cierta prevención, como fuentes indirectas. Sin embargo, conviene tener en cuenta también que la circulación de este tipo de manuscritos debió estar bastante extendida en la época, e incluso profesionalizada en alguna medida, principalmente cuando se trataba de lecciones no regulares, y por tanto exoneradas de la obligación de atenerse a la lectura y comentario de un manual reconocido (como sí ocurría, por ejemplo, con las lecciones de lógica o metafísica, para las que el propio Kant tomaba como texto de referencia la obra de Baumgarten). Lo que parece seguro, dada la relativa abundancia de manuscritos, es que estas lecciones debieron tener muy buena acogida entre sus contemporáneos y que contribuyeron en mucho a extender por toda Europa la fama del profesor Kant.

Las lecciones se agrupan según los distintos períodos en que fueron dictadas, de modo que un simple vistazo al volumen de la Academia berlinesa nos permite percatarnos de un hecho relevante, y es que comenzando en una fecha tan temprana en la producción de Kant como es el año 1772 (téngase en cuenta que la famosa disertación sobre Los principios formales del mundo sensible y del inteligible que le habilitaba para la cátedra de lógica y metafísica se conoce comúnmente como disertación de 1770) se van sucediendo a lo largo de todo el período de gestación de la primera crítica (que vio la luz en su primera edición en 1781) y prosiguen hasta 1789, un año antes de la publicación de la Crítica del juicio, sin que tengamos noticia de que se interrumpiesen en ningún momento antes de que Kant se retirase definitivamente de la vida docente cerca de finales de siglo. De este modo, las lecciones de antropología que, por el nombre de los primeros editores del texto, conocemos como Collins y Parow anteceden en aproximadamente diez años a la primera crítica, y los manuscritos de Friedländer y Pillau en unos cinco y tres años respectivamente; el manuscrito que Brandt y Stark denominan Menschenkunde sería coetáneo de la primera crítica, el de Mrongovius coincidiría en el tiempo con la redacción de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres y sería escasamente anterior a la publicación de la segunda edición de la Crítica de la razón pura; por fin el manuscrito de Busolt sería contemporáneo de la Crítica de la razón práctica y anterior por poco tiempo a la Crítica del juicio. Así, jalonados estos años de intensa labor intelectual por la publicación de cada una de las obras mayores de Kant, no deja de ser cierto que, aunque sea en un segundo plano y en cierto modo eclipsado por las obras críticas, persiste su interés por la disciplina, y que la publicación de la Antropología en sentido pragmático, sin llegar a formar parte explícitamente de ninguna totalidad sistemática junto con la crítica de la razón, sin embargo todavía conserva un espacio epistemológico propio a la altura de 1798.

Por otra parte, si uno compara los índices de la primera lección de antropología y de la fijación final del texto por parte de Kant en el año 98, no deja de llamar la atención la similitud de las temáticas abordadas e incluso de los títulos de los parágrafos. Cierto que en el texto de Collins a la antropología todavía no se le da el epíteto de pragmática, pero si por pragmática hemos de entender una disciplina que «debe completar los conocimientos de la escuela» (cf. el prólogo a la Antropología en sentido pragmático) dotándolos de un uso para el mundo, entonces la antropología de 1772 no está muy lejos de ello cuando afirma en su prólogo que su conocimiento, el conocimiento del mundo, «evita que la erudición derive en pedantería». Cierto también que faltan las divisiones de los libros en didáctica antropológica y característica, pero uno perfectamente puede localizar en el texto las mismas particiones (nosotros lo hemos hecho así en nuestra versión) y reconocer los parágrafos dedicados a cada una de ellas.

Si esto es así, si el cuerpo de la antropología, al menos en un plano formal, es fundamentalmente el mismo en 1772 y en 1798, la pregunta es obligada: ¿qué relación existe entre la crítica de la razón y el conocimiento del hombre? Si una no remplaza o no evacúa a la otra, ¿cómo conviven? En principio, uno esperaría que la propia crítica de la razón, o tanto es decir la ciencia del alcance y los límites de nuestras facultades superiores de conocimiento, diese ya por sí sola cumplida cuenta del conocimiento del hombre, haciendo innecesaria una antropología, que para complicar más las cosas vuelve a visitar los mismos lugares roturados por la crítica, ocupándose como se ocupa de la facultad de conocer, del sentimiento de placer y displacer y de la facultad de desear. ¿Es la antropología tan solo una vulgata de la crítica, un texto popular dirigido a quien, enfangado en sus propios quehaceres intelectuales o profesionales, no se interesa por la filosofía trascendental, pero ha menester no obstante de una orientación por parte de la facultad de filosofía sobre qué sean el hombre y el mundo? ¿O por el contrario la relación entre ambos planos de discurso es sistemática e interna a la propia filosofía? Si bien estas cuestiones son de mucho interés para quien estudia la filosofía de Kant, aquí no podemos abordarlas con el rigor necesario, pues hacerlo nos alejaría mucho de nuestro asunto, que no es otro que presentar la primera de estas lecciones, y como mucho intentar esbozar la evolución de la antropología a partir de la comparación entre los textos del semestre de invierno de 1772/3 y de 1798.

Siguiendo a los editores Brandt y Stark nos referimos a esta lección como Antropología Collins, por ser Georg Ludwig Collins (1763-1814) quien preparase en Riga en el año 1786 la edición de un manuscrito de 205 páginas al que puso por título Anthropologie akademischer Vortrag des Herrn Professor Kant in Königsberg in Preussen, y que sirve de base para la reconstrucción del texto. Junto con este manuscrito, los editores acuden a otra serie de fuentes (los manuscritos de Philippi, Hamilton, Brauer, Dohna, Parow y Euchel) para completar el cuerpo principal del curso y resolver algunas de las incontables dificultades que encontramos en él. En nuestra versión hemos intentado ofrecer un texto unificado, optando en cada momento por la lectura que nos parecía más clara y procurando que los problemas de exégesis y traducción quedasen fuera de la vista, apostando decididamente por una lectura cuando esta nos parecía acertada y alejándonos de la literalidad del texto alemán cuando pensábamos que los recursos y los giros de nuestra lengua así lo aconsejaban. Hemos intentado, como digo, solucionar en el texto todos los problemas de interpretación, evitando las notas a pie de página como elemento de apoyo en la traducción. Quizás el texto contenga ciertas referencias culturales que hoy nos son un poco lejanas y que habría sido aconsejable aclarar en nota; lo cierto es que no ha habido tiempo material para hacerlo, aunque bien es verdad que el lector actual cuenta generalmente con medios suficientes a su alcance para resolver por sí mismo estas cuestiones.

Antropología Collins – Immanuel Kant

Immanuel Kant. Filósofo alemán. Nació en 1724 y murió en 1804. Es considerado por muchos como el pensador más influyente de la era moderna. Nacido en Königsberg (en la actualidad, Kaliningrado, Rusia) el 22 de abril de 1724, Kant se educó en el Collegium Fredericianum y en la Universidad de Königsberg. En la escuela estudió sobre todo a los clásicos y en la universidad, física y matemáticas. Tras la muerte de su padre, tuvo que abandonar sus estudios universitarios y ganarse la vida como tutor privado. En 1755, ayudado por un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo el doctorado. Después, enseñó en la universidad durante 15 años, y dio conferencias, en primer lugar, de ciencia y matemáticas, para llegar de forma paulatina a disertar sobre casi todas las ramas de la filosofía.

Aunque las conferencias y escritos de Kant durante este periodo le dieron reputación como filósofo original, no se le concedió una cátedra en la universidad hasta 1770, cuando se le designó profesor de lógica y metafísica. Durante los 27 años siguientes continuó dedicado a su labor profesoral y atrayendo a un gran número de estudiantes a Königsberg.

Las enseñanzas religiosas nada ortodoxas de Kant, que se basaban más en el racionalismo que en la revelación divina, le crearon problemas con el Gobierno de Prusia y en 1792 Federico Guillermo II, rey de esa nación, le prohibió impartir clases o escribir sobre asuntos religiosos. Kant obedeció esta orden durante cinco años, hasta la muerte del rey, y entonces se sintió liberado de su obligación. En 1798, ya retirado de la docencia universitaria, publicó un epítome donde se contenía una expresión de sus ideas de materia religiosa.

Falleció el 12 de febrero de 1804.